Seguramente, todo quede una anécdota cuando dentro de dos semanas Carlos Alcaraz termine su tercera final de Wimbledon consecutiva, sea con su tercer título o con su primera final perdida. O cuando caiga en semifinales contra un rival con caché. Porque el murciano no deja de ser el mejor tenista del momento y porque ha demostrado que, cuando se siente pletórico, nada le frena.
Sí, seguramente su atropellado debut en el All England Club, un exigente duelo al sol de cuatro horas y media frente a Fabio Fognini, un rival en retirada, por mucho que la magia nunca caduque, quede como una nota al pie del historial de Alcaraz. Pero también podría ocurrir lo contrario, que el murciano se humanice tras un trimestre de furia desmedida, desde su título en Montecarlo, y la herida no cicatrice. La final de Barcelona, en la que compareció lesionado (y perdió) ha sido su única muestra de fragilidad hasta que apareció Fognini en Londres.
«Puedo jugar mejor»
«He intentado luchar contra mis nervios de la mejor manera que pudiera. Puedo jugar mejor», asumía el número dos del mundo tras su descomunal batalla contra un Fabio Fognini que le ha llevado al límite durante cuatro sets en los que lo imposible, su victoria a los 38 años contra todo un Alcaraz, pareció cercano.
«Jugar la primera ronda nunca es fácil», se decía Carlos, pese al éxito de su aclimatación a la hierba, con triunfo en Queen’s incluido. Jugó a mediodía, su horario predilecto, ventajas de ser el vigente campeón, pero la climatología le reservaba (también a Fognini, claro) la trampa de adornar el estelar de la jornada con 32 grados, una anomalía londinense aunque, hoy, en España, en plena ola de calor criminal, suenen hasta apetecibles.
Puede sonar eximente que el tenista de San Remo, pese a su veteranía, gozaba de la motivación extra de estar pisando la hierba de Wimbledon en por última vez en su carrera y que quien tuvo (ex ‘top 10’, ganador de Masters 1000) retuvo. Pero la lírica no debe opacar que, al fin y al cabo, Fognini no ha ganado un solo partido en torneos ATP esta temporada: apenas dos triunfos en sendos Challengers y otras dos en las rondas clasificatorias de Madrid.
Carlos Alcaraz celebra el pase a segunda ronda / AP
Oliver Tarvet, siguiente rival de Alcaraz
La mejor noticia a corto plazo para Alcaraz es que su rival de este miércoles es Olivier Tarvet, un tenista británico que jamás ha competido en un torneo del ATP Tour ni del Challenger Tour, que ocupa el puesto 733 en el ránking mundial y cuya presencia en segunda ronda de Wimbledon es poco menos de un milagro.
Es el rival ideal, a priori, para sanar las heridas de tan accidentado debut y para subsanar el desgaste de cuatro horas y media de combate bajo la canícula, con la factura física que conlleva, pero también la psicológica, pues por la cabeza de Alcaraz este lunes ha tenido que pasar más de una vez el pensamiento de que se acercaba a la hecatombe.
Y es que quizá lo más preocupante del que ha sido el partido más largo de su vida en un Grand Slam sea el cansancio físico que ha exhibido de manera especial en el cuarto set. Más incluso que sus 62 errores no forzados, una barbaridad. La buena noticia es que todo esto ha ocurrido en primera ronda, con tiempo suficiente para corregirlo.
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