Una investigación internacional liderada por la Universidad Pontificia Comillas destierra la idea de que las personas altamente sensibles son propicias a experiencias anómalas y desvela que este rasgo de su personalidad en realidad es un «escudo cognitivo» contra las percepciones vinculadas a la psicosis.
La alta sensibilidad y las experiencias anómalas (percepciones inusuales como premoniciones o sensaciones de presencias) han sido a menudo dos territorios conectados por la sospecha clínica. Tradicionalmente, las experiencias anómalas se han interpretado como posibles señales de alerta de psicosis. Sin embargo, un número considerable de personas que las experimentan no muestran ningún signo de trastorno mental.
Un nuevo estudio, liderado por el investigador español Àlex Escolà-Gascón, de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), y publicado en la revista Psychological Reports, desafía estas concepciones y presenta lo que denomina la «Paradoja de la Persona Altamente Sensible».
La investigación, en lugar de confirmar que la alta sensibilidad aumenta la probabilidad de tener percepciones anómalas, descubre un efecto completamente opuesto y sorprendente: la sensibilidad podría actuar como un factor protector, un auténtico «escudo cognitivo» contra las experiencias inusuales vinculadas a la psicosis.
¿Qué es una Persona Altamente Sensible (PAS)?
Ser una Persona Altamente Sensible (PAS), un concepto acuñado por la psicóloga Elaine Aron, no se refiere a un trastorno, sino a un rasgo de personalidad innato conocido científicamente como Sensibilidad de Procesamiento Sensorial (SPS). Se estima que entre un 15% y un 20% de la población posee este rasgo.
Las personas con alta sensibilidad se caracterizan por un procesamiento profundo de la información: reflexionan intensamente sobre sus experiencias y el mundo que les rodea. También por una alta reactividad emocional y empatía: sienten las emociones, tanto propias como ajenas, con gran intensidad. Además, son sensibles a las sutilezas: perciben detalles y matices del entorno que a menudo pasan desapercibidos para otros. Por último, muestran una tendencia a la sobreestimulación: pueden sentirse fácilmente abrumadas en entornos caóticos, ruidosos o muy concurridos.
Lejos de ser una debilidad, la alta sensibilidad es una forma diferente de procesar el mundo, con fortalezas como la creatividad, la empatía y una rica vida interior que no son fáciles de gestionar en el contexto humano actual.
Un enigma por resolver
El punto de partida del estudio de Escolà-Gascón y su equipo era una aparente contradicción. Por un lado, la evidencia científica sugiere que las PAS no tienden a tener más experiencias anómalas, ya que su sistema nervioso ya está muy activado y no buscan estimulación externa adicional. Por otro lado, algunas investigaciones han asociado la alta sensibilidad con niveles más altos de rasgos de psicoticismo.
Para resolver este rompecabezas, los investigadores propusieron un modelo multifactorial que han denominado Teoría Integrada Temperamental-Sensitiva de la Experiencia Anómala (ITSTAE). Este modelo integra tres grandes pilares de la psicología: en primer lugar, el Temperamento: basado en la Teoría Reguladora del Temperamento (TRT), se centra en rasgos biológicos estables como la viveza o la resistencia emocional.
En segundo lugar, incorpora la Alta Sensibilidad (PAS): el rasgo de personalidad central objeto del estudio. Por último, integra el así llamado Modelo del Continuo de la Psicosis (MCP): la idea de que las experiencias psicóticas (como las percepciones anómalas) no son un fenómeno de «todo o nada», sino que existen en un espectro que va desde manifestaciones leves y no clínicas en la población general, hasta trastornos graves.
Con la panorámica que ofrece el modelo ITSTAE, la hipótesis de este estudio era: la relación entre ser una PAS y tener percepciones anómalas solo se manifestaría de forma significativa cuando se tuviera en cuenta en la ecuación la influencia del continuo de la psicosis.
El descubrimiento de la paradoja
Para poner a prueba su teoría, el equipo de investigación analizó los datos de 1.215 adultos utilizando avanzados modelos estadísticos especializados en probar teorías y modelos causales (Modelos de Ecuaciones Estructurales). Los resultados fueron contundentes y revelaron la paradoja en dos pasos.
En primer lugar, al analizar la relación directa entre ambas variables, sin tener en cuenta el factor de la psicosis, se confirmó lo que ya se sabía: ser una Persona Altamente Sensible, por sí solo, no predice tener más experiencias anómalas. La relación no es estadísticamente significativa.
En segundo lugar, considerando el factor de la psicosis, surgió la sorpresa. Cuando los investigadores incluyeron el Modelo del Continuo de la Psicosis (MCP) como una variable mediadora en su análisis, la relación entre la alta sensibilidad (PAS) y las percepciones anómalas (denominadas en el estudio como Fenómenos Anómalos Percibidos o FAP) se volvió significativa, pero en la dirección contraria a la esperada. ¡La relación fue negativa!
En otras palabras, bajo la presión de rasgos del espectro psicótico, cuanto más sensible era una persona, menos experiencias anómalas experimentaba. La alta sensibilidad no actúa como un catalizador, sino como un freno, ha podido establecer esta investigación.
El modelo que incluía esta interacción explicó un 61.4% de la variabilidad en las experiencias anómalas, un salto significativo desde el 47.1% que se explicaba sin considerar este efecto moderador. Esto demuestra la importancia crucial de entender la sensibilidad en su contexto psicológico completo, destacan los investigadores en su artículo.
Referencia
Who Has Anomalous Experiences Today? Evidence for the Highly Sensitive Person Paradox. Álex Escolà-Gascón et al. Psychological Reports, June 6, 2025. DOI:https://doi.org/10.1177/00332941251347255
Nueva mirada sobre la Alta Sensibilidad
Este hallazgo tiene profundas implicaciones y nos obliga a cambiar la narrativa sobre la alta sensibilidad. El estudio sugiere que la alta sensibilidad, lejos de ser una vulnerabilidad a las experiencias psicóticas positivas (como las alucinaciones), puede funcionar como un factor de protección. El perfil de una PAS parece incluir rasgos de temperamento que ayudan a prevenir la aparición de estos síntomas.
Estos resultados son cruciales para psicólogos y psiquiatras. Ayudan a diferenciar cuándo una experiencia anómala podría ser un signo de riesgo clínico y cuándo es una manifestación benigna en una persona sensible. Esto puede ayudar a evitar el sobrediagnóstico y reducir el estigma que a menudo equipara las experiencias inusuales con la patología mental.
Por último, podemos extraer una conclusión más general: la teoría ITSTAE que ha vertebrado este estudio ofrece un marco válido y sofisticado para entender por qué algunas personas tienen experiencias anómalas. Demuestra que no se puede entender la sensibilidad de forma aislada, sino en su interacción dinámica con otros aspectos del temperamento y la predisposición a ciertos rasgos psicológicos. Es algo más complejo de lo que se pensaba hasta ahora.
Vista en perspectiva, esta investigación no solo resuelve una paradoja, sino que redefine el papel de la alta sensibilidad en nuestra comprensión de la percepción y la salud mental. Sugiere que el rico y complejo mundo interior de una Persona Altamente Sensible podría albergar mecanismos de resiliencia psicológica que apenas comenzamos a comprender, transformando lo que a menudo se ha visto como una vulnerabilidad en una forma sofisticada de fortaleza psicológica. Otro aprendizaje sobre la riqueza del psiquismo humano.