Que por el día hace calor es indudable, con picos que están llegando incluso a rozar los 35 grados cuando aún no hemos entrado en julio. Ahora bien, en los últimos tiempos las madrugadas pesadas con temperaturas que sobrepasan los veinte grados se están convirtiendo en la tónica de la temporada estival, y expertos en meteorología ya alertan que Elche sufrirá tres meses seguidos de noches tropicales, un fenómeno que aparece cuando el termómetro no baja de ese umbral.
Aunque la tendencia es que cada vez haya jornadas más extenuantes, las altas temperaturas y la sensación de bochorno no llega por igual a los diferentes rincones del término municipal a lo largo de los 326 kilómetros de extensión.
Carrús y El Pla, la sartén de la ciudad
Carrús y El Pla-Sector V, son los barrios que más noches tropicales han detectado desde enero, un total de 22, que mayoritariamente empezaron a registrarse a partir de mayo. El centro histórico sería la segunda zona más calurosa por las noches, con 25 episodios por encima de los 20 grados, o el entorno del estadio Martinez Valero, con 24 veladas así, según los datos que muestra el portal MeteoElx, colectivo que dispone de más de una treintena de estaciones meteorológicas instaladas en diferentes puntos de la ciudad y localidades próximas como Santa Pola, Crevillent y Elda que miden variables como la temperatura, el viento o la humedad.
En contraposición, el entorno del parque natural de El Hondo y la partida rural de Valverde es donde menos noches tropicales se cuentan, 8 y 9, a pesar de que por el día la temperatura media este jueves no bajó de los 34 grados.
El extrarradio suele salvarse más de este fenómeno porque las casas suelen estar sobre laderas a baja altura y el aire que baja por el río o los barrancos se deposita en forma de humedad en las partes más hondas, con lo que por la noche el efecto es como que el entorno hace de «refrigerador natural» como ocurre al sur, donde las corrientes de aire evaporan la humedad y se produce la bajada de temperatura. Al norte, en partidas como Santa Ana, se da otra casuísticas por la altura.
Un albañil se refresca en una obra de Elche en una imagen en plena ola de calor / Áxel Álvarez
La ciudad, más caliente
Bruno Bañuls, presidente de MeteoElx, explica que las noches tropicales pueden venir dadas por el fenómeno de la capa de aire cálido en altura, que suele afectar a buena parte de un territorio, así como el viento terral, más conocido como brisa terrestre.
Si bien, en muchas ocasiones lo que provoca esas tórridas noches son las islas de calor, un fenómeno ligado a la calorina que desprende la propia ciudad al cabo del día y que tiene su efecto por la noche, como podría ser el hormigón de las calles, que coge insolación y desprende energía después, haciendo un efecto estufa, como también ocurre con los coches. Tampoco ayuda el «fuego» que desprenden los motores de las máquinas de aire acondicionado para expulsar el calor del interior de las viviendas.
Agrupamiento urbano
En definitiva, el agrupamiento urbano, por lo general, termina impactando en este sentido, de ahí que el entorno rural con casas más diseminadas y menos asfalto sufra menos estas consecuencias. Según los expertos, las noches tropicales irán en aumento «porque la ciudad genera más calor, y luego hay espacios verdes que no crecen». En este sentido, Bañuls reitera que propuestas como la del Ejecutivo local de PP y Vox de plantar más árboles que sirvan de refugios climáticos durante el día ayudaría a mitigar el impacto de las altas temperaturas cuando cae el sol.
Toldos
Aún y así, exponen que otras opciones como el toldaje que se ha instalado en puntos del centro sólo ayudan a reducir la incidencia del sol de un 30 a un 40% y beneficia solamente a los usuarios durante el día para hacerles el paseo más cómodo, pero no ayudan a reducir las temperaturas por la noche.
Según el observatorio ilicitano, Elche ha pasado de tener una media de 80 noches tropicales unos tres lustros a tener 122 en 2024, de las cuáles 97 fueron consecutivas, lo que revela que este 2025 el número pueda dispararse. «Es un problema que nos va minando, y el poco descanso produce mala calidad de vida».
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