Los sospechosos -casi siempre, personas a quienes se atribuía una conexión con movimientos de izquierdas- eran secuestrados y transportados a centros de detención repartidos por todo el país, donde eran recluidos y, en la mayoría de los casos, sometidos a torturas sistemáticas. Periódicamente, en general dos veces por semana, algunos de los reclusos eran seleccionados por sus captores, e informados de que iban a ser «trasladados» a algún otro centro en el que el trato era mejor, tal vez una prisión en la Patagonia. En lugar de eso, eran sedados con un par de dosis de pentotal sódico, cargados como mercancía en un avión y arrojados en pleno vuelo a las aguas del Río de la Plata, donde morían ahogados; los cuerpos sin vida de algunos de ellos, y de algunos de quienes eran ejecutados antes de subir al avión, acababan apareciendo poco después en la costa uruguaya o en la de Santa Teresita (Buenos Aires), presentando golpes y síntomas evidentes de haber caído desde una gran altura.
Esas operaciones integraban el plan de exterminio de la disidencia que la Junta Militar argentina orquestó entre 1976 y 1983, y que resultó en la cifra estimada de 30.000 desaparecidos; formaba parte del llamado Plan Cóndor, la campaña de represión política y terrorismo de Estado organizada en la época por varias dictaduras latinoamericanas respaldadas por Estados Unidos con el fin de erradicar de la región toda actividad socialista o comunista. Los llamados ‘vuelos de la muerte’ son el asunto central de ‘Traslados’, el documental de Nicolás Gil Lavedra que esta semana se estrena en España.
«Los cadáveres empezaron a aparecer en las playas en mayo del 76, apenas cinco semanas después del golpe de Estado que acabó con el gobierno peronista, y eso demuestra la rapidez con la que el sistema empezó a implementarse y, por tanto, hasta qué punto estaba diseñado de antemano», nos explica el director. Su padre, Ricardo Gil Lavedra, es uno de los jueces miembros del tribunal que en 1985 juzgó a las Juntas. «La mayor parte de los argentinos que nacieron después de 1983 no conocen esos hechos, y por eso es importante que sigamos hablando de ellos. Para poder transitar el presente y pensar en un futuro mejor, necesitan saber qué nos pasó en el pasado».
Una intriga criminal
Con esa finalidad, ‘Traslados’ encadena entrevistas detalladas con investigadores, antiguos reclusos, militares de la época y demás expertos, que combina con recreaciones, material audiovisual de archivo y capturas de recortes de periódicos. Mientras maneja todos esos elementos a la manera de piezas de un rompecabezas, el documental va adoptando paulatinamente contornos propios de una intriga criminal. «Solo hablamos de hechos comprobados e irrefutables, contra los que no hay opiniones ni propaganda que valgan», asegura Gil Lavedra. «No quise que fuera una película ideológica, que dividiera a los espectadores por bandos; quise que los uniera». La inmensa mayoría de los crímenes de aquella dictadura siguen siendo un misterio: no se sabe quién los cometió ni cómo. «Lo cierto es que fue un método genocida muy efectivo», añade el director. «Los militares involucraron a tanta gente en los traslados que se estableció un pacto de silencio, porque si hablaba uno caían todos. Por eso, no sé si alguna vez llegaremos a saber todo lo sucedido».
Nicolças Gil Lavedra, director de ‘Traslados’ / EPC
Tras el histórico proceso judicial contra las Juntas impulsado en 1985 por el primer Gobierno democrático argentino tras la dictadura, presididido por Raúl Alfonsín, la búsqueda de justicia para las víctimas de la dictadura quedó interrumpida tanto por una serie de leyes aprobadas un par de años después como por la decena de indultos decretados por el presidente Carlos Ménem entre 1989 y 1990, que resultaron en la puesta en libertad de centenares de militares -entre ellos máximos responsables del golpe como Jorge Rafael Videla y Emilia Eduardo Massera-, pero se reanudó a partir de 2006 mientras Néstor Kirschner ostentaba la presidencia del país; desde entones y hasta 2017, los juicios por crímenes de lesa humanidad se sucedieron un año tras otro, y en 2024 se dictaron las últimas sentencias hasta la fecha.
«A diferencia de lo que pasó en España, en mi país finalmente podemos decir que se hizo justicia: hay más de 700 militares presos por lo que ocurrió, y muchas familias pudieron enterrar a su ser querido y tienen un lugar donde ir a llorarlo, y eso habla bien de nuestra sociedad», opina el director de ‘Traslados’. «La película quiere dejar eso claro, pero también pretende advertir sobre los peligros que encarna el olvido, y eso es algo que me parece imprescindible especialmente tras las últimas elecciones generales». El presidente actual, Javier Milei, ha cuestionado el número de desaparecidos durante la dictadura, y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, reivindica abiertamente las acciones de la Junta. «Sin embargo, el pueblo argentino ha madurado y no se dejará convencer por discursos negacionistas. La gran mayoría de nosotros tenemos muy claro que la única forma de curar esa herida es a través de la memoria, la verdad y la justicia».
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