La restauración de la Macarena a cargo del profesor Arquillo, cuyo fallido resultado ha saltado incluso a la prensa internacional y ha desatado una ola de protestas de hermanos y fieles escenificada en una inaudita manifestación cofrade a las puertas del Atrio este lunes, ha puesto sobre la mesa el debate del nivel de protección que tiene una de las imágenes más emblemáticas del fervor popular.
Venerada universalmente y protagonista de la Madrugá, la Macarena tiene una relevancia cultural, histórica y devocional incuestionable que haría pensar, a priori, que goza del grado máximo de protección que puede alcanzar un bien, es decir, ser catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), de modo que, por contextualizar con la polémica que ya se ha saldado con dos dimisiones en la Hermandad, cualquier intervención sobre esta talla exigiría un control estricto sujeto a la ley. Sin embargo, La Macarena no tiene esta catalogación.
Un BIC se rige por criterios legales específicos establecidos por la legislación española y la normativa autonómica andaluza. La declaración BIC de un bien, mueble o inmueble, por su valor histórico, artístico, arqueológico, etnológico o cultural, implica un proceso formal que incluye su catalogación por parte de la administración competente, en este caso, la Junta de Andalucía, y su inscripción en el Registro de Bienes de Interés Cultural.
No hay peticiones para catalogar a la Macarena como BIC
A preguntas de El Correo de Andalucía, la Consejería de Cultura informa que no se han recibido peticiones, de particulares o instituciones, en las últimas horas para solicitar la declaración BIC de la Macarena. Tampoco la Junta, que podría hacerlo, ha actuado de oficio para incoar el expediente de petición BIC de esta imagen.
En este escenario el único papel que hasta la fecha está teniendo la Junta es la de tender la mano, a través del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), una vez que la Junta de Gobierno de la Hermandad decidió, tras una reunión extraordinaria de más de ocho horas, solicitar al IAPH una «supervisión técnica» de la situación, aunque no se ha aprobado, no al menos todavía, un tratamiento de la imagen por parte de los técnicos de la Junta. Preguntada por la polémica, la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, ha subrayado que «el IAPH está abierto a todas las hermandades» y ha explicado que la corporación deberá dirigir una solicitud a este instituto, de referencia internacional, para que este pueda «intervenir conservar, limpiar, restaurar, lo que se necesite en cada momento o en cada pieza».
El IAPH, de hecho, perfiló una metodología para el control de impacto sobre los rostros e imagen del patrimonio de las hermandades desde el punto de vista del valor inmaterial, un aspecto que modo claro ha quedado en evidencia ante el dolor, la indignación de miles y miles de fieles.
La intervención sobre un BIC exige la autorización del proceso de restauración
«Si la imagen estuviera declarada Bien de Interés Cultural, cualquier actuación restauradora habría requerido autorización previa de la Junta de Andalucía y el cumplimiento de unas condiciones específicas. Entre ellas, cabe destacar, que las restauraciones deben respetar las aportaciones de todas las épocas, así como las pátinas que constituyan un valor intrínseco del bien; la eliminación de elementos solo podrá autorizarse si se fundamenta que su conservación supone una degradación del bien y que su eliminación resulta necesaria para permitir su adecuada conservación y una mejor interpretación histórica y cultural. Y que las partes eliminadas deberán quedar debidamente documentadas». Así lo argumenta Rafael Manher, arquitecto y miembro del cuerpo facultativo de conservadores y autor de un interesante hilo en X que ha venido a señalar este déficit de protección que desnuda a las claras la anomalía que esto supone.
La declaración BIC implica controles estrictos sobre restauraciones, traslados o modificaciones, lo que algunas hermandades prefieren evitar para mantener autonomía en la gestión de sus titulares. Y esto es precisamente lo que fuentes de la administración al margen de los cauces oficiales señalan como la madre del cordero: «Todas estas obligaciones no las quiere la Hermandad, que prefiere hacer y deshacer a su antojo. En el último inventario de arte sacro realizado por la Junta ha habido incorporaciones de bienes por parte de la Macarena pero no de sus titulares».
Además de lo relativo a las labores de restauración de la talla, que exige autorización previa de las autoridades competentes, según la ley, una declaración BIC obliga al fomento de la investigación y difusión, a facilitar la investigación científica y la difusión del conocimiento sobre la imagen, promoviendo su estudio y valoración, al acceso para la visita pública, aunque se pueden establecer limitaciones en horarios o condiciones para su visita, con el fin de proteger la obra. Y también podría acceder, gracias a este título, a ayudas para su conservación.
Para Manher, «resulta alarmante la falta de conocimiento técnico que ha demostrado la Hermandad de la Macarena en esta materia, así como la escasa presencia de imágenes protegidas con el máximo nivel legal dentro del patrimonio cofrade sevillano. Tras la profunda crisis vivida recientemente, considero imprescindible una reflexión seria y responsable por parte de los hermanos, el Consejo General de Hermandades y Cofradías y las autoridades competentes, sobre el valor cultural, patrimonial y simbólico de los bienes que custodian. Me sorprende profundamente que no existan casi imágenes de la Semana Santa de Sevilla inscritas como Bienes de Interés Cultural, pese a su evidente valor histórico, artístico, antropológico y devocional».
El Cristo de la Buena Muerte de Málaga, la excepción
Otras voces expertas en conservación y patrimonio califican, desde el anonimato, de auténtica chapuza no sólo la intervención sino la gestión de esta crisis. «Muy mal gestionado. Una crisis de libro».
Le queda trabajo por hacer al mundo cofrade. En España, pocas imágenes devocionales de la Semana Santa están declaradas Bien de Interés Cultural de manera individual. Destacan Nuestra Señora de las Angustias (Córdoba), el Cristo de la Buena Muerte (Málaga), restaurado en 2018 y que tuvo que solicitar expresamente a la Junta esta intervención o Nuestra Señora de la Soledad (Jerez). En Sevilla, imágenes icónicas como El Cachorro o el Gran Poder no cuentan con esta catalogación individual, aunque su valor cultural y devocional es indiscutible.