Adriana Lastra, delegada del Gobierno en Asturias, / Redacción
Permanecía la asturiana Adriana Lastra (Ribadesella, 1979) a refugio en las amplias salas de la Delegación del Gobierno, en Oviedo, entre el mobiliario algo rancio y una agenda más que sosegada. La que fuera mano ejecutora de Pedro Sánchez, en el Congreso y en Ferraz, cumple ya casi tres años apartada de los focos de la política madrileña. Pero el escándalo por la presunta implicación de Santos Cerdán en las ‘mordidas’ del caso Koldo ha hecho que muchos vuelvan la vista a aquella etapa. Ella ha roto, de forma medida, el silencio que guardó desde su dimisión como número dos del PSOE, al denunciar haber sido víctima de una «operación de acoso y derribo» por parte del navarro que minó su salud y la empujó a la salida.
Lastra es mujer de carácter. Lo que quiere decir, lo dice. Lo que no, lo calla. Creció en la Federación Socialista Asturiana junto a otros jóvenes militantes, como el presidente asturiano Adrián Barbón. Tras su paso por cargos orgánicos y el parlamento asturiano, dio el salto al Congreso, de la mano de Pedro Sánchez, a quien apoyó desde sus primeras batallas internas, y enfrentándose a quien fue su mentor en las cuitas del partido: Javier Fernández.
Fue parcialmente artífice de la resurrección del hoy presidente del Gobierno tras su caída en el comité federal que le forzó a dimitir. Ella, Ábalos y Cerdán formaron un núcleo duro que apostó por Sánchez y lo devolvió a lo más alto. Ninguno de los tres permanece hoy en su entorno más cercano.
Lastra sostuvo el control del partido tras la salida de Ábalos. Conocía, según ha admitido, su escandalosa vida personal, ya entonces un rumor a voces. Pedro Sánchez decidió cesarlo en julio de 2021. Se atribuyó a Carmen Calvo, buena amiga de Lastra, haber dado la voz de alarma. La salida de ambos, Calvo y Ábalos, fue una solución salomónica. Lastra quedó como número dos, con Cerdán como secretario de Organización.
Entre Lastra y Cerdán hubo fricciones. Ahora, por ejemplo, a la luz del caso Koldo, cobran nuevo sentido los intentos de Cerdán por encontrar un ‘retiro dorado’ para Ábalos. Las tensiones entre ambos eran conocidas, pero ella nunca hizo reproches públicos. Cuando llegaron los malos resultados del PSOE en las andaluzas de 2022, se buscaron responsables; y Lastra, entonces embarazada y con problemas de salud, se apartó. Su renuncia se atribuyó a razones solo personales, pero sobre la mesa estaba la batalla de poder con Cerdán. En todo caso, Lastra allanó a Sánchez el camino para reconfigurar su núcleo de poder. Hoy, desde su entorno, vinculan ese deterioro de salud a las presiones de Santos Cerdán.
En julio de 2022, Lastra abandonó la dirección del partido, aunque mantuvo su escaño en el Congreso. En diciembre nació su primer hijo, Alejandro. En abril de 2023, transcurridos nueve meses de silencio tras su salida, se confesó en una entrevista con La Nueva España en la que reiteró que su marcha de la primera línea se debía a motivos personales, de salud y crianza.
Ya entonces quiso atajar cualquier sospecha de pérdida de confianza de Sánchez. Pero el relato de su ‘castigo’ seguía flotando. Crecía la idea de que su salida respondía a una pérdida de confianza. Siempre combatió ese relato que, ahora, atribuye a la influencia de Santos Cerdán. Que entre Lastra y Sánchez había espacio para la confidencia lo atestiguan las conversaciones, la buena relación de la asturiana con los ministros Bolaños y Montero, o el hecho de que incluso tuviera el ofrecimiento de una cartera ministerial.
La prueba del nueve fue su designación como delegada del Gobierno en Asturias, que algunos interpretaron como una forma de mantenerla aislada en su feudo, pero que ella transmitió como una muestra de confianza en sus nuevas prioridades personales: la crianza de sus dos hijos, porque a Alejandro se sumó Olivia, nacida en febrero de 2024.
Adriana Lastra sigue siendo un referente en el PSOE asturiano. Genera adhesiones y rechazos, pero no deja indiferente. Y permanece cómoda en las salas señoriales de la Delegación, observando desde la distancia las dinámicas del sanchismo. En la caída de Cerdán ha encontrado una clave para comprender lo que le sucedió y una oportunidad para alzar la voz del sector feminista del PSOE que, como ella, fue apartado, en buena medida por quienes ahora afrontan el escrutinio de la UCO.
Por ahora, Adriana Lastra solo se despereza. Para algunos, es aviso suficiente.