Pedro Sánchez ha terminado cediendo a la presión de sus socios. Al menos, en parte. El presidente del Gobierno, que pretendía acudir al Congreso el próximo 9 de julio para mezclar en un único debate sus explicaciones sobre el ‘caso Cerdán’ y sobre toda la agenda internacional que tendrá en los próximos días, se ha visto obligado a aceptar dos comparecencias diferentes ese mismo día, una monográfica sobre los presuntos casos de corrupción que acechan al PSOE y otra sobre los acuerdos internacionales en la cumbre de la OTAN de esta semana y del Consejo Europeo. No obstante, no ha acercado la fecha en el calendario, como también le exigían sus aliados.