Quinta corrida de abono
Plaza de toros de Alicante
Seis toros de Zacarías Moreno.
Sebastián Castella (negro y plata con el chaleco en oro): media estocada tras dos pinchazos (ovación tras aviso),estocada perpendicular trasera (ovación).
Daniel Luque (obispo y oro): estocada trasera (ovación) y pinchazo hondo arriba (oreja tras aviso).
Tomás Rufo (corinto y oro): estocada caída (oreja) y pinchazo hondo arriba y descabello (oreja) y puerta grande.
6.276 aficionados en los tendidos. Presidió José Antonio Fdez. de la Dueña. Correcto. Corrida especial dedicada a Les Fogueres de Sant Joan con la presencia de la Bellea del Foc, Adriana Vico, y su corte de honor.
El día grande de las Hogueras de San Juan suele tener una asistencia media de público, tal y como sucede con el día de San José en Valencia, un hecho que se repite en los últimos años y que este año no ha sido una excepción. Ese es el día de más alicantinismo de todas las fiestas y la plaza luce sus mejores galas.
En el cartel, la veteranía de Sebastián Castella, la solvencia de Daniel Luque y la juventud arrolladora de Tomás Rufo se midieron a los toros de Zacarías Moreno, ganadero ya habitual en esta plaza.
Abrió plaza el toro Lacerado, negro listón de 549 kilos, que perdió la divisa nada más salir al ruedo. Se movió bien en el capote de Castella aunque sin humillar en demasía. No quiso picarlo mucho el diestro francés, que gusta de dejar crudos a los toros. Quitó por ajustadas chicuelinas rematando con una media. En banderillas cuajaron un gran tercio José Chacón y Alberto Zayas.
Sebastián Castella hizo frente al lote más complicado de la tarde y tuvo que hacer un esfuerzo por buscar el lucimiento. | RAFA ARJONES
Sin probaturas, Castella lo toreó a pies juntos sin obligarle. Más allá de la segunda raya, el toro se desplazó bien por el pitón derecho, es verdad que comenzó a escarbar muy pronto, pero una vez arrancado, las series transmitían arriba. Con la zurda el toro se lo pensaba mucho y Castella tuvo que provocar cada embestida. Fueron naturales sueltos sin ligazón y con menos entrega que las primeras series. La faena ahí comenzó a bajar de intensidad, lo que obligó al diestro francés a acortar distancias con el toro y apretar en el epílogo del trasteo. Castella le puso ganas y fibra, pero lo cierto es que la faena no subió de temperatura y se mantuvo en la zona templada. Dejó una estocada tras dos pinchazos. Fue ovacionado.
El cuarto toro salió de toriles descordinado y se echó en el ruedo. Fue apuntillado. En su lugar salió el primer sobrero del mismo hierro, con el nombre de Cabezón. Castella lo lució con el capote alternando verónicas y chicuelinas abrochadas con una buena media. Le metió las cuerdas con facilidad Agustín Romero, eso sí, en un breve puyazo. La lidia de este cuarto no fue sencilla porque el toro salía muy suelto de cada capotazo. Rafael Vioti y Alberto Zayas firmaron un buen tercio de banderillas. Castella brindó al público e inició con el arriesgado pase por la espalda, habitual en su tauromaquia. Este toro tuvo otro aire y se movió con más alegría que los anteriores. De hecho, no paró de embestir en la muleta de Castella por ambos pitones. Por el derecho llegaron series más largas y alegres, por el izquierdo naturales más cadenciosos y templados. Tras el toreo en redondo vimos dos pases circulares y un arrimón dejó que el pitón del toro tocara la banda de su taleguilla. El público agradeció el esfuerzo de Castella. Dejó una estocada fea, perpendicular y trasera. Saludó una ovación de un público cariñoso.

El sevillano Daniel Luque cortó una oreja al quinto toro de la tarde tras una faena de mucha entrega y profundidad. | RAFA ARJONES
Luque y su vuelta a Alicante
Daniel Luque regresaba a Alicante tras triunfar el año pasado. Eligió para la ocasión un precioso vestido obispo y oro y anduvo toda la tarde con una seguridad y una solvencia propias de una figura, lo que él es. Tuvo prontitud en la muleta el de Zacarías que hizo segundo de la tarde, especialmente por el pitón izquierdo, por el que Luque lo toreó más a gusto. El de Gerena dibujó naturales bellísimos cogiendo la muleta de manera muy sutil. La faena fue medida y precisa y se basó en la templanza y en la absoluta confianza hacia el toro. El de Zacarías, que fue noble, hizo amago de buscar las tablas en el tramo final. Lo mató de una estocada entera tras pinchar arriba en la suerte natural. Saludó una ovación.
El quinto fue un toro bajo que embistió humillando al capote de Daniel Luque. Tras un quite por chicuelinas buscó siempre la buena colocación con la muleta. El toro pasaba más que embestía pero pese a todo, el torero sevillano, siempre en la media distancia fue estructurando una faena basada en la firmeza de plantas y en provocar siempre al toro llegándole mucho.
Mejores fueron los naturales sueltos que pudimos ver a partir de la mitad de la faena. En el remate, un desplante encima de los pitones prendió la mecha final. Acto seguido tiró la espada y remató con una serie de luquesinas que pusieron al público en pie.
Lo mató en la suerte contraria dejando un pinchazo hondo arriba que fue suficiente. Cortó una oreja.
Rufo iluminó la tarde
Se esperaba la llegada de Tomás Rufo a una ciudad que él conoce bien. Sus actuaciones anteriores dejaron intacto su crédito en Alicante. El tercer toro, de nombre Belicoso, fue el más chico de la tarde con un peso de 488 kilos. Metió los riñones en el caballo que montaba José Antonio Barroso y en banderillas parearon con vistosidad Andrés Revuelta y Fernando Sánchez. Con la muleta y tal y como hizo el primer toro, también este escarbó antes de arrancarse. Pese a esta condición, el toro cuando metía la cara lo hacía por abajo y humillando. Rufo le dejó siempre la muleta puesta delante para que, como decían los antiguos, el toro solo viera el paño. No le faltaron ganas y ambición a Tomás Rufo que intentó por todos los medios que la faena no decayera y ese empeño, obtuvo resultados. Pases circulares, cites en la distancia corta y desplantes varios acompañaron a las series de naturales con intermitencias pero con poso y peso. Faena muy justa en lucimiento que no así en voluntad y ganas de un Rufo que se tiró a toro parado a matar dejando una estocada entera y caída. Las ganas tuvieron premio y la plaza despertó del letargo de los dos primeros toros con la oreja que cortó Tomás Rufo.
El toro que cerró plaza se llamó Sevillano. En banderillas saludaron Sergio Blasco y Fernando Sánchez. Este último toro tuvo más clase que los anteriores y Rufo lo aprovechó sin perder tiempo tal y como decía Antoñete «pronto y en la mano». De inicio vimos las mejores series, las de mayor repetición y las más profundas por los dos pitones. Peor poco a poco la faena fue perdiendo fuelle al tiempo que el toro se fue parando. No se le puede reprochar nada a Tomás Rufo porque desde el inicio lo hizo todo a favor del toro y pensando en el público. Los muletazos fueron profundos, aunque sin continuidad. Una ovación cerrada hizo que Rufo esbozara una sonrisa tras el esfuerzo. Mató de un pinchazo hondo arriba muy agarrado. Un golpe de descabello bastó para finiquitar la tarde. Cortó otra oreja y logró abrir la puerta grande. Hasta el día de hoy, en la Feria de Hogueras se han cortado veinte orejas, una cifra de gran éxito.