Giorgi Kochorashvili es el claro ejemplo de que no hace falta ser levantinista de nacimiento para sentir los colores del Levante en el fondo del corazón. Aterrizó en Buñol con 20 años y, desde el primer momento, entendió que su club representa una grandeza digna de ser honrada en cada entrenamiento y en cada partido. Los valores de la entidad granota casan con los de su país natal: una Georgia donde los esfuerzos no se negocian y donde todo se vive con una pasión incalculable. Y, con esa filosofía, el ‘6’ alcanzó la gloria en Orriols: a base de trabajo, disciplina, humildad, esfuerzo y compromiso. Ahora, el fútbol y la vida le brindan la oportunidad de demostrar sus cualidades y todo su talento en el actual campeón de Portugal, pero lo hará con la conciencia tranquila después de dejar a su equipo en lo más alto. De defenderlo con honor hasta el último segundo. De ascender a Primera División y de escribir su nombre con letras de oro en la historia del club. Pero, sobre todo, tras representar y ennoblecer a un Levante que nunca se olvidará de su guerrero georgiano. Un Kochorashvili al que, por mucho que un grande de Europa llamase a su puerta, nunca se le pasó por la cabeza abandonar al club granota en su camino hacia el ascenso. Ahora está listo para triunfar en el Sporting de Portugal con el cariño y la admiración de la que considera su casa.
¿Qué tal se encuentra?
Muy bien, la verdad. Sabíais lo que significaba el objetivo para mí y las cosas suceden por algo. Todo el trabajo que hemos hecho ha tenido su recompensa. Es el fruto de cada compañero, que ha trabajado, todos los días, desde las 8 de la mañana hasta las 3 de la tarde, con el único objetivo de entrenar y descansar. Me siento muy orgulloso porque el Levante significa eso. Cuando uno tiene disciplina llega muy lejos. Y el Levante es un claro ejemplo porque ha habido cosas muy malas que nos han pasado, pero hemos conseguido, una vez más, levantarnos. Tal vez muchos no lo esperaban, pero ahora podemos decir que el Levante está donde se merece: en Primera.
Supongo que son días con mucha carga emocional.
Son días muy emocionantes. Hemos conseguido el sueño que todos teníamos en nuestra cabeza. Incluso, el que hemos soñado tantas veces desde pequeños. No todos los días consigues subir a Primera División. Encima, como campeones de liga. Es un logro muy grande para cada uno de los jugadores de nuestro equipo. Siempre decía que, cuando uno tiene ilusión de seguir avanzando, es como que en el presente no notas tantas emociones. Una vez termine mi carrera, seguramente, recordaré todas esas emociones y las viviré el doble. Me sucedió cuando salí de casa con 18 años. Me fui de Georgia tras una vida en la que ni en casa me quedaba solo para, en un país nuevo y sin conocer el idioma, perseguir una ilusión. Sin embargo, te das cuenta de que, cuando luchas por un sueño, puedes vencer esas emociones. Siento que me encuentro en un momento de mucha ilusión, pero nunca quiero dejar de representar al Levante. Al igual que hago con mi país, quiero representar a todo levantinista allá donde vaya. Salgo del Levante con la sensación de que es mi casa. Mis ilusiones hacen que tenga los pies en el suelo, pero las emociones aún no me han comido. No obstante, seguramente, cuando acabe mi trayectoria, llegará el momento en el que todas ellas saldrán.
¿Las está gestionando de algún modo?
Sí, pero, al fin y al cabo, mi cuerpo estaba preparado después de haberlas vivido en mi mente durante repetidas ocasiones. Por imaginármelas, por soñarlas, por pensar en cómo serán, por escuchar a mi corazón y sentir que iba por buen camino y que, por tanto, iba a suceder… Cuando sucedió no me sorprendí mucho porque sabía que iba a pasar. Sabía que el trabajo que estaba haciendo el equipo, sumado al que hacía yo, nos iba a llevar a lo más alto. Y todo desde la disciplina. Hubo momentos en los que no salía nada durante la temporada. Y, a nivel personal, he vivido periodos en los que no me salía nada. No obstante, sigues andando hacia adelante rumbo hacia un objetivo. Si uno no sabe hacia dónde va ningún viento es favorable. Entonces, desde el primer momento supe hacia dónde iba. Y cuando se cumplió sentí más orgullo que otras emociones.
Sin embargo, en su camino hacia la cima del ascenso apareció el Sporting de Portugal.
No recuerdo la fecha exactamente, pero, cuando me entero, lo único que pido es terminar la temporada en el Levante. Lo que agradezco muchísimo es el trato de la gente, de mis compañeros y del míster por entender la situación. Cuando se presenta una ocasión para ayudar al club que te ha dado tantas oportunidades, seguir peleando por tu sueño y, sobre todo, no perjudicar a tu equipo, es lo más grande que me pudo suceder. Lo entendieron perfectamente y les doy las gracias a ellos. Mi objetivo, en todo momento, era ayudar a mi equipo a cumplir no solo nuestro objetivo, sino también nuestra mayor ilusión. Es muy complicado encajarlo de esa manera y, sobre todo, que las partes implicadas salgan satisfechas. A todos nos gustaría que pasaran en junio esas situaciones, pero me atrevería a decir que las cosas suceden por algo. A nivel personal, me dio un impulso. Me dije a mí mismo: «voy a dejarme la vida para irme del Levante por la puerta grande». Salir así no es fácil: tienes que dedicar muchas horas, centrarte en el día a día y trabajar para afrontarlo todo mucho más preparado. Me vino bien y me ha servido para estar listo de cara al objetivo de subir a Primera División.
No es fácil que todas las partes implicadas salgan satisfechas.
Como todo sucedió en invierno, tenía que pasar de una manera concreta para que el club fuera el primer beneficiado. Siempre tuve claro que, si salía del Levante, el club tenía que verse favorecido. Pasase lo que pasase, quería seguir ayudando al equipo y llevar al Levante a Primera División. Y después, seguir mi camino y ponerme nuevas metas. Sin embargo, tenía clarísimo lo que quería. Incluso, hablando con mi familia, todos estuvimos de acuerdo en que tenía que acabar el año con la camiseta del Levante y ascenderlo.
¿Cuál es su reacción cuando recibe la oferta del Sporting de Portugal?
Es un equipo de Champions, muy grande y muy conocido. Vienen de ser bicampeones, pero yo ya pienso en seguir ganando. Cuando era niño sabía de dónde salían los grandes jugadores, entre ellos Cristiano Ronaldo. Cuando era niño era como mi ídolo. Recuerdo que, en 2012, llegó a la ciudad deportiva de Tbilisi y nuestra reacción fue increíble. Encima, 12 años después, jugué contra él en la Eurocopa y ganamos 2-0 a Portugal. Cuando me enteré me puse feliz por sentir que no solo mi trabajo, sino también el de mi familia, el de mi pareja, el de mis compañeros ha tenido sus frutos. Ahora quiero conseguir más, pero, para ello, tenía, sí o sí, que ser campeón con el Levante.
Nadie dudó de su compromiso, pero, ¿se puso presión encima tras conocerse su traspaso?
Creo que nadie ha dudado de mi compromiso. Presión tenemos cada vez que salimos al campo. Siempre lo queremos hacer bien. El objetivo no cambió en ningún momento. No solo es mi trabajo, sino que también es mi pasión. Quise ayudar en todo momento a mis compañeros a ser mejores. Ellos me han ayudado a serlo y yo no iba a ser menos. Si piensas en el futuro más de lo debido te acabas equivocando. Podríamos haber ascendido o habernos quedado otro año más en Segunda División, pero habría estado dispuesto a salir con la cabeza alta porque sé que me lo he dejado todo. El día a día, el trabajo y la disciplina nos ha llevado a ganar la liga y eso no es fácil.
Su implicación fue tan alta que jugó toda la segunda vuelta con molestias en el tobillo.
Así es. Me llevé el susto antes del partido contra el Huesca de la primera vuelta. Desde ahí sentí mucho dolor. Había mañanas en las que no me podía levantar por el dolor, pero, aun así, iba a Buñol porque sabía que tenía gente que me podía ayudar. Al final estuve sufriendo muchísimo. Decidimos no jugar contra el Huesca porque era imposible apoyar. Se juntó con las vacaciones de Navidad, que fueron de una semana, y aun así tardé en recuperar a pesar de que igualmente juego todo. Retomamos la competición y empezamos a jugar, pero con momentos en los que el dolor me impedía hacer lo que quería. Al final lo que le dije al míster, y muy agradecido por cómo lo entendió, fue dónde podía dar el cien por cien. Yo no podía darle el cien por cien jugando todos los minutos. Y más, habiendo jugadores que, en ese momento, estaban mejor preparados. Hay veces en las que hay que detectar si estamos listos para dar el cien por cien y es la decisión más difícil que puedes tomar. Todos queremos jugar, pero sabía que los compañeros estaban en mejores condiciones para afrontar esos partidos. Le dije al míster que me ayudara en ese sentido para que, independientemente de los minutos que me diera, pudiera sacar mi mejor versión. Gracias a Dios la he podido sacar porque, en los momentos más complicados y cuando el equipo lo necesitaba, podía ayudar y dar lo máximo de mí. No sabía cuándo mi cuerpo me pedía parar y ese fue el paso importante. Había semanas en las que entrenaba un día antes porque mi cuerpo no podía aguantar debido al dolor.
En ese sentido, no habrán sido meses sencillos.
No conozco ningún jugador que no tenga dolor, todos convivimos con ello. Ojalá ninguno lo sintiera y solo nos dedicáramos a jugar, pero es imposible (ríe). Muchos compañeros han jugado con muchas molestias y la gente no lo sabe. Ahora puedo decir que todo ha salido bien y todo el mundo está contento, pero cuando las cosas no salen bien en el campo se dice que no hay esfuerzo. Hay mucho sacrificio y es lo que quiero que entienda la gente. Ahora en Primera División habrá momentos muy complicados, pero también muy bonitos. Vamos a ganar al Real Madrid, al Barcelona y a grandes equipos. Y digo “vamos” porque soy levantinista. Van a suceder grandes cosas, pero también complicaciones. Sin embargo, los sacrificios te llevan al éxito.
¿Cómo tiene ahora el tobillo?
Ahora bien. Hemos hecho un trabajo muy bueno gracias a todo el cuerpo médico. Incluso cuando acabó la temporada, donde podrían haber considerado que ya no soy jugador del Levante. Han ido al estadio por mí hasta el 21 de junio, fecha en la que cogí un vuelo a Georgia para estar con mi familia. Me he quedado 20 días para ayudar a ese tobillo a curarse bien. Tanto el médico como los fisios me han ayudado a recuperar la alegría de despertarme por la mañana y salir a correr.
¿Cómo ha vivido su familia sus éxitos desde la distancia?
Emocionalmente sé que se han alegrado mucho, pero ojalá haber estado con ellos. Cuando ha sucedido todo no les he podido ver. Ahora en Georgia los voy a ver y, sobre todo, los voy a abrazar. A través del móvil no sientes la misma emoción. Pero cuando vaya estaré con ellos porque necesito sentir mi tierra y sentirles a ellos. Mi hermana, mi sobrina y mi cuñado estuvieron contra el Eibar. Con ellos sí que lo he disfrutado mucho, pero mi sobrina aún no entiende todo lo que me está pasando. Mi hermana, por supuesto, sí. Me ha visto crecer desde pequeño. Hasta me quemaba los balones porque no paraba de jugar en casa. Ahora es la que más disfruta, ya no me quema ninguna pelota (ríe). Ellos nunca han dudado de mí. Es más, siempre han confiado un poco más que yo en algunas ocasiones. Había momentos en los que mis padres confiaban mucho más en mí que yo. Tuve dificultades al principio y enseguida me quise volver a casa. Por lo menos, jugaría con mis amigos y estaría con mi familia. Sin embargo, ellos siempre me empujaban a seguir persiguiendo mis sueños. También mi representante, Javier Piquer, que, en los momentos más complicados, en los que le decía que quería regresar a Georgia, me decía no solo que no me rindiera, sino también que me iba a convertir en un hombre importante. Que iba a dejar huella en el Levante. Eso supuso un cambio de mentalidad. Conocí a mi psicóloga, a mi preparador físico y a mi equipo de nutrición. Decidí invertir todo, tanto en tiempo como en dinero, para cumplir mis sueños. Gracias a ellos mi sueño ha sido posible. Hace poco, mi novia me regaló una cena muy bonita para celebrar mi cumpleaños y estaba toda la gente que realmente me ha dado el empujón. No solo a nivel personal, sino también profesional. Me han ayudado a disfrutar de todos los momentos. Fue una verdadera sorpresa. Y cuando vi tanta gente que se involucró en mí para seguir mejorando… Se me llenan los ojos de lágrimas de felicidad.
Ahora entiendo cuando, en su vídeo de despedida, dice que su etapa en el Levante «fue un camino de piedras, de heridas y de momentos complicados».
No solo es echar de menos. Es llegar a España para perseguir un sueño y ver que algo no está funcionando. Cuando llegué pasé por momentos complicados, relacionados con el aspecto físico, el mental, el entendimiento del juego… También a nivel de confianza… Hasta que te detienes y sacas la conclusión de que hay que seguir hacia adelante, aunque el camino esté lleno de piedras y me duela al pisarlas. La disciplina es lo que me ha dado la ambición de ir a más. Ahora me siento más tranquilo para afrontar los próximos retos.
Mejor final no ha podido tener: quiso dejar huella en el Levante y lo ha conseguido. ¿Cuál ha sido la clave del éxito?
Al inicio de temporada nadie decía que el Levante podía quedar primero. Pero, al fin y al cabo, quien está en el día a día somos nosotros. Solo la gente que está dentro sabe lo que había. Y el trabajo que hicimos fue muy grande. Se notó, desde el primer día, el espíritu, los valores, el trabajo… Cada jugador de la plantilla tenía la mentalidad de sacrificarse y darlo todo para dejar el escudo del Levante en lo más alto. Eso, sin duda, ha sido lo más importante. Un jugador no puede hacer nada sin sus compañeros. Y en el fútbol eso es lo más bonito. Convives con tus compañeros más tiempo, incluso, que con tus familiares. Por ello, cuando salimos al campo, significa no solo defender al Levante, sino también a unos amigos. Son mis hermanos y forman parte de mi familia. Eso te ayuda a ser mejor jugador y mejor persona a la hora de conseguir tus sueños. Sin ellos, sería imposible. Una vez sentí que se podía lograr empecé a imaginar cosas bonitas.
¿Cuál fue su reacción cuando Carlos Álvarez marcó el gol del ascenso contra el Burgos?
No sé si en televisión se percibe mi reacción, pero me eché las manos a la cabeza. No me lo podía creer. Fue muy épico, Carlos se lo merecía. Tenía la sensación de que iba a suceder y pasó de la mejor manera posible. Eran los últimos minutos, íbamos perdiendo y cuando entré al campo me fui directamente a Carlos para decirle que se buscase su posición. Y que, cuando recibiera el balón, le intentaría buscar. Sabía que la solución pasaba también por sus botas. Es muy decisivo en los últimos metros para sacar un disparo o para filtrar un último pase. Cuando estaba en el campo era muy fácil conectar con él, por eso tenía la sensación de que iba a hacer algo determinante, ya fuera un gol o un pase mágico. Es un tanto espectacular y ahí es donde se vio la fuerza de voluntad, de unión, de humildad y de disciplina de este equipo, que ha luchado hasta el final durante todo el curso.
¿Y cómo vivió sus últimos minutos como jugador del Levante?
Uf… increíble… Cuando entras en el campo te metes tanto en el juego que, por momentos, te olvidas del exterior aunque notes el calor de la gente. No obstante, cuando escuché a la afición corear mi nombre, me entró una emoción tan grande que no soy capaz de describir con palabras. Recuerdo que, en los últimos minutos, tuve una situación para asistir a Álex Fores, pero las ganas que tenía de marcar me llevaron a disparar. Necesité sentir un último aliento de la que es mi gente. A pesar de ello, no pude tener mejor final: ascendiendo como campeones y recibiendo el cariño de toda la afición que saltó al césped. Sentí una emoción enorme.
Cuando entró al campo, Vicente Iborra le cedió el brazalete de capitán. ¿Qué sintió ante ese gesto del ‘10’ levantinista?
Antes de describir ese momento, que no se me olvidará jamás, me gustaría describir lo que significa Iborra para mí y para el vestuario. Ha sido, es y será un referente. Uno de los mayores cambios que he sentido ha sido gracias a compartir equipo con él. He intentado aprender lo máximo posible de Iborra, tanto en el vestuario como en el campo. Es el primero en todo y el que te ayuda en lo que sea. Los grandes líderes son las personas que ponen toda su alma y todo su cuerpo en ayudar a los demás. Iborra es un ejemplo de líder y de gran compañero. Por lo tanto, cuando vi que me daba el brazalete, me entró un sentimiento de felicidad y de orgullo. Que un futbolista como Iborra piense en mí para llevar el brazalete es muy emocionante, aunque le dije que no hacía falta. Para mí es el símbolo del Levante y el capitán del Ciutat, es un jugador muy grande. Además, durante esta temporada, he recordado muchas veces la Supercopa de Europa de 2015 que se disputó en Tbilisi. Jugaron la final el FC Barcelona y el Sevilla CF y no conseguí entrada de ninguna manera, hasta que, a última hora, pude ir al partido gracias a la ayuda de un conocido. Fui la persona más feliz del mundo… y ahí estaba jugando Iborra.
Fue un partidazo, ¿verdad?
Sí, sí. Quedaron 4-4 y en la prórroga ganó el Barça con gol de Pedro. Después de diez años, ver a Iborra en el vestuario, y terminar mi etapa en el Levante con un brazalete cedido por él, es algo muy grande que no se me olvidará en la vida. Fue un momento muy bonito que se quedará siempre en mi memoria. Sin embargo, a Iborra, una vez acabó el partido, le dije que le devolvía el brazalete para levantar la copa, pero que me lo quería quedar para guardármelo en el rincón donde almaceno camisetas, medallas y recuerdos. Ocupará un lugar muy especial.
Por otro lado, cuando se dirigió a los aficionados en la celebración del título de liga, dijo que su salida del Levante «no era un adiós, sino un hasta luego».
Es un hasta luego porque al Levante lo voy a llevar siempre en mi corazón. Me ha dado muchísimo y lo siento como mi casa. Una persona, donde se siente feliz, siempre intenta volver. Y el Levante es un lugar precioso. Lo siento con toda mi alma. Cuando dejas tu casa te duele muchísimo. No te imaginas lo que me duele. Pero sabes que vas a volver, tienes esa sensación. Todos los que se van del Levante siempre vuelven. No sé qué tiene de mágico este club, pero no tengo dudas de que sucederá en algún momento. No sé si será como jugador, como parte de un cuerpo técnico, como trabajador… Como aficionado, seguro. No sé qué me apetecerá en un futuro, pero sé que el Levante es mi casa. Ahora, mi deber es seguir llevando el escudo de mi equipo en mi corazón y representarlo allá donde vaya. A mí no me gusta hablar de futuro, pero sé que soy del Levante. Es parte de mi vida y ya lo puedo decir así. Lo que pasará en el futuro nadie lo puede interpretar. Volver al Levante sería lo más grande que puede pasar porque uno siempre vuelve a donde fue feliz. No obstante, hasta ahí, queda mucho. Solo sé que el Levante está donde se merece estar.
¿Qué legado cree que deja después de su paso por el club?
No soy quién para decir qué legado o qué recuerdo dejo en este club. Los jugadores, los entrenadores y los presidentes, entre otros, pasan. Nada es permanente, pero lo que nunca va a cambiar es el escudo ni la camiseta que defendemos. Los jugadores no van a llevar toda la vida la misma camiseta, pero, quien tenga la suerte de ponerse la del Levante, tiene que saber que debe dejarla en lo más alto para que, el siguiente que venga, sepa dónde está el nivel y que, cuando la defienda, sea consciente de que se tiene que dejar la vida. Si tengo que dejar un legado que sea que la gente sepa lo que significa representar al Levante. Que para vestir su camiseta tienen que dar el máximo. Además, ahora que estamos en Primera División, a los que se quedan y los que están por venir les diría que disfruten, pero también que se sacrifiquen para que el Levante no vuelva a descender.
¿Cómo explicaría lo que significa el Levante para usted?
El Levante significa familia. Ahora me toca salir de mi familia para conseguir mis objetivos y mis ilusiones, pero siento que es igual a cuando me marché de Georgia. Salgo de mi casa para buscar nuevos desafíos y el Sporting de Portugal es un gran club, con unos aficionados increíbles. He visto los últimos partidos del que será mi nuevo equipo y los he disfrutado. Quiero sentir ya el ambiente de su estadio. Pero, si tuviera que definir al Levante, diría que es disciplina, humildad, esfuerzo y pasión. Muchísima pasión.
¿Y qué mensaje le lanzaría a la afición?
Que disfruten. Estoy seguro de que el equipo hará todo lo posible para que sucedan cosas bonitas. Desde las 7 de la mañana entrenando en el gimnasio, pasando por el campo de entrenamiento, volviendo al gimnasio y tratándose para terminar. Cuando estás en el campo notas la confianza de la gente, hasta cuando das un pase. Cuando el año pasado viví momentos complicados notaba su fuerza. Tienes que intentarlo. Si no, no lo vas a sentir. Gracias a ellos puedo dar mi máximo. Si la gente confía en ti es algo maravilloso. Si no, tienes que demostrar para que confíen. Seguramente, al principio de temporada, habría dudas, pero, cuando nos ganamos la credibilidad y la confianza de la gente, fue algo impresionante porque se creó un ambiente de grandeza. Aunque te falte el oxígeno, corres por ellos.
¿Y Julián Calero? ¿Qué influencia ha tenido en su carrera?
Lo vivido y trabajado con Julián Calero ha sido increíble. Él me ha hecho mejor jugador y más llegador. Me acuerdo que en pretemporada me decía que tenía que llegar más y tirar más a portería. A nivel defensivo hemos trabajado muchísimo, sobre todo, a nivel táctico. Los entrenadores grandes no solo destacan por lo profesional, sino también por lo personal. Y Julián Calero lo es. Me ha involucrado tantas cosas a nivel futbolístico… Veíamos partidos repetidos y nos iluminaba la mente. Nos ha influido mucho, hasta el punto de que, en nuestro grupo de Whatsapp, reproducimos términos que decía el míster como, por ejemplo, ‘centro corrido’. Ahora veo un partido y utilizo su lenguaje (ríe). Nos ha marcado mucho. Después, es una grandísima persona. He hablado muchas cosas con él relacionadas con mi vida y no solo me ha entendido, sino que también me ha ayudado. Siento que la disciplina es el ancla del éxito. Y eso nos lo ha inculcado Calero y su cuerpo técnico.
Finalizada su aventura en Orriols por todo lo alto, parte hacia el Sporting de Portugal, campeón de la Primeira Liga 24-25. ¿Qué espera de su etapa en Lisboa?
Quiero ir día a día, pero sé para qué voy. Quiero que el Sporting siga siendo campeón. Se ve el trabajo que están haciendo y para mí el objetivo será ayudar y sumar. Los títulos se ganan con la ayuda de todos. Entonces, mi objetivo es aportar mi granito de arena en lo que esté en mi mano. Hay muchos jugadores que son referentes a nivel europeo. Mi corazón siente que cosas grandes van a suceder, pero la disciplina, el trabajo y la pasión no pueden faltar.