España no tendrá finalmente que invertir un 5% de su PIB en defensa. No estará obligada. El Gobierno consigue de la OTAN la flexibilidad que perseguía Pedro Sánchez, de tal manera que su gasto militar será del 2,1%, «ni más ni menos«, y con él podrá cumplir todos los compromisos contraídos con la Alianza.
El presidente logra sellar así un acuerdo con la organización atlántica y con su secretario general, Mark Rutte, antes de la decisiva cumbre de La Haya de este próximo martes y miércoles, y además obtiene un importante oxígeno político en un momento de máxima debilidad interna por el cerco del caso Koldo a su partido tras la imputación de dos secretarios de Organización consecutivos, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, por presunta corrupción. Aire clave para no abrirse otro frente más con sus socios de izquierdas, totalmente contrarios a más partidas en defensa. El líder socialista se anota un tanto en la portería en la que se encuentra más cómodo y la que quizá le ha rendido más en estos años en el poder: la política exterior.
Sánchez compareció este domingo pasadas las seis de la tarde para dar cuenta del pacto logrado con la OTAN, que exime a España de gastar un 5% de su PIB en defensa en 2035 (más de 80.000 millones de euros anuales). Una especie de nueva excepción ibérica. No es poca cosa, subrayó a lo largo de su declaración institucional, porque ese porcentaje, que podrán alcanzar todos los aliados que lo quieran, sería «desproporcionado«, «innecesario» e «incompatible» con el Estado del bienestar. Pasar del 2% que España tocará este 2025 —33.123 millones de euros al año— al 5% en 2035 exigiría gastar «unos 350.000 millones de euros adicionales, que solo podrían conseguirse a base de subirle a cada trabajador los impuestos en unos 3.000 euros anuales», además de múltiples recortes sociales. Y para el Ejecutivo ese objetivo era, directamente, inviable: «Pasar del 2% al 5% nos obligaría a cruzar todas esas líneas rojas«, solemnizó.
El presidente consigue una nueva ‘excepción ibérica’ sellada con Rutte tras una negociación «discreta, eficaz, honesta y justa». Insiste en que un gasto del 5% es «desproporcionado» e «innecesario»
Fue el jueves cuando Sánchez oficializó su posición. Su no rotundo al 5%, que en su Ejecutivo ya venían advirtiendo desde tiempo atrás, antes de que el informe de la UCO de Guardia Civil señalara a Cerdán. El presidente plasmó su negativa por carta una vez que el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, envió a los 32 aliados su propuesta final de cara a la cumbre que La Haya acogerá el próximo martes 24 y miércoles 25 de junio. Pedía un mecanismo de flexibilidad, que España se pudiera descolgar del compromiso general del 5% en el que desde el principio, desde su vuelta a la Casa Blanca, ha estado empeñado Trump.
A partir de entonces se sucedieron las conversaciones con la Alianza pilotadas desde Presidencia del Gobierno, conducidas por el director de Gabinete de Sánchez, Diego Rubio. Y, como ya presentían el sábado en la Moncloa, prosperaron. Este domingo, Rutte comunicó por carta al líder socialista que aceptaba [aquí en PDF]. «Le confirmo que el acuerdo que se alcanzará en la próxima cumbre de la OTAN otorgará a España la flexibilidad para determinar su hoja de ruta soberana para alcanzar los objetivos de capacidades defensivas y los recursos anuales necesarios como el porcentaje de PIB, así como para presentar sus propios planes anuales». No obstante, la trayectoria y el balance de gasto se examinarán en 2029, «a la luz del entorno estratégico y de los objetivos de capacidad de la OTAN actualizados», advierte en su escrito, al que tuvo acceso este diario. Sánchez le remitió de vuelta a Rutte otra misiva en la que le comunica su sí a este pacto [aquí en PDF].
Rutte confirma por carta a Sánchez que la cumbre de La Haya otorgará «flexibilidad» a España para determinar su hoja de ruta que le permita alcanzar los objetivos de capacidades defensivas, aunque habrá una revisión de los planes en 2029
Durante su declaración institucional en la Moncloa, sin preguntas, Sánchez calificó el acuerdo sellado de «muy positivo«, porque permitirá a España «cumplir» con sus compromisos, con la Alianza y preservar la «unidad» de la organización, sin tener que incrementar el gasto militar hasta llevarlo al 5% del PIB. El presidente explicó que es consciente de que el escenario internacional ha cambiado, que al «imperialismo» de Rusia se suman la proliferación de amenazas híbridas, de nuevas guerras, de un «rebrote del terrorismo yihadista», de golpes de Estado en el Sahel o la escalada de la tensión en Oriente Medio, que ahora ha subido un peldaño más tras el bombardeo de EEUU a Irán. España, concedió, debe «adaptarse» al nuevo contexto geopolítico, también la UE, para proteger el país y también «el proyecto común que se llama Europa«.
El Ejecutivo, presumió, ha hecho sus deberes, al aumentar el gasto militar del 0,9% en que lo dejó Mariano Rajoy en 2018 al 2% que se tocará en 2025, se han incrementado en «más de 14.000 los efectivos» de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, se está ayudando a Ucrania y se ha ampliado la participación en misiones de paz de nuestras tropas, hasta el punto de que España es uno de los cinco países de la Alianza que más soldados tiene desplegados en la frontera oriental de Europa. España, subrayó, es hoy «un actor clave de la arquitectura de seguridad de la UE, de la Alianza Atlántica y también de Naciones Unidas, y lo va a seguir siendo», por «necesidad«, por «convicción» y también por «liderazgo«.
«No vamos a hacerlo»
Sánchez explicó a continuación que ese compromiso, sin embargo, no puede llevar a un gasto militar del 5% del PIB, y así lo ha venido manifestando su Gobierno, recordó, en los últimos meses. Por eso reclamó una asimetría a la Alianza, que finalmente ha conseguido. España respeta el «deseo legítimo de otros países de aumentar su inversión en defensa». «Pero nosotros no vamos a hacerlo«, sostuvo.
Y España no lo hará, siguió, por tres razones. Primer motivo: porque un gasto del 5% del PIB en defensa sería «desproporcionado e innecesario«. El presidente contó que el modo de funcionamiento de la OTAN es «el mismo» desde hace décadas: se identifican primero las amenazas que se ciernen sobre los aliados, luego se hace un listado de las capacidades técnicas y humanas que se necesitan de todos los Estados miembros para «neutralizar» esos peligros y finalmente se asigna a cada país «una parte proporcional de esas capacidades». Un ejercicio de planificación que «se revisa cada cuatro años».
El jefe del Ejecutivo recuerda que los objetivos de capacidades defensivas se pactaron con cada país el 5 de junio, y que los técnicos de las Fuerzas Armadas españolas calcularon que para alcanzarlas haría falta una inversión del 2,1% del PIB, «ni más, ni menos»
La última actualización de los objetivos de capacidades se acordó el pasado 5 de junio en el seno de la OTAN. Algunos países, señaló, «tendrán que invertir el 5% de su PIB» para alcanzar esas metas, «otros mucho menos», una diferencia que es «normal e inevitable» puesto que no todos los aliados tienen el mismo nivel económico. No todos pagan lo mismo a sus militares, ni en todos los Estados cuesta lo mismo adquirir esas capacidades comprometidas. «Por eso el método de trabajo de la OTAN siempre se ha centrado en la aportación de las capacidades y no en los porcentajes de PIB«, precisó, en implícita crítica a EEUU.
Pues bien, los técnicos de las Fuerzas Armadas españolas, «muy profesionales», han hecho números, y según sus estimaciones, España va a necesitar «dedicar alrededor del 2%, en concreto el 2,1% de su PIB, para adquirir y para mantener todo el personal, todo el equipamiento, todas las infraestructuras solicitadas por la Alianza para hacer frente» a las amenazas y desafíos señalados. «El 2,1%. Ni más, ni menos«, zanjó.
El 5% «no tiene sentido», obligaría al Ejecutivo a «incumplir» su palabra y a «despilfarrar» dinero, por lo que no se caminaría tampoco hacia el objetivo de autonomía estratégica que España y Europa necesitan. Dependerían más de EEUU
Así que para el Gobierno «no tiene sentido» comprometerse a un gasto militar del 5%. «Nos obligaría a incumplir nuestra palabra, a despilfarrar miles de millones de euros», y sin embargo no supondría que España estuviera «más segura» ni «ser mejores aliados», ya que lo que persigue el Gobierno es, como ya dijo en el Congreso en marzo, una Unión Europea de la Seguridad y la Defensa.
Segundo motivo esgrimido por Sánchez: España y Europa necesitan caminar hacia su «autonomía estratégica«, y para ello hace falta no «gastar más», sino «gastar mejor», «gastar juntos». Para el Gobierno, lo «esencial» es aumentar la interoperabilidad y fiabilidad de las Fuerzas Armadas, establecer mecanismos de compras conjuntas de equipamiento, desarrollar una industria de defensa propia —sin depender tanto de EEUU, en consecuencia— y crear un Ejército europeo. Que España se «precipite», de manera «artificial«, al 5% «no ayudaría a alcanzar ninguno de esos objetivos». Lo que conseguiría, avisó, es «enviar cada vez más dinero a la industria de otros países» —o sea, a EEUU— y a «ser más dependientes de ellas».
Pero es que caminar hacia el 5%, justificó, «dañaría» el crecimiento económico de España en el medio y en el largo plazo porque haría subir el precio de determinadas materias primas, crecerían de forma «excesiva» el déficit y la deuda y se dejaría de invertir en «sectores claves» para el futuro del país, como en educación, biomedicina o transformación digital.
Ir al 5% «dañaría» el crecimiento económico, avisa, haría subir la inflación, crecerían de forma «excesiva» el déficit la deuda y se dejaría de invertir en otros «sectores claves», además de que harían falta recortes. «Obligaría a cruzar todas nuestras líneas rojas»
Tercera razón, y quizá la más relevante para el Ejecutivo: comprometerse con el 5% de gasto «sería incompatible con nuestro Estado del bienestar y nuestra visión del mundo». Sánchez apuntó que sí entendió que había que saltar del 0,9% al 2% de inversión —esto se lo decía a sus socios de izquierdas— porque era necesario para «garantizar la seguridad de España y el cumplimiento de los objetivos de la OTAN», porque también era un compromiso que adquirió Rajoy en la cumbre de la Alianza en Gales en 2014 y que había garantizar y porque ese 2% permite asumir las capacidades defensivas que pide la organización sin tocar el Estado del bienestar. Algo que ha sido posible, recordó, por el buen «desempeño» de la economía y la «gestión prudente» de los últimos años. Eso ha permitido ir aumentando la inversión en defensa sin «recortar ni un céntimo de euro los servicios públicos, las prestaciones sociales» o los recursos destinados a la lucha contra la emergencia climática. «Sin embargo, pasar del 2% al 5% nos obligaría a cruzar todas esas líneas rojas«, adujo.
«Un mejor equilibrio»
Sánchez aprovechó su declaración para marcar diferencias con la gestión de la derecha. Saltar del 2% al 5% habría supuesto, insistió, o bien «subir drásticamente los impuestos a la clase media trabajadora» o bien «recortar severamente nuestro Estado del bienestar», renunciando a «muchos de los avances sociales» que se han conquistado o recuperado en estos siete años. Porque esa inversión adicional de tres puntos de PIB «exigiría gastar unos 350.000 millones de euros adicionales» de aquí hasta 2035. ¿En qué se traduce? El presidente quiso bajar al detalle, para que los ciudadanos pudieran comprenderle y, de nuevo, para poder confrontar con la derecha: ir al 5% implicaría una subida de 3.000 euros anuales de impuestos para cada trabajador, eliminar prestaciones por desempleo, enfermedad y maternidad, reducir un 40% todas las pensiones o cortar a la mitad la inversión estatal en educación desde los 0 años hasta la universidad.
Cada aliado, por tanto, tiene «el derecho y la obligación de elegir» si quiere asumir esos sacrificios. «Nosotros como país soberano elegimos no hacerlo». Explicó que lo que España elige es «un mejor equilibrio» entre fortalecer la seguridad y la defensa sin pegar un tajo al resto de desafíos sociales, económicos y medioambientales.
Subir del 2% al 5%, remarca, implicaría «subir drásticamente los impuestos a la clase media trabajadora» o bien «recortar severamente nuestro Estado del bienestar». Sánchez busca así confrontar su modelo con el de la derecha
«Los heraldos del desastre y la mentira dirán que esta decisión, este acuerdo, rompe la unidad de la OTAN y deja a España fuera de su paraguas protector, pero la ciudadanía debe estar tranquila y saber que ninguna de estas cosas es cierta«, recalcó. Primero, porque España «permanece dentro del consenso de la OTAN». Y dos, porque el Ejecutivo ha conseguido que haya países que opten por desengancharse del 5% «siempre y cuando entreguen las capacidades pactadas» con la Alianza. España ha conseguido sus objetivos gracias a una «negociación diplomática discreta y eficaz, honesta y justa, leal en definitiva con los aliados, que salvaguarda la soberanía de España» y que al tiempo «garantiza el éxito de la cumbre de la OTAN» en La Haya. Un acuerdo que agradeció a su «amigo» Rutte y al resto de países miembros. El pacto, pues, es «un éxito», «bueno» para España y «para toda la OTAN» porque se demuestra con él que «incluso en esta época tan difícil funciona el multilateralismo», la apuesta exterior clara de su Ejecutivo desde su llegada al poder en 2018.
Además, la participación de España y los compromisos adquiridos se mantienen «intactos». Es decir, que no se llegará a un gasto del 5% del PIB en defensa en 2035, pero el «peso, la participación y la legitimidad» de España en la OTAN no se resienten, siguen «intactos», «con todos los deberes y todos los derechos» que supone. Así, nuestro país aportará sus tropas, vehículos, equipamientos e infraestructuras acordadas y «seguirá protegiendo la frontera este y sur de Europa», y al tiempo «seguirá plenamente integrado en los mecanismos de la Alianza y amparados por el artículo 5″ del Tratado, que impone la defensa colectiva de los miembros en caso de que uno de ellos sea atacado militarmente. España, pues, continuará «siendo un actor global de primer orden«, no solo en el ámbito de la seguridad y la defensa sino también en el terreno de la «cooperación», la diplomacia y la «solidaridad» entre países.
Tras el bombardeo de EEUU a Irán, Sánchez subraya que hay que «exigir contención a unos y otros» y recordar al mundo que «las guerras no tienen ganadores nunca». La apuesta de España es la de paz, desarrollo, cooperación y multilateralismo
Fue entonces cuando Sánchez reseñó que el mundo se está asomando ya a «un abismo oscuro». Algo que enganchaba con lo ocurrido este domingo, con el bombardeo de EEUU a Irán ordenado por Trump. Insistió en que no se puede «dar por bueno» que «ciertas potencias» se ataquen, que sus líderes «intercambien amenazas nucleares» y que sea la población civil la que «sufra todas estas consecuencias». «Tenemos que protegernos ante esas nuevas amenazas, pero también tenemos que exigir contención a unos y otros y recordar al mundo y recordarnos a nosotros, y ahí está la historia, que las guerras no tienen ganadores. Nunca». España, remachó, aboga por la «paz y el desarrollo», la cooperación y el multilateralismo. No quiere más guerras y sí «más derechos, más justicia y más dignidad», ya que la «mejor forma» de evitar los conflictos es generando «prosperidad y esperanza«. Y aunque él defiende que se necesita «capacidad de disuasión» (es decir, aumentar el gasto militar), también hace falta la «firme voluntad de preservar la paz».