Lamine Yamal con el surfista brasileño Gabriel Medina en Sao Paulo / Instagram
Aunque parezca mentira, hay culés que observan a Lamine Yamal y se preocupan. De naturaleza temerosos y agoreros, estos culés sufridores no acaban de creerse que la Masia lo haya vuelto a hacer, que haya creado a un nuevo crack mundial. Disfrutan de los goles, las asistencias, los regates y las fintas del chaval de Rocafonda, pero cada vez que encara a un defensa se angustian pensando en una lesión maldita como la que maldijo a Ansu Fati; en cada rueda de prensa intuyen una propensión al endiosamiento y al engreimiento; en cada bailecito en redes ven el fantasma de Neymar y los ‘toiss’; en cada salida de tono del padre se imaginan un entorno poco proclive al trabajo que puede llevar al chaval a la molicie, la autocomplacencia y el dolce far niente. Todo ello se resume en una idea: Lamine Yamal es demasiado bueno para ser verdad.
En verano, ya se sabe,los futbolistas se divierten de vacaciones, lo cual acrecienta la angustia de los culés sufrientes. Las redes sociales van llenas de supuestos romances del jugador, ya sea con una creadora de contenidos (Fati Vázquez) o una actriz de cine para adultos (Claudia Bavel). Desde Brasil llegan fotografías de sus vacaciones a todo tren, a invitación de un empresario, Diego Fernandes, que le ha montado un calendario de lujo, glamour y estrellas (por ejemplo, surfeando con Gabriel Medina, que ha ganado tres veces el Campeonato Mundial de la World Surf League). No podía faltar —¡que salten todas las alarmas rojas!— el encuentro con Neymar, con quien jugó a futvóley en la mansión del astro brasileño en Mangaratiba, en Río de Janeiro.
Fiestero
Los voceros madridistas ya han construido un discurso que el culé sufridor, en silencio, ha comprado como la admonición indeseada del oráculo: Lamine Yamal es un engreído y un fiestero que no durará ni dos telediarios en la élite del fútbol porque no tiene el carácter que se ha de tener. Si el chaval, por ejemplo, se muestra seguro de sí mismo y de sus posibilidades («Creo que, por mi edad, mi cuerpo cambiará y crecerá más cada año, y se notará más la diferencia con los otros rivales. Ahora mismo no se nota mucho, pero cada año será mayor, estaré más cómodo en el campo y también con mis compañeros»), los admiradores de “la competitividad y la voraz ambición de Cristiano Ronaldo” lo critican por chulo y por falta de respeto a los rivales. Si quiere tirar penaltis y faltas, es un egoísta; si no se ofrece a chutarlos, no tiene personalidad.
A los culés angustiados por el hecho de que a un chaval de 17 años —muy pronto 18— le guste divertirse y no demuestre fuera del campo la asombrosa madurez con la que juega dentro, les recomendaría que se encomienden a Hansi Flick. En unas declaraciones en la revista oficial del FC Barcelona, el entrenador alemán dijo: «Lo digo a menudo: es un genio. Y tiene 17 años, tenemos que ayudarle. De momento, todo está bien. Si quiere jugar los próximos 15 años al máximo nivel, necesita entrenar muy bien y prepararse mentalmente también. Él es listo. No todo es disfrutar, también hay que trabajar. Y los jugadores con su talento deben hacerlo. Tiene buenos ejemplos en el equipo, como Raphinha.»
Ayudar a Lamine Yamal, en el campo y fuera, debe ser una de las prioridades del club. Pero, sin duda, el responsable de la carrera del crack de Rocafonda es él mismo. Fan de Neymar, todo el mundo lo compara con Messi, y ciertamente el argentino es un ejemplo a seguir en términos de lo que requiere ser el mejor del mundo: concentración en el juego, entrenamiento, esfuerzo, juego de equipo. Pero la Masia ha dado otros referentes: Xavi e Iniesta, sin ir más lejos.
Bailar con los defensas
Todos ellos tuvieron 17 años, casi 18, y se divirtieron, y no por ello se torcieron. El culé sufriente bien haría en entender que un chico de esta edad, hoy, si no baila en TikTok, no existe. Y eso no tiene nada que ver con lo que suceda en el campo de entrenamiento y en el terreno de juego. Y, hoy por hoy, Lamine Yamal no ha hecho nada que permita dudar de su profesionalidad. Y, además, tiene a un gran entrenador para guiarle. Así que siga bailando y divirtiéndose, en Brasil y dentro del campo contra los defensas.