Tras los ataques estadounidenses de la madrugada de este domingo contra los sitios nucleares iranís de Natanz, Isfahan y Fordow, Irán ha asegurado que la acción comandada por el presidente estadounidense, Donald Trump, tendrá consecuencias eternas.
“Los Estados Unidos han cometido una grave violación del chárter de Naciones Unidas, de la legislación internacional y del Acuerdo de No Proliferación nuclear al atacar las instalaciones nucleares pacíficas de Irán. Lo que ha ocurrido esta madrugada es escandaloso, y tendrá consecuencias eternas. Cada uno de los miembros de la ONU deben alarmarse por este comportamiento peligroso, ilegal y criminal”, ha dicho durante la madrugada de este domingo el ministro de Exteiores iraní, Abbás Araghchi, de visita en Turquía para atender la cumbre de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI).
“De acuerdo con las provisiones que permiten la legítima defensa, Irán se reserva todas las opciones para defender su soberanía, intereses y gente”, ha continuado Araghchi.
Como había amenazado durante la última semana, Trump ha dado luz verde a un ataque estadounidense contra la República Islámica, que se ha sumado así a la guerra que Israel lleva a cabo contra Teherán desde el viernes de la semana pasada, cuando Tel Aviv lanzó un ataque sin precedentes contra todo el país y consiguió matar, esa madrugada, a gran parte de la cúpula militar del país persa.
En el ataque de Washington, Trump ha usado, según varias fuentes anónimas, los aviones bombarderos B-2, capaces de lanzar las bombas conocidas como “destructoras de búnkeres”: estos artefactos consiguen penetrar la tierra por varias decenas de metros hasta detonar su carga.
“Los ataques han sido un éxito militar espectacular. Los lugares de enriquecimiento de uranio de Irán han quedado completamente destruidos. Hemos lanzado una gran carga de bombas contra su sitio primario, Fordow. Fordow ya no está”, ha continuado Trump.
Fordow, unas instalaciones secretas iranís construidas debajo las montañas cerca de la ciudad de Qom, servía a la República Islámica como su lugar principal de enriquecimiento de uranio. En los últimos meses, Irán había llegado a niveles de enriquecimiento superiores al 60%, muy cercanos al 90% necesario para desarrollar la bomba nuclear.
Según expertos de inteligencia —y, de hecho, la propia administración estadounidense—, Teherán nunca tomó la decisión de crear su propia arma atómica, sino que buscaba utilizar su programa de enriquecimiento para llegar a un acuerdo con la administración de Trump. Con ello, Teherán buscaba el levantamiento de las sanciones internacionales en su contra, que han ahogado, durante el último lustro, la mermada, debilitada e aislada economía iraní.
Las bombas y ataques israelís, sumados a la acción estadounidense de este domingo, han lanzado esas conversaciones por los aires, a pesar de que el líder de la Casa Blanca ha asegurado que ahora, tras el ataque de Washington, ha llegado el momento de sentarse a hablar.
¿Cuántos daños?
Mientras Trump ha asegurado que Fordow ha quedado completamente destruída, fuentes del gobierno iranís han afirmado que los daños en la instalación han sido menores y en la superficie del lugar. EEUU, de hecho, avisó a Irán del ataque con antelación, lo que mostraría la intención del multimillonario neoyorkino de sumarse a la escalada bélica israelí nominalmente, pero sin ir más allá y invertir en la campaña de Tel Aviv para derrocar el régimen de Teherán.
“Las reservas de uranio enriquecido habían sido transferidas de los centros nucleares, y allí ya no quedaban materiales que, si fuesen atacados, podrían causar radiación”, ha dicho este domingo por la mañana Hasán Abediní, vicedirector de una de las televisiones estatales iranís, IRIB TV, también atacada durante esta semana. Abediní también ha asegurado que no ha habido fallecidos ni heridos en los ataques de EEUU, ya que las instalaciones habían sido previamente evacuadas.
Horas más tarde, la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA) ha confirmado también no haber detectado trazas de radioactividad en las zonas cercanas a las centrales atacadas.