Tras relatar la denuncia, el grito de alarma de profesionales y entidades por la falta de psiquiatras y psicólogos, mostramos ahora las consecuencias en el día a día de este déficit. Consecuencias que tienen que ver con la falta de recursos y apoyo a personas con problemas graves.
Personas como María, una catalana que lleva tres décadas con este problema: «Me llamo María pero no me llamo María, lo hago para preservar mi intimidad. Tengo 57 años, hace treinta años que me medico. Al principio era una medicación tan fuerte que me levantaba a la una y a las siete ya dormía».
«Recuerdo que en la sanidad pública un psiquiatra muy borde incluso me insultó -señala-. ¿Diagnóstico? Etiquetas tienes para dar y vender. Me tienen que hacer un TAC porque quizás tengo un principio de Parkinson derivado de la medicación.
Hemos estado tres meses sin médico de familia. Médicos que también fallan mucho. El psiquiatra y la psicóloga vienen unos días a la semana. No es suficiente. La visita del psiquiatra dura entre cinco y diez minutos. La psicóloga, 20 minutos escasos que no te dan tiempo ni de decir ni de exponer nada. Tanto es así que al psiquiatra la gente le lleva chuletas y le va leyendo porque si no, no te acuerdas de lo que quieres decir y ya estás fuera de la visita.
Pido menos medicación y más escucha activa y trato humano
No hay urgencias psiquiatras, solo urgencias normales. Si vas muy a menudo, por ataques de pánico o nervios, te dicen que intentes limitar el servicio porque no estará cada día atendiéndote a tí. Yo tiendo mucho a la hipocondria e iba muy a menudo. Me han llegado a decir ‘hasta que no te mueras no vengas’.
Tres horas con un brote
Las urgencias más graves, como un brote, las atienden en Lleida, en el Hospital Santa María. Allí hay una pequeña sala de espera en la que una vez fui con un brote y esperé tres horas a que me atendieran. Los casos más graves pasan primero. Y pasas tres horas de angustia.
Me harté, con la psicóloga y me busqué una privada, una hora cada semana y me va muy bien. ¿Mi diagnóstico? Esquizofrenia paranoide, trastorno esquizo afectivo. Después me dijeron que de tipo psicótico. La psiquiatra que he tenido me dice ‘usted es inclasificable’. Un homeópata me dijo tonta, a lo bruto.
Imagen de archivo de un centro de salud. / EPC
El psiquiatra «lo sigo teniendo cada tres meses»
Lo que ha sido más adecuado para mi es el servicio SASVI (Servei d’Atenció a la Vida Independent), que llevan asistentes sociales, psicólogos y una coordinadora. Es un servicio de acompañamiento y apoyo, vienen unos días, a veces a casa. Pero el psiquiatra lo sigo teniendo cada tres meses. Viene dos veces por semana a Cervera. Sí, tiene mucho trabajo y hay poca coordinación entre ellos. Una vez pedí en ventanilla si estaba el psiquiatra. No lo sabemos, me dijeron.
Vivo en pareja, él tiene también un diagnóstico. Cuando uno no está bien, se apoya en el otro. Pido menos medicación y más escucha activa y trato humano. ¿Profesión? Empecé muchas cosas, tuve que irme de dos o tres trabajos. Tengo mis hobbies: poesía, lectura, danza, gimnasia. He empezado pintura abstracta y he encuadernado mis poemas por Sant Jordi. Este es uno de mis poemas:
Vull esborrar
totes aquelles hores inabastables,
fosques, desmaiades,
que amb el pas dels anys van apareixent
a mesura que la vida es fa fonedissa.
Els malsons m’empenyen,
vull reduir la vida al meu jo,
distant i allunyat dels altres
que em veuen com un ser dèbil.
Vull expulsar els pensaments caòtics,
destructius i negatius que m’han dut on soc,
que m’assetgen des que vaig brotar
(Quiero borrar/todas aquellas horas inalcanzables/ oscuras, desmayadas,/que con el paso de los años van apareciendo/ a medida que la vida desaparece / las pesadillas me empujan/ quiero reducir la vida a mi yo/ distante y alejado de los demás/ que me ven como un ser débil. / Quiero expulsar los pensamientos caóticos/ destructivos y negativos que me han llevado donde estoy,/ que me asedian desde que broté.)