OPINIÓN JUAN R. GIL | Sobrevivir a Sánchez

Pedro Sánchez, en la sede federal del partido en Ferraz. / José Luis Roca

España no es un país corrupto. Un país corrupto es aquel en el que un ciudadano sabe que debe depositar en las manos adecuadas un sobre con dinero si quiere que su reclamación ante la justicia por cualquier causa sea tenida en cuenta; o tiene que pagar por su protección a los policías que deberían garantizársela si no quiere que esos mismos policías sean los que delincan contra él; o no puede aspirar a que prospere ningún proyecto, o simplemente a que se le aplique la ley, si su reclamo no va acompañado del correspondiente soborno, dentro de una pirámide en cuya base están los funcionarios, de los más bajos a los de élite, y en su cúspide los políticos.

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