NIL al descubierto: análisis, adaptación y oportunidades

Aunque ya hace 4 años que aparecieron en escena los NIL («Name, Image, and Likeness» o Nombre, Imagen y Semejanza), no ha sido hasta prácticamente estos últimos meses que se está empezando a ver el impacto y efectos que a nivel global y estructural pueden tener.

No quiero entrar en la evidencia del lógico problema que supone para el Basket FIBA en todo el mundo sino analizarlo desde una manera más abierta y desde diferentes ángulos. Sugeriré opciones de futuro local y posibilidad para crecer globalmente haciendo las cosas bien pero diferente, aunque no será fácil. Acabar con lo tradicional, las mentalidades y el status quo requiere tiempo, análisis y esfuerzo.

Paradójicamente sí lo ha conseguido la NCAA. Así que habrá que entender cómo una competición como la NCAA, con casi 120 años de historia, toma una decisión tan drástica de poder remunerar a sus atletas con contratos de imagen (para abreviar), modificando el sistema y estructura del deporte en muchos ámbitos. Obligará a reaccionar.

Hay que poner unos números en relieve y entender (y reconocer) que lo han estado cocinando muy bien desde hace tiempo.

Los estudiantes, hasta ahora competían para ser drafteados en busca de jugar en la NBA o en el extranjero. Los atletas hasta ahora podían ganar algo de dinero trabajando en la biblioteca, en el gimnasio apagando las luces o lavando la ropa de los deportistas (15-20 horas a la semana para alcanzar los 150 dólares semanales) aparte de estudiar y de entrenar. Un total de 40.000 jugadores repartidos entre más de 1.300 universidades (entre públicas y privadas).

Ante la realidad amateur del atleta hay otras cifras que ayudan a entender el contexto en el que estamos: el March Madness (¡ en solo un mes!) recibe por cada curso más de 2.000 millones dólares anuales de TV y sponsors. Los ejecutivos y cargos directivos de NCAA tienen contratos de 3 a 5 millones de dólares. Entrenadores como Self (Kansas) 9 millones, Calipari (Arkansas) 35 millones garantizados para próximos 5 años y con 10 personas incorporadas en el staff, indican el poder del entrenador en el mundo colegial. En football, algún coach llega hasta los 130 millones (por diez temporadas). Números similares se mueven entre los ‘top’ de cada conferencia. Si descendemos y vamos a nivel JUCO o High school, encontramos las mejores como Montverde, IMG, Indian Hills o Utah prep, donde los entrenadores alcanzan las seis cifras (sponsors aparte).

Así que parece claro que históricamente ha existido un desequilibrio abismal entre quien regulariza, quien dirige… y quien juega.

Por si fuera poco, la NBA cada año intenta que los mejores jóvenes den el salto antes. Los ‘draftean’ sin finalizar sus estudios, pese a que solo los mejores acaban cada temporada jugando. Los otros se “desarrollan» en la G League, como antes en la CBA donde yo entrené como asistente hace ya más de dos décadas, con salarios que pueden rondar los 40.000 dólares al año.

La NBA, observando lo que se estaba preparando, creó un grupo élite de talentos (Ignite) donde los jugadores pueden llegar hasta los 125.000 dólares garantizados más extras, pero les imposibilitaba estudiar en la universidad. Saltando así del amateurismo al profesionalismo.

Estos últimos días, una nueva sentencia definitiva ha posibilitado que desde el 1 de julio, las universidades podrán destinar más de 20 millones cada año por equipo, casi 22% sobre los beneficios que genere la universidad. Y a eso hay que sumar los NIL. Así, la nómina de Texas llega hasta los 35 millones sumados NIL y beneficios. 

En football, por ejemplo, el número de becas a los alumnos pasan de 85 a la 105. Incluso ahora los ‘walk-on’ (estudiantes que pueden integrar y entrenar con el equipo sin beca) pueden conseguir sponsors que les ayuden a pagar una matricula universitaria que en Estados Unidos puede variar entre los 80.000 y 360.000 dólares aproximadamente.

Total, que del amateurismo tradicional se ha llegado a que los jugadores lleguen a los 7 millones de dólares. Se comenta que el contrato de la estrella de Duke, Cooper Flagg, por un solo año con New Balance le habría reportado 28 millones de dólares.

Todos sabemos que, estrellas top al margen, muchos de ellos nunca llegarán a la NBA, y jamás conseguirán estos salarios de nuevo. Ni en USA, ni en Europa, ni en China o Japón.

¿Que más ofrecen los NIL a parte del valor económico? Carrera universitaria e idioma. Justo lo que la mayoría queremos para nuestros hijos.

Esto sería otra gran oportunidad para analizar desde el mundo FIBA. Pocos tendrán nivel Euroliga o espacio en las segundas divisiones de Europa, incluso los que disponen de estatus Bosman, naturalizados o Cotonu…pese a ser millonarios. También hay que discernir 2 grupos:

– el del 2% el de los jugadores de más calidad, que juegan por grandes cantidades de dinero y que luego van a vivir en el mundo NBA (no son un problema).

– el del restante 98%, que sí nos afecta, con los contratos del NIL ya que encarecerá y alargará la carrera de los jugadores veteranos. El mundo al revés.

Tocará revisar el pasado y reinventar el futuro en este contexto. Desde que se crearon los NIL antes del 2021 no se ha visto una evolución desde aquí. Aparte de la lógica queja, poco se ha avanzado en la verdadera problemática internacional. Ya en su día, algunos nos atrevimos a alzar la voz en el ámbito del desarrollo local con el tema de oportunidades para los jóvenes de TODOS los países.

En mi opinión, ocupar el tiempo en discusiones sobre la llegada o no de la NBA a Europa me parece una pérdida de tiempo en comparación al panorama global del basket. Sobretodo teniendo en cuenta que las franquicias NBA a nivel económico viven en otro planeta, y que la altísima calidad técnica-táctica de la Euroliga y ligas ‘top’, se orienta cada vez más a jugadores de experiencia o con pasado NBA. A los americanos, les gusta y aprenden de nuestro nivel táctico e intensidad… pese a que nos ven como una segunda división.

La Euroliga, de un nivel altísimo, no puede apostar por la juventud y perder en calidad. El campeón Fenerbaçe es el tercer equipo más veterano de la competición (rozando los 30 años de media). La media de edad de la totalidad de los equipos de Euroliga es de 29 años. Alba Berlín ha sido el más joven (25 años de media) y menos caro (15 millones). No seguirá. El proyecto top de Paris, no ha podido retener a sus dos últimos entrenadores camino de la NBA y va ir perdiendo jugadores. La desaparición del proyecto Wolwes de Vilnius muestra la realidad.


Ian Platteuw cambia la Penya por la NCAA

DAVID GRAU LLINARES

Los NIL con el Transfer Portal es el punto inicial de mercadeo. La ‘experiencia college’ pasará a mejor vida. Desde ya, cada temporada el atleta puede cambiar de universidad. Algunos entrenadores prestigiosos han abandonado sus equipos al comprobar su pérdida de poder. Jugadores que fueron reclutados a coste cero, pasarán a cobrar más que ellos. Otros, si les gritan o juegan menos (o peor), se van a transferir en busca de más. La ‘Coaches League’ que era la NCAA (como en Europa) tiende a acercarse a la NBA (sólo en eso). Claramente será una liga donde el peso lo tienen los jugadores no solo en la pista sino en los despachos con una asociación muy fuerte y organizada.

Los entrenadores universitarios ahora poseen más datos, más información sobre el jugador que se transfiere que los que provienen de High school (el cual se busca la vida a partir de highlights en redes sociales). Así que se estrecha la entrada y hoy día proliferan niños de 14 años haciendo homeschooling para poder entrenar con 3 entrenadores privados. A la par que abundan academias privadas donde se crea un submundo de niños famosos en redes sociales con sponsors y marcas de imagen buscando la inmediatez y el highlight. Por eso NIL va a tener que revisar la evolución de la marca NCAA y el Transfer Portal ante esta industria que viene para quedarse.

¿Y la NBA? Ante este panorama, la propia NBA va a tener que replantearse la G League para reinventarla o incluso en un futuro cercano hacerla desaparecer. La NBA no va a tener fácil el convencer a todos los potenciales top, porque los minutos no se regalan a los jóvenes y porque algunos ya serán millonarios antes de llegar y con más tiempo de juego para madurar en college.

Recordemos que el 30 % de los jugadores NBA son nacidos en el extranjero. O sea que el mejor producto que venía de FIBA ahora vendrá de college… aunque sea internacional.

Sería bueno recordar que la NCAA «ofrece» a África una «mejor vida y la oportunidad de estudiar y formarse» a cambio de su talento. Cada año, solo en basket, y sumando únicamente Sudan del Sur, Nigeria y Senegal, hay más de 360 jugadores en college . Seguro que si sumamos los otros 51 paises africanos la cifra casi se dobla. Solo en NCAA Y NAIA. Esto sin contar los hijos de los que se quedaron o africanos de segunda generación.

La NBA tampoco se queda corta: de los 450 jugadores, alrededor de 17 son africanos más 35 descendiente de africanos.

¿Y el basket FIBA? Centrándonos más en Europa, que somos los «más» afectados. Pues resulta que tampoco nos hemos quedado cortos. Solo falta mirar cuántos jugadores en España, Francia, Italia o Europa en su totalidad, se han “becado” con la oportunidad de mejorar desde una posición ventajista. En Francia, este expolio es significativo. La suma de jugadores de Senegal, Camerún, Malí y Costa de Marfil se acerca a los 100 en sus primeras divisiones “profesionales».

Y aunque alguien pueda pensar que es un tema coyuntural de inmigración, nada más lejos de la realidad. En Francia estos países no se encuentran ni en el top 5 entre los inmigrantes llegados.

Nos hemos acostumbrado a ver campeonatos nacionales en cadetes o juniors con cada vez más internacionales de talento, que llegaron en busca de “oportunidad deportiva” y que se van indudablemente cuando les llega la oportunidad económica. Será el mal karma, o lo que se hizo desde una posición ventajista con los demás, pero el caso es que ahora parece que nos está pasando a nosotros.

¿La lógica solución por compensación económica vía buyout frenaría ésto algo? Se reinvertiría el dinero en apostar en los Lamine Yamal, Cubarsi del basket o se continuaría sobrepagando a jugadores en su punto menos álgido de sus carreras (cuando no de bajada o salida). Recordemos que en la ACB, la mejor liga mundial tras la NBA, solamente hay entre 28-30 % del total de locales. En Francia puede llegar justo al 40% y en Italia sutilmente más. En minutos de juego los números no mejoran para el jugador autóctono.

Soluciones hay pero los ejecutivos van a tener que reinventarse como ha hecho la NCAA. Habrá oportunidades para alterar la tendencia en la propia Euroliga o ligas domésticas. Se debería pensar en cupos para jóvenes. Cada club y cada federación deberá hacer una revisión objetiva y a medio plazo de objetivos. Si las normas son globales para todos, no debería ser un problema.

Mantener el sistema de competición de Final Four puede consolidar la marca Euroliga. El día que se instaure un formato de playoff más largo obligaría a un salary cup que crearía beneficios paralelos comunes. Mientras haya desigualdades presupuestarias en Euroliga es mejor no cambiar el formato… pero eso ya es otro tema. No hace falta americanizarnos en todo.

Las ligas deberán apostar sí o sí en crear líderes locales que agtraigan inversiones del área porque esa marca es parte de ti. Aficiones en ACB como Estudiantes, Málaga, Zaragoza, Vitoria, Manresa y tantas otras no costaría porque hay volumen de fidelidad. De no hacerlo los jugadores llegados post college serán cada vez más caros y de menos nivel.

¿Qué y como hacerlo? Para mí la respuesta te la da siempre el baloncesto. Apostar por los jóvenes, crear cupos para que sean incluidos en los rosters o en cancha. Y también pagar el cambio de valor del joven que vale o valdrá. Volver al trabajo holístico de la fábrica y desarrollo lento del jugador que no deba irse porque aquí ya se le ofrece lo mismo, salario acorde con la nueva realidad y minutos. Habrá que cambiar las mentalidades de directivas tan obsesionadas por el resultado inmediato, de entrenadores presionados con poca capacidad de arriesgar. Recuperar el método Miquel Nolis, Aíto, Laso, Julbe donde se creaba una cultura, una identidad, para que los Villacampa, Jofresas, Epi, Solozabal y los Navarro de ayer, los Llull, Berni, Alberto Díaz de hoy, o sobretodo el joven Larrea muestren el camino a seguir. Quizá reconsiderar el trabajo de base como hacíamos antes, “copiando» a los países de la antigua Yugoslavia o del gigante dormido que es Rusia con un talento y físico descomunal. Volver a la Europa focalizada en los entrenamientos para crear estrellas locales que se querrán quedar.

Una bola gigante preside la entrada al Mall Arena de Filipinas, anunciando el próximo arranque del Mundial

Una bola gigante presidía la entrada al Mall Arena de Filipinas, anunciando el  arranque del pasado Mundial

efe

En el pasado Mundial de Filipinas tuve la experiencia de ver el impacto de las estrellas locales filipinas al jugar ante 50.000 espectadores. Ídolos locales aparecen en televisión a diario. Eso les da la experiencia de ser la segunda liga mas antigua del mundo después de la NBA. Se nutren de los universitarios y hasta tienen un Draft.

Los NIL nos dan la oportunidad de crear un nuevo modelo donde los jóvenes tengan cupos de plantilla y minutos, condiciones y proyección. Sin caer en el modelo chino donde jóvenes sobrepagados tienen poca ambición por mejorar. Pero también sin abusar del júnior con proyección que acepta piso compartido más comida y jugar con vinculado (plagado de producto foráneo), con pocas opciones de compaginar estudiar y jugar…

La realidad NIL no es el problema…les hemos empujado a marchar.

Tampoco las segundas divisiones ocupadas por extranjeros en una proporción 70 -30 ayudan. El cuello es demasiado estrecho.

Pensar en obtener los derechos para que una vez acaben su periplo de gloria, dinero y fama universitaria vuelvan a casa puede en algunos casos aliviar muy poco el problema. En general, tendemos a que nos sirva lo inmediato.

Antes un joven quería llegar al ACB. Los mejores, a la NBA. Ahora todos van a querer ir a college pese que los ‘top’ han demostrado con Ricky, Doncic, Jokic, Antetokumpo que no era el único camino. Pero ahora en general, la tendencia será llegar desde college después de cuatro años.

La semana pasada liga nipona de basket se veía en televisión española. En mis sies temporadas en Japón he visto clubs de más de 30 profesionales full time en oficina, enfocadas en generar marca local para la comunidad, identidad, referentes y beneficios. No solo la pasión por ganar o fracasar. Y así se han dado contratos a americanos por un millón de dólares en tercera división y pabelones en segunda o tercera con 10.000 aficionados. Las aficiones viajan en masa cada semana siguiendo a su equipo por todo el país. Todos equipados con material del club. Viviendo el equipo.

Habrá que cambiar las mentalidades de directivas tan obsesionadas por el resultado inmediato, de entrenadores presionados con poca capacidad de arriesgar. Recuperar el método Miquel Nolis, Aíto, Laso, Julbe…

Hay que reinventar un modelo, los NIL ya tienen cuatro años de trabajo y lo seguirán haciendo pese a que la NCAA deberá afrontar la nueva era con el bloqueo que poco a poco va instalándose en el proceso de reclutamiento. Los atletas de high school ahora ya no compiten entre ellos para conseguir una beca, compiten con los otros universitarios que ahora pueden transferirse al acabar cada temporada. Adiós a los cuatro años de college en la misma institución. Ahora los jugadores se moverán en busca de la mejor oferta al terminar el curso. Como en el mundo internacional. Los entrenadores, por otra parte, desde hace un par de años ya, prefieren reclutar a jugadores más maduros y no van a apostar y esperar a desarrollar los freshman. Esto es ya otra gran oportunidad para el basket FIBA.

Muchos con 17 años en Estados Unidos se apuntan a la moda del “reclass” (eligen auto repetir su último curso) para mejorar notas y sobretodo entrar más hechos y con mejores estadísticas.

Se van a ver casos de atletas que acaban con 19 años, luego eligen ir a un JUCO (2 años pre Universitarios) y con la nueva normativa disponer no de los restantes 2 años y acabar la carrera universitaria como siempre, sino de empezar de cero con 21 años… ¡y terminar la carrera con 25!

Así que la NCAA consigue capitalizar a sus atletas en una franja de seis años. Si alguno elige la opción de “Redshirt» (estudiar y entrenar sin gastar año de elegibilidad) aún más. Así que la NCAA pasa a ser una liga homologable a la que entendemos como profesional. Con el mejor talento joven, con los mejores medios y mejores salarios.

En nuestro baloncesto van a proliferar academias privadas en esa dirección – clubs en España o Bélgica llegan a tener hasta 50 extranjeros becados.

Des de un punto de vista conceptual, se deberá arriesgar y los general manager y directores deportivos afinar mejor con los más jóvenes. Pronto, podríamos ver un chico de 1,97 de 16 años que no va a querer jugar en el mejor club, sino aquel que le permita conseguir mejores likes en Instagram, highlights y sin penalización o buyout de salida. Lo que FIBA puede ofrecer es que los de 17 jueguen en mejor nivel que la NCAA, con proyección y visibilidad solo para la NBA, no para college. Ahí es donde hay que apuntar primero.

El panorama general tiene que forzar un cambio estructural global y urgente. Los ejecutivos pensantes desde DENTRO del baloncesto van a tener que reinventar la marca. ¿Como? Ideas veo muchas:

– Creando una liga continental regular de jóvenes.

– Crear una competición donde partidos sub 21 precedan al senior en casa y fuera. Obligará a tener cupos de jóvenes en roster y pista.

– Crear estructuras de marketing y sponsors para que el joven desarrolle su marca. Aprender de Harvard, Princeton y Columbia (que por algo se combinan para 330 premios Nobel) donde no ofrecen becas deportivas sino ayudas económicas basadas en necesidad, pero ofrecen prestigio académico y reconocimiento. No pueden pagar sueldos NIL pero si pueden firmar sponsors, generar desde las redes sociales y hasta cobrar por firmar autógrafos en eventos. Quizás por ahí FIBA deberá desarrollar esa línea porque… ¿cuántos que se han quedado por el camino? No sólo algunos no han llegado sino que no han finalizado ni la secundaria.

– Crear equipos de jóvenes seleccionables a competir en las máximas categorías de cada país con similitudes con la NBL australiana. Creando conexión con el público con los ídolos locales.

– Crear un NIL europeo, aunque nuestro background no está preparado ni dispuesto para tanto.

– Conseguir que el joven, si se queda y va a la NBA, cobre un bonus extra.

– Educación personalizada con convenios con universidades prestigiosas para que la élite joven vea claro el quedarse y su futuro después de los 35. Garantizar estudios vía becas y salario equitativo… donde el joven puede verlo como inversión. En sociedades con jóvenes mileuristas no debería ser un problema.

El inmovilismo nos llevará al auge de academias privadas con agencias ligadas a la NCAA que trabajarán en la fuga con chicos para salir (sin buyout) en las que puedan destacar en lugar de jugar en el club fuerte de la provincia, donde a veces tendrán menos minutos y menos exposición y estadística… tan de moda en la actualidad, con niños en mini que aún no llegan al triple y ya pueden ver la estadística en directo al minuto 1 de acabar su partido. Con ello estamos generando un juego cada vez menos altruista, menos colectivo, donde todo vale para ganar y abusar del individualismo.

Habrá que aprovechar que pronto la NCAA deberá limitar los transfer, porque se va a generar que equipos de Big Ten y SEC, más poderosos, van a comer aparte. Mejores jugadores con mejores contratos. Se va a generar una élite entre los mejores… porque en Estados Unidos cada estado tiene diferentes regulaciones. Aunque mis dudas aparecen cuando desconozco quién se va a responsabilizar de los contratos si los sponsors se retiran. ¿Quien asume esos contratos?

Este grupo elitista va a autoexcluir a los programas mid-major si no se integran rápido. Unas 40 universidades van a ir saliendo fuera del sistema NCAA actual. El presupuesto para deportes en esas conferencias puede llegar a los 270 millones anuales (Ohio State). No es de extrañar que los cuatro mejores rankeados de entre los 362 equipos llegaron a la Final Four. ¿Sintomático no?

La NCAA debería premiar más a las universidades que apuestan por lo académico que a los que ganen. Deberá repartir mejor los contratos de TV para los más pequeños, a fin de equilibrar las grandes diferencias que el NIL va ir generando. Si no, la NCAA fracasará. De facto van a tener que reglamentar haciendo un ‘cambalache’ de las normas NIL, las propias de la NCAA, leyes estatales, leyes federales, normas de la propia universidad o conferencia, impuestos, etc.

A nosotros nos interesa potenciar método propio lo que posiblemente nos llevaría a entrar en el tema de las nacionalizados en selecciones, incluso en países en desarrollo. El enseñar a pescar en lugar de darles pescado congelado de piscifactoría en países donde abunda el pescado fresco.

Durante muchos años el sistema de nutrirse del pez más pequeño ha sido imparable. Pese a que en esos países el desarrollo nacional y sistémico no ha sido proporcional, ni justo, ni tampoco nadie ha alzado la voz pese a propuestas paternalistas desde la superioridad del rico. Sin ir más lejos, con mi selección de Angola he tenido jugadores con algún agujero en las zapatillas, o pidiéndome algo para comprar en unas galletas unas horas antes de jugar contra España en un Preolímpico. Así que cuando se compite, lucha o se sorprende en la cancha, se camuflan las diferencias y todo aparenta estar bien en el panorama internacional. Pero esto ya sería una consecuencia que se tendrá que revisar en otro momento.

Desde mi posición de outsider, y después de haber entrenado en 14 países y 5 selecciones, el impacto NIL lo veo como una oportunidad de cambio global entendiendo que todos los participantes rectores deben intervenir. El cambio estructural del sistema se debe entender desde la visión común y general, no solo particular e interesada y con enfoque a medio plazo. Empatizando, pactando y cediendo para crecer… desde el baloncesto

 

* Pep Clarós ha trabajado en staff técnicos de universidades americanas (American, NE Missouri State) además de ser técnico principal en multitud de equipos en varios continentes. Ha sido seleccionador de El Salvador, México, Egipto y actualmente desempeña ese cargo en Angola.



Fuente