¡Los Pacers avergüenzan a los Thunder y fuerzan el séptimo partido!

No se les esperaba para nada en las Finales. Ni que fueran una inquietud para los favoritísimos Oklahoma City Thunder ni que anoche pudieran evitar el anillo del poderoso campeón del Oeste con su líder Tyrese Haliburton de lo más tocado. Pero estos Indiana Pacers están simplemente construidos para desobedecer a la lógica, para desmentir suposición tras suposición como hicieron contradiciendo otra con un grito ante su altisonante multitud: asombrosa paliza a OKC del tímido MVP Shai Gilgeous-Alexander (108-91) para forzar el séptimo partido de estas Finales NBA en la madrugada del domingo al lunes (02:00, hora española).

El conmovedor despliegue de orgullo, energía y deslumbrante baloncesto apoyado por el amarillo lampante de más de 18.000 gargantas -entre las cuales mitos pacers como Reggie Miller y Mark Jackson-, engulló a unos Thunder absolutamente abrumados por la vértigo de Indiana y el bullicio de su hinchada, incluido un Shai condenado a su peor actuación hasta ahora en las Finales con 21 puntos y un 7/15 en tiros de campo. Oklahoma, que perdía 64-42 al descanso y nada menos que de 30 al final del tercer cuarto (90-60), se vio sorprendido por la determinación inicial de Haliburton, como si su anhelo de dar una vida más a su equipo ensordeciera el dolor de una lesión no poco limitante como una distensión de gemelo. 


Obi Toppin, con Ben Sheppard en la imagen, fue el máximo anotador de Indiana con 20 puntos

Abbie Parr / Ap-LaPresse

El impacto de la maltrecha estrella fue mucho mayor que sus números-14 puntos,1 rebote y 5 asistencias-, enviando un mensaje alentador a sus compañeros e intimidador a OKC penetrando con valentía nada más tocar el primer balón pese a que empezó fallando sus primeros lanzamientos. El tempranero arrebato de liderazgo del All Star encendió de buenas a primeras la armonía colectiva de los Pacers, con hasta seis jugadores en dobles dígitos destacando los 20 de Obi Toppin, los 17 de un revivido Andrew Nembhard y los 16 del siempre incombustible y multiusos Pascal Siakam. Jalen Williams (16) e Isaiah Hartenstein (10) fueron casi la única compañía para SGA. 

«Sólo queríamos proteger nuestra pista, no queríamos ver a estos chicos celebrar un campeonato en nuestra propia casa»,  destacó, contundente, Haliburton. 

«Estábamos contra la espada y la pared, simplemente respondimos. Fue un esfuerzo de equipo, estoy realmente orgulloso de este equipo. ¿Mi lesión? Son las Finales, todos teníamos que dar todo lo que tenemos», añadió la estrella. 

Pero, mientras Haliburton acababa de calentar la muñeca -no anotó hasta a falta de cuatro minutos para el final del primer cuarto, el que acabó de animar el cotarro fue el revoltoso segundo director de orquesta de Indiana, T.J. McConnell. 

El base personifica la esencia de estos Pacers, su personaje e historia encarnan la constante contradicción en sí misma que representa Indiana. No se le suponía una carrera NBA cuando en 2015, con ya 23 años, no fue drafteado y con su corriente físico liviano con sus 1,93 pero justo en el décimo aniversario de su llegada a la mejor liga del mundo está siendo el continuo imprevisto que no esperaban los Thunder. La mejor defensa de la NBA moderna no logra apañárselas para parar al menudo base, otra vez por todos sitios anoche con 12 puntos, 9 rebotes, 6 asistencias y 4 robos con un 6/12 en tiros de campo. 

Lo que muchos equipos NBA no han conseguido ni en partidos esta temporada -encontrar rendijas en la defensa de OKC-, a McConnell le lleva segundos con sus intrépidas y astutas penetraciones, haciendo parecer de cristal a una defensa de acero. Y no se lo piensa dos veces ni aunque los Thunder estén bien establecidos a media pista. 

La apertura de la contienda no anticipaba para nada tal tunda, pues no hubo estampida inicial de unos Pacers a los que les costó hasta cuatro minutos meter un tiro de campo, con Oklahoma marcando terreno con su autoritaria defensa en los primeros cuatro minutos con un parcial de salida de 2-10. Pero un tiro de Siakam prendió la mecha para Indiana para dejárselo todo bien preparado con su entrada al final del primer cuarto al pregonero favorito de la fiesta de Indianápolis, T.J. McConnell. El equipo entrenando por Rick Carlisle logró darle la vuelta al choque ya al final del primer cuarto (28-25). 

Pero, aunque las emociones -con ese rebelde orgullo para contradecir al mundo-, definan a Indiana, la pizarra también cayó con todo su peso sobre los Thunder. En un momento de la serie en el que parecía que la mejor defensa de la NBA ya había atrapado a los Pacers y su vertiginosa ofensiva, el correctivo de Indiana no vino derivado de una gran revolución en ataque. 

Paradójicamente, fue una completa vuelta de tuerca en defensa la que en gran parte liberó de nuevo el poder ofensivo de Indiana. Desde el Game 2, los Pacers habían ido adelantando su presión hasta extenderla por toda la pista desde el mismo inicio de las posesiones de los Thunder con Andrew Nembhard persiguiendo por todas partes a Gilgeous-Alexander. 

Pero Indiana replegó velas retrasando su defensa hasta más atrás de media pista como en el Game 1 incluido Nembhard, quien siguió asignado a su compatriota y amigo de la infancia Shai. Los Pacers defendieron como un bloque mucho más compacto condenando a un SGA contra el mundo a unos Thunder que sufrieron la misma desagradable sensación que hacen padecer ellos a los rivales, con hasta 21 pérdidas y apenas encontrando oportunidades en transición con unos irrisorios 4 robos, tantos como sumó el enérgico McConnell. 

Pero, peor que eso, fue un nuevo chocante bloqueo ofensivo. No se puede jugar al baloncesto con sólo 2 asistencias y 1 triple en toda la primera parte como fue el caso de Oklahoma, que pudo maquillar algo tales bochornosas estadística con 12 pases de canasta y un 8/30 triples al final del encuentro. En contraste con su modélica defensa, lo del ataque de media pista de los Thunder es justo lo contrario a lo que enseñar en las escuelas sin movimiento ni con balón ni sin balón, acostumbrados los de Daigneault a generar todo a partir de SGA y Jalen Williams. 

Myles Turner salió al paso de Shai en los pick and roll y los Pacers lo bordaron forzando al MVP a conducir a un lado en vez del centro. Indiana concedió a menudo los cambios en los bloqueos entre pequeños a SGA, que quizá tampoco esperaba que el pequeño McConnell estuviera también tan firme en defensa. 

Los hilos argumentales ofensivos de OKC consistieron en las penetraciones de Gilgeous-Alexander y Williams y poquito más, con Chet Holmgren tirando piedra tras piedra con 4 puntos y un 2/9 en tiros. Isaiah Hartenstein como distribuir en la cabecera fue de lo poco entre las alternativas que mostró Oklahoma pero sin impacto. Los Pacers no tienen más que perseguir a los jugadores que corren a su alrededor dado que el alemán no tiene tiro y rara vez penetra. Con Gilgeous-Alexander cansado, el ataque se presenta como la gran incógnita para los Thunder de cara al Game 7, pues a estas alturas poco más pueden innovar y poco más pueden hacer que encomendarse a que SGA adquiera de nuevo su inmunidad de MVP. 

El mejor ataque de Indiana fue una excelente defensa, pero McConnell también lo bordó encontrando grietas en el ataque a media pista. Le encanta también al veterano y sabio base de 33 años acceder a la pintura por las esquinas así como llevarse a su defensor a un terreno más abierto si no le puede superar en primera instancia para vencerle en una segunda penetración. Lo sufrió Isaiah Hartenstein, también superado en otras acciones por Pascal Siakam en el perímetro. 

Los dos grandes de los Thunder pasaron las de Caín con Chet Holmgren pasando una noche de pesadilla también en el otro lado de la cancha. El Victor Wembanyama estadounidense había sido un elemento disruptivo para el marchoso ataque de los Pacers en los dos anteriores partidos cambiando en el pick and roll pero Indiana descubrió sus debilidades dando continuidad a la acción para dejar expuestas sus debilidades como defensor de perímetro con sus 2,16. 

(Ampliando información) 



Fuente