El pasado viernes, 13 de junio, a las 3.00 de la madrugada, los israelíes se despertaron con un aviso sonoro en sus móviles. El país había lanzado un ataque masivo contra Irán y debían estar preparados para una más que previsible reacción del régimen islámico. Aunque habituados a un estado de alerta semipermanente, agudizado desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, cuando Israel inició una guerra en Gaza y posteriormente abrió otro frente en el Líbano, la vida de los israelíes ha dado un vuelco de 180 grados desde hace una semana.
«Lo estamos pasando peor que nunca, no tanto por el miedo que sentimos, sino por las implicaciones. La situación es terrorífica«, explica a EL PERIÓDICO por teléfono Maya Siminovich, periodista y residente en Tel Aviv. Y este terror, añade Maya, se alimenta, además de con las salvas de misiles iraníes sin precedentes en territorio israelí, con la incertidumbre. «No sabemos cuándo va a acabar».
Esta sensación se repite entre los habitantes del país. «Vivir aquí es ahora una ruleta rusa, esperas no ser tú la siguiente», añade Andrea Garza, antropóloga mexicana que se mudó a Israel en 2020 para profundizar en sus estudios y vive Yafo, ciudad portuaria al sur de Tel Aviv. Coincide Yael Macías, israelí nacida en Madrid y vecina también de Tel Aviv desde hace 14 años: «Esto es de otra escala, no imaginábamos la dimensión de estos ataques (…). Es una lotería«. «Lo estamos viviendo con mucha ansiedad y muchísimos nervios«, confiesa, a su vez, Ester Shechter, residente en Betel, un asentamiento israelí próximo a Ramala, en Cisjordania, y madre de dos niñas de 5 y 3 años y un bebé de 3 meses.
Las ‘visitas’ a los refugios (muchos israelíes tienen uno propio en casa) se han convertido en el pan de cada día. Un silencio «muy particular» se ha instalado en las calles. Y las rutinas se han visto alteradas con la interrupción de las clases, la orden de teletrabajar a no ser que el centro de trabajo cuente con refugio y las restricciones a la libertad de movimientos (aunque desde el miércoles se han relajado).
Residentes de Tel Aviv entran en un refugio para protegerse de un ataque iraní, este viernes. / LEO CORREA / AP
Apoyo masivo al ataque
Según una encuesta del Instituto para la Democracia de Israel hecha pública este jueves, el 70% de los ciudadanos apoya la decisión del Gobierno de Binyamín Netanyahu de atacar Irán. Este respaldo es mucho más elevado entre los judíos, con el 82% a favor. Sin embargo, el momento elegido, con la guerra en Gaza aún en curso y con rehenes todavía en manos de Hamás, no suma tantos avales. El 57% lo ven oportuno, frente a un 33% que opina lo contrario y un 10% que no sabe o no contesta.
«Tenemos varios frentes abiertos, pero yo siento que la mayoría está de acuerdo en que hay que eliminar ese peligro inminente para todo el mundo, hay que pararle los pies a Irán«, asegura Ester Shechter sobre la afirmación de que Teherán estaría a punto de construir el arma nuclear que ha esgrimido Netanyahu para justificar la ofensiva.
Según Ariel (nombre ficticio), un español-israelí que hace tres años se mudó a Jerusalén con su familia, la sociedad «entiende que (el ataque) está justificado», pero considera que «es más una respuesta al 7-O que al programa nuclear, que es una incógnita». «Se trata de una guerra necesaria para asegurar la existencia de Israel», añade. Para Yael Macías, Irán es «la raíz de todos los problemas» en Oriente Próximo y si la actual escalada «trae la paz, habrá valido la pena».

Un edificio dañado por un misil iraní en Jolón, en el centro de Israel / Europa Press/Contacto/Ji Deweng¡¤makeweiqi
Mucho más crítica, Maya Siminovich ve «oportunismo» en la decisión de Netanyahu y apunta a un cóctel de factores: el informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) que apuntaba a incumplimientos de Irán y los problemas políticos internos del primer ministro israelí, con las críticas crecientes por la guerra en Gaza, los juicios pendientes por corrupción o la polémica llamada a filas de ultraortodoxos. Asimismo, aunque destaca que el «problema» de Irán «existe», recuerda que Netanyahu «lleva 20 años convenciendo a la población israelí de que Irán es el enemigo a eliminar«.
Andrea Garza se refugia en la arqueología para entender el presente y hallar algo de tranquilidad en tiempos de guerra: «Los humanos seguimos los mismos patrones desde la antigüedad, pero vamos aprendiendo y vamos realizando cambios con el paso del tiempo. Son pequeños pasos». Y esboza su confianza en un futuro de paz para la región: «En México ya no nos sacamos en corazón».
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