Datos del telescopio Webb revelan que la bruma de gran altitud de Plutón es un factor clave del clima en el planeta enano, siendo vital en el equilibrio energético atmosférico: además de su extrañeza, ofrece pistas sobre la antigua atmósfera de la Tierra.
Una serie de observaciones realizadas por el Telescopio Espacial James Webb (JWST) han aportado evidencias sobre un fenómeno climático hasta ahora desconocido en Plutón. Los datos indican que la bruma elevada que caracteriza al planeta enano, compuesta por partículas de nitrógeno, metano y monóxido de carbono, ejerce un control predominante sobre el balance energético de la atmósfera de este mundo helado.
De acuerdo a una nota de prensa de la Universidad de California en Santa Cruz, en Estado Unidos, que lideró el estudio publicado en la revista Nature Astronomy, este comportamiento no se ha observado hasta el momento en ningún otro cuerpo del Sistema Solar. Las delgadas capas de bruma en Plutón no son simples efectos estéticos: estas partículas absorben radiación solar y la emiten en el rango infrarrojo medio, modulando el calentamiento y enfriamiento del aire que las rodea.
Según la hipótesis inicial de los científicos, si la bruma realmente enfría Plutón debería detectarse una fuerte emisión térmica en un rango de frecuencia específico. Ahora, las mediciones confirman que dicha radiación existe y controla la temperatura global de este cuerpo planetario, según informa Universe Today.
Una atmósfera controlada por la bruma
Alrededor de 2022 y 2023, el instrumento MIRI del JWST realizó curvas de luz térmica para Plutón y su satélite Caronte, y adquirió por primera vez un espectro detallado del rango de frecuencias presente en la atmósfera plutoniana. Esta información permitió distinguir las emisiones del propio Plutón de las de Caronte, ofreciendo una visión nunca antes obtenida de los procesos físicos y químicos que dan origen a la bruma y regulan la distribución de hielos en su superficie.
Los datos revelan que la densidad de la bruma varía con las estaciones plutonianas: cuando los días locales se alargan, las partículas ascienden al recibir más radiación solar, y luego descienden al emitirse el calor acumulado. Este ciclo oscilatorio, captado directamente por el telescopio Webb, confirma que la atmósfera de Plutón funciona como un “termostato de bruma”, muy diferente al comportamiento de las atmósferas dominadas por gases, como en el caso de la Tierra o Marte.
Referencia
Evidence of haze control of Pluto’s atmospheric heat balance from JWST/MIRI thermal light curves. Tanguy Bertrand et al. Nature Astronomy (2025). DOI:https://doi.org/10.1038/s41550-025-02573-z
Datos sobre la Tierra primitiva y el origen de la vida
Según los investigadores, el hallazgo obliga a replantear el papel de las brumas en otros cuerpos helados, como los satélites de Neptuno o Saturno, por ejemplo, donde también pueden encontrarse atmósferas ricas en nitrógeno e hidrocarburos. En ese sentido, comprender cómo estas partículas modifican el balance energético abre nuevas líneas de investigación sobre climas extremos y sobre los procesos de intercambio de materiales entre mundos cercanos.
Por último, los datos brindan información muy importante sobre la Tierra primitiva. Es que hace aproximadamente 2.400 millones de años, antes que el oxígeno dominara el aire, nuestro planeta disponía de una atmósfera integrada principalmente por nitrógeno y compuestos de carbono. Al estudiar los efectos de la bruma en Plutón, pueden obtenerse claves sobre cómo se regulaba la temperatura y qué condiciones permitieron que surgiera la vida, a pesar de la ausencia de oxígeno.