En Canarias no hay viviendas para tantos compradores e inquilinos que buscan, a veces de forma desesperada, un inmueble que convertir en su hogar. Una situación que en los últimos años se ha transformado en una verdadera emergencia habitacional. De forma paralela, en el Archipiélago existen 29.333 viviendas nuevas que permanecen sin vender. Una cifra que no ha variado mucho en los últimos años, lo que significa que a pesar de la falta de oportunidades que encuentran quienes buscan alquilar o comprar una propiedad en las Islas, el stock de viviendas sin vender casi permanece intacto.
De hecho, de acuerdo con los datos del Ministerio de la Vivienda y Agenda Urbana, el volumen de casas nuevas que están sin estrenar en Canarias solo se redujo el año pasado un ínfimo 0,07%. O lo que es lo mismo, de esa bolsa apenas salieron al mercado inmobiliario 22 viviendas. Una cifra que parece ridícula a tenor de toda la movilización administrativa que se está llevando a cabo para incrementar la oferta.
Pero es que si se mira más atrás, la caída tampoco es desorbitada. Hace diez años había 31.127 viviendas finalizadas en el Archipiélago que no habían sido vendidas. Lo que supone que en una década el stock apenas ha descendido un 5,7%. Una reducción muy pequeña si se tiene en cuenta que, sobre todo después de que pasase lo peor de la pandemia, la demanda de compradores e inquilinos se ha disparado en Canarias. Una situación que ha acabado por catapultar los precios y provocar que la región se haya convertido en una de las comunidades con los costes de la vivienda más altos del país.
Burbuja inmobiliaria
Pero, para ser justos, hay que explicar que no todo el volumen de viviendas terminadas que permanecen sin vender está en disposición de encontrar a alguien que las acabe convirtiendo en un hogar de manera inmediata. Buena parte de este stock proviene, todavía, del boom que generó la burbuja inmobiliaria. Promociones que, en muchos casos, están terminadas pero no cuentan con todos los detalles listos. Son viviendas que, por tanto, pueden llevar años en estado de abandono y necesitar reparaciones o, incluso, ser finalizadas para poder entrar en el mercado. Otras, en cambio, quedaron en el limbo después de que las constructoras que las estaban levantando quebraran tras el inicio de la crisis financiera. Las entidades bancarias son las que, en muchos casos, han acabado por convertirse en propietarias de estas promociones. Esqueletos de bloques abandonados que todavía pueden verse aquí y allá en el Archipiélago.
A raíz de esto, los bancos acabaron convirtiéndose en grandes propietarios de vivienda, acumulando una cantidad de inmuebles en sus carteras como nunca antes habían tenido. Poco a poco han ido sacándolas al mercado y cada vez pueden verse de manera más frecuente ventas tipo subasta, en las que los interesados deben pujar por aquellas propiedades a la venta, que se acaban adjudicando al mejor postor. Una técnica que están utilizando las entidades bancarias para dar salida a este stock, que tampoco les interesa sacar de manera conjunta. ¿El motivo? A mayor oferta en el mercado menores precios, por lo que podrán sacar más beneficios si se van sacando a cuentagotas.
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