Con los precios de viajes y alojamientos disparados este verano, muchas familias se plantean recurrir a la financiación para costear sus vacaciones. Pero ¿qué opción es más rentable? Según un estudio publicado este jueves por el comparador financiero Banqmi, financiar con tarjeta de crédito puede salir hasta un 145,74% más caro que hacerlo con un préstamo personal.
Tanto es así que, de acuerdo con los últimos datos del Banco de España, el tipo de interés medio de las tarjetas de crédito ronda el 18,48%, mientras que los préstamos personales se sitúan en un 7,52%. Esta diferencia de más de 10 puntos porcentuales puede traducirse en un importante sobrecoste para los consumidores: por ejemplo, financiar 3.000 euros a 12 meses con tarjeta puede costar hasta 185 euros más que hacerlo con un préstamo. Y si el plazo se amplía a 24 meses, la diferencia superaría los 370 euros.
“La tarjeta puede parecer más cómoda, pero sus intereses son más altos y además suele conllevar comisiones adicionales”, explica Antonio Gallardo, experto financiero de Banqmi. El especialista añade que muchas tarjetas mantienen intereses elevados incluso en un contexto de bajada general de tipos, lo que las convierte en una opción mucho más cara a medio plazo.
Las comisiones encarecen aún más la financiación
Además del tipo de interés, es fundamental tener en cuenta las comisiones asociadas a cada producto financiero. Las tarjetas de crédito, por ejemplo, suelen aplicar comisiones por emisión, renovación anual y, en ocasiones, por mantenimiento, lo que incrementa aún más el coste total del crédito.
También hay que prestar especial atención a las comisiones por retirada de efectivo. “Sacar dinero a crédito en un cajero puede implicar una comisión del 3% al 5% del importe retirado, con un mínimo de entre 3 y 6 euros por operación. Estas operaciones, además, generan intereses desde el primer día, lo que las convierte en una de las formas más caras de financiación”, explica el experto del comparador financiero.
Por el contrario, los préstamos personales suelen tener condiciones más claras y comisiones más bajas, aunque “pueden incluir gastos de apertura o amortización anticipada” matiza Gallardo, que añade: “Es importante leer detenidamente el contrato y comparar diferentes opciones antes de decidir”.
¿Y si financiamos una cantidad pequeña?
Siempre hay excepciones: para cantidades pequeñas (menos de 500 o 1.000 euros), la tarjeta puede ser una alternativa más razonable frente a los minicréditos, que tienen intereses desproporcionadamente altos. “Un minicrédito puede implicar una TAE de más del 3.000%, mientras que una tarjeta ronda el 18%. En estos casos, la tarjeta es claramente la opción menos perjudicial”, puntualiza el experto financiero de Banqmi, Antonio Gallardo.
En definitiva, desde el comparador recomiendan estudiar bien las condiciones antes de elegir una forma de financiación, especialmente cuando se trata de gastos extraordinarios como las vacaciones. Una decisión informada puede marcar la diferencia entre un verano tranquilo… o muy costoso.