De cada tonelada de alimentos que producen o distribuyen las empresas del sector en España, un total de seis kilos y medio, esto es un 0,65%, termina descartado y no se reaprovecha. Traducido en dinero, significa que, también por cada tonelada de producto, las industrias alimentarias y las cadenas de distribución pierden una media de 0,73 euros por las pérdidas que se originan en sus procesos. Los datos los ha presentado este jueves la asociación empresarial Aecoc, que agrupa a 34.000 empresas españolas y que ha elaborado, en colaboración con el Ministerio de Agricultura y Alimentación, un estudio sobre el desperdicio alimentario entre 150 de sus compañías asociadas.
La estimación del impacto económico se deduce a partir de la información facilitada por el 59% de las compañías participantes en el estudio. «Aunque hay un 72% que afirman conocer la cantidad de producto que derrochan en sus diversos procesos, son muchas menos las que reportan el valor económico de estas pérdidas», ha admitido Laia Balañà, coordinadora de proyectos en Aecoc. Además de los costes económicos que el desperdicio tiene para las empresas, el informe también constata las dificultades con que a veces topan las pequeñas y medianas empresas para poder reducirlo.
Cuando faltan poco más de nueve meses para la entrada en vigor en España de la ley de prevención de la pérdida y el desperdicio alimentario, el 62% de las empresas del sector cuentan ya con un plan de prevención (tal y como prevé la norma, aprobada el pasado marzo), pero mientras el porcentaje de grandes compañías que ya están preparadas asciende al 78,6%, el de las pymes es de solo el 48,2%, aunque dentro de este grupo son bastantes las que aseguran que, pese a no tener un documento propiamente dicho sí aplican ya medidas puntuales. «Esta tipología de empresas, las pequeñas y medianas, van a necesitar ayuda extra para poder aplicar la ley», ha advertido en este sentido Núria Pedraza, directora del proyecto ‘La alimentación no tiene desperdicio’ de Aecoc.
Las dificultades de las pymes
La brecha entre empresas se evidencia, asimismo, en las cuestiones logísticas y a la hora de establecer convenios con oenegés a las que ceder los alimentos sobrantes, otro de los puntos que están incluidos en la nueva ley. Así, el 83% de las grandes compañías ya cuenta con este tipo de acuerdos, mientras que entre las pequeñas y medianas empresas se reduce al 42%, ha subrayado Balañá en la presentación del informe, en la que ha participado la secretaria general de Recursos Agrarios y Seguridad Alimentaria, Ana Rodríguez Castaño.
Sobre el destino que la industria y la distribución dan a los alimentos excedentarios, las empresas aseguran que donan a entidades del tercer sector el 47% de los alimentos aptos para el consumo que no se comercializan, mientras que un 13% son empleados para la elaboración de otros productos para el consumo humano. A alimentación animal se va el 7,9% de los alimentos sobrantes; al compostaje aeróbico, el 2,6%, y al vertedero, otro 7,9%.
Rodríguez, por su parte, ha destacado los avances hechos en los últimos años por las empresas agroalimentarias en la reducción del desperdicio alimentario y ha subrayado que «el siguiente paso debe ser llegar al consumidor, aportando valor a los alimentos y haciéndole ver qué supone cada vez que tira un alimento a la basura». «Se trata de enseñar a comer de manera responsable», ha recalcado. Y aunque la aplicación de la ley es voluntaria hasta el próximo abril y, después de ello, «el Gobierno no actuará coercitivamente para exigir su cumplimiento», la secretaria general ha reconocido que las comunidades autónomas van a tener que desplegar inspecciones y controles para que se implementen las medidas previstas.
La representante del ministerio ha explicado que esta ley forma parte de la Estrategia Nacional de Alimentación, diseñada para reforzar políticas públicas como la Política Agraria Común (PAC), monitorizar en tiempo real el desperdicio alimentario, fomentar la aplicación de tecnologías innovadoras y desarrollar una plataforma para la gestión de residuos alimentarios.