Prefiero trabajar sin papeles en la Península que perder el tiempo en un centro de menores

Tenía solo 10 años cuando dejó la escuela coránica y empezó a trabajar. Mamadou, un joven migrante que llegó a Canarias con 16 años, decidió dar el salto al Atlántico y jugarse la vida en el mar. «Trabajaba de pescador en Senegal con mi padrino, pero llegó un día que quise decidir mi futuro y cogí una patera«, explica el joven desde un centro de atención de Save The Children en Gran Canaria. Mamadou ha estado dos años viviendo en uno de los centros de menores sobreocupados de Canarias. Sin asesoramiento legal y víctima, dice, de un trato discriminatorio, aún no ha conseguido la documentación para poder trabajar y residir legalmente en España, que es lo único a lo que aspira. «Si al llegar hubiera dicho que era mayor de edad, ya estaría enviando dinero a mis padres», explica. «Prefiero trabajar sin papeles en la Península que perder el tiempo en un centro de menores». Su historia, según los expertos de la oenegé, pone de manifiesto la falta de protección que acusan estos menores.

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