Las tensiones entre OpenAI y Microsoft amenazan con hacer implosionar su hasta ahora exitosa alianza en el desarrollo de sistemas de inteligencia artificial.
La start-up responsable de ChatGPT lleva tiempo tratando de convencer sin éxito al gigante tecnológico para que afloje el control sobre sus productos de IA y permita su conversión en una empresa con ánimo de lucro. La reestructuración, que debería ejecutarse antes de que termine 2025, le permitiría recaudar aún más dinero y salir a bolsa, pero también ha despertado críticas de quienes creen que la priorización de los beneficios comportará mayores riesgos en el desarrollo de la IA.
Sin embargo, y según destapa en exclusiva The Wall Street Journal, la negativa de Microsoft está llevando a ejecutivos de OpenAI a explorar una opción nuclear: demandar a su socio por comportamiento anticompetitivo y abuso de poder.
¿De qué serviría ese enfrentamiento? Según han señalado fuentes internas al diario, con esa explosiva maniobra OpenAI podría forzar una revisión regulatoria de los términos de la asocación que la une a Microsoft por posibles violaciones de la ley antimonopolio para así renegociarla de forma que beneficie sus intereses. Bajo la administración Biden, la Comisión Federal de Comercio ya abrió el año pasado una extensa investigación contra el gigante.
Aliados y competidores
De demandar a Microsoft, OpenAI podría hacer volar por los aires su exitosa alianza. En 2019, el gigante tecnológico anunció que invertiría 1.000 millones de dólares en la start-up dirigida por Sam Altman para prestar su potencia computacional para el desarrollo de sistemas de IA generativa a cambio de tener acceso preferente a sus herramientas y derecho exclusivo a comercializarlas a través de su plataforma de nube Azure. A principios de 2023, cinco meses después del meteórico lanzamiento de ChatGPT, Microsoft amplió esa inversión con otros 13.000 millones.
Sin embargo, el auge de OpenAI ha terminado convirtiendo a la firma en una competidora directa con Microsoft. Ambas comercializan productos rivales que van de los chatbots a herramientas de IA para empresas. A finales del año pasado, OpenAI cerró la mayor ronda de financiación de la historia al recaudar 6.000 millones de dólares y disparar su valoración hasta alcanzar los 157.000 millones, lo que afianza su posición como la tercera start-up más valiosa del mundo, solo por detrás de la aeroespacial SpaceX, de Elon Musk, y de la china ByteDance, propietaria de TikTok.
Puntos de fricción
Las dos empresas están en desacuerdo sobre qué porcentaje de OpenAI poseerá Microsoft si la start-up sale definitivamente a bolsa. El gigante estaría exigiendo una participación mayor de la que Altman está dispuesta a ceder, según informa el WSJ.
OpenAI quiere renegociar su acuerdo de asociación con Microsoft para cerrar acuerdos con otros proveedores de nube como Google o Amazon y vender su tecnología a más clientes. Microsoft, por su parte, quiere eliminar la cláusula que especifica que ya no tendrá acceso a los sistemas de IA de OpenAI cuando estos alcancen la llamada Inteligencia Artificial General, un término nebuloso que se refiere al escenario hipotético en el que la IA sea capaz de realizar simultáneamente millones de tareas con una complejidad similar a la humana.
Otro de los puntos de fricción entre OpenAI y Microsoft es la adquisición de la start-up de codificación Windsurf, cuyas negociaciones sobre los términos del acuerdo están «en un punto muerto» debido a las diferencias sobre su control.
Aun así, ambas compañías han señalado en un comunicado compartido con el diario económico que «las conversaciones continúan y somos optimistas de que seguiremos construyendo juntos en los próximos años».
