No he comido, las elecciones son cada 4 años, el PSOE está limpio

Eran las cinco y no había comido. «Son las cinco y no he comido». Comparecer ante los periodistas –¡respondiendo incluso preguntas!– durante algo menos de una hora se ha convertido en un deporte de alto riesgo para el presidente del Gobierno.

Con esas palabras, previa ejecutiva del Partido Socialista, ha puesto el broche a su última huida hacia delante.

Esta es la última singladura del capitán Sánchez, al que con su silencio, de momento, sostienen sus socios, su partido –que es él mismo– y sus compañeros del Consejo de Ministros –que también parecen ser él mismo–.

La comparecencia de Pedro Sánchez Pérez-Castejón de este lunes 16 de junio por la tarde basta para arrumbar las miles y miles de crónicas que ya atesora la hemeroteca sobre lo que ha sido su Gobierno. En esta breve alocución de apenas cincuenta minutos está todo.

El muro, la deformación de la realidad, el «todo es interpretable», la corrupción es de otro, el maremoto totalitario de la derecha y un largo listado de etcéteras que, seguro, en el futuro contemplaremos con asombro.

Pero es mejor dejar que hable Sánchez. Esta es una antología comentada de sus aforismos. Más que para leerse hoy –todo es comprensible en esta dinámica de delirio en la que nos ha introducido–, para leerse cuando ya nadie lo recuerde.

Porque sí. Ocurrió. Ahí van las frases de esa realidad paralela que, salvo ruptura de socios o exilio de ministros, definirán España hasta 2027.

«El PSOE es una organización limpia»

Sólo Sánchez puede decir algo así sin pestañear. Justo cuando acaba de conocerse un informe de 490 páginas de la UCO que retrata, precisamente, los manejos de sus dos secretarios de Organización. Es más: mientras ha sido presidente, Sánchez no ha tenido en tal cargo a nadie que pueda probar su honestidad.

Postdata: cuando el PSOE gobierna, el secretario de Organización es en la práctica y por delegación un secretario general del partido. Un líder indiscutible. El número uno.

«El caso Koldo es el único caso que afecta a mi organización desde que la dirijo»

Llamarlo «caso Koldo» no es casualidad. Porque, así, parece que se trata de las peripecias de un asesor que cayó por casualidad en el Ministerio de Transportes. Esto ya no es el «caso Koldo». Es, como poco, el «caso Ábalos», el «caso Cerdán». Y, por tanto, el caso PSOE.

«Somos intransigentes cuando la corrupción nos afecta»

Si Sánchez acostumbrara a dar ruedas de prensa –nos toca a una pregunta cada año por periodista, más o menos–, habría que preguntarle semanalmente, diariamente, por qué cesó a Ábalos como ministro y secretario de Organización.

Nunca lo ha aclarado.

A la luz del informe de la UCO, de los audios, de la trama, a nadie se le escapa que algo supo, que algo intuyó. Todavía no sabemos qué. Esas grabaciones que Koldo asegura tener podrían darnos más pistas.

Y otra cuestión clave: si Sánchez cesó a Ábalos porque pensó que Koldo era un corrupto, ¿por qué eligió sucesor en el partido a Cerdán cuando sabía perfectamente que Koldo era más hombre de Cerdán que de Ábalos? Lo sabía porque los conoció ya en 2014, cuando se hicieron uña y carne en aquellas primarias que ahora hemos sabido amañadas.

«España vive uno de sus mejores momentos en las últimas décadas»

Algunos indicadores macroeconómicos que hablan bien de España permiten a Sánchez dibujar un país que no ven los medios aquí –quienes estaban de su lado ya han roto con él, ¡que vivan los conversos!– ni en el extranjero. Véase el dossier de prensa internacional sobre la corrupción que reunió el otro día este periódico.

Se salta la Constitución al no presentar siquiera los Presupuestos –la Carta Magna obliga–, no puede aprobar leyes si no es chantajeado por los partidos nacionalistas y por un prófugo de la justicia. Aun así, esta España es la mejor en décadas.

«Una de las administraciones públicas más limpias de la historia democrática de nuestro país»

¿Hace falta comentar esta frase?

Nos dicen que sí, porque estamos cobrando la crónica.

Resulta que, aunque Sánchez haya comparecido las dos veces en la sede del PSOE, la corrupción que se investiga tiene que ver con el amaño de obras públicas y, por tanto, con la acción del Gobierno. Es más: de momento no sabemos si ha habido corrupción en el partido, pero sí sabemos que la ha habido en el Gobierno.

En su descargo conviene decir que sus predecesores en la presidencia no le ponen demasiado difícil la competencia en términos de limpieza. Suárez, Calvo-Sotelo y Zapatero, aunque duela escribirlos en la misma frase, los más limpios.

«Algunas verdades y muchas mentiras»

Las frases icónicas nacen en el momento más inesperado. Si la del Rajoy de la corrupción fue el «todo es verdad salvo alguna cosa», la de Sánchez será «algunas verdades y muchas mentiras». En concreto, «algunas verdades y muchas mentiras impulsadas por una coalición de lobbies oscuros».

Se ha puesto serio. La última vez tuvo más gracia con lo de «los señores de los puros».

Pese a que la corrupción –todavía presunta, no nos vayan a meter en el trullo por despistados– está grabada y fotografiada, Sánchez se sigue agarrando al relato de los fascismos que tratan de derrocarle.

«Un caso de supuesta corrupción»

Eso es para Sánchez todo lo que ya conocemos.

«Mi deber como capitán es tomar el timón y cambiar esta tormenta»

Esta frase no significa nada, pero la incluimos por su cariz literario. Pedro Sánchez cantando a Perales.

«Se han endurecido las leyes»

Esto es tan sólo un bulo. Baste mencionar que Sánchez, para complacer a Puigdemont, ha rebajado las penas de la malversación, delito clásico de corrupción.

«Nos comprometimos en la lucha contra la corrupción y vamos a seguir haciéndolo»

Lo están haciendo de maravilla. ¡Menos mal que se comprometieron! Consejo para rato libre y frikis de la política: escuchar lo que le decía Sánchez a Rajoy cuando aparecieron los casos de corrupción en el PP.

«El PSOE es el partido con niveles de transparencia más elevados de nuestro país»

Tiene razón el presidente. Lo estamos viendo absolutamente todo.

«No vamos a permitir que la corrupción amenace las pensiones, los salarios, los servicios públicos y los derechos de 48 millones de personas»

Esa amenaza ya se está produciendo. Aquí sí conviene explicar las palabras de Sánchez: la amenaza, aunque cueste creerlo, se refiere a un hipotético gobierno de la oposición, no a la trama del actual Gobierno.

«No vamos a dejar en la estacada a las personas que necesitan de nuestras políticas para llegar a fin de mes»

Versión superlativa e inenarrable de lo anterior.

«No vamos a ponernos en manos de la peor oposición de la historia democrática de España»

Esta frase enlaza con la anterior. Sólo tiene una traducción posible: mejor una izquierda que robe que un gobierno de derechas. Invitamos a todos los lectores a ver el vídeo de Julio Anguita viralizado esta mañana: llamó a sus militantes a dejar de votar a los suyos si estos se corrompían. En ese caso, mejor una derecha honesta. ¡Hasta una extrema derecha!, dijo Anguita.

Tampoco conviene pasarse. Basta con abstenerse, con no votar a Sánchez.

«España es uno de los países más avanzados en transición ecológica»

¡Tiene razón! Retiramos todo lo dicho anteriormente en la crónica.

«Entregar las riendas del país al PP y Vox sería una tremenda irresponsabilidad»

Es un falso dilema el de ‘o yo o la extrema derecha’. Sánchez podría asumir la responsabilidad dimitiendo y quedar al mando del gobierno otra persona del PSOE. Ya ocurrió con Calvo-Sotelo, que sucedió a Suárez tras su dimisión.

En cualquier caso, de las palabras de Sánchez de hoy subyace como nunca antes el detalle más peliagudo: no cree en la alternancia. Cualquier alternativa a él es antidemocrática.

«¡Que presenten una moción de censura!»

Es la frase con la que Sánchez ha reiterado que no saldrá del poder salvo que prospere una moción de censura –para la que sabe que no hay votos– o unas elecciones… en 2027.

«Se verá quiénes son los delincuentes de verdad»

Afortunadamente, sí. Pero Sánchez no se refiere a su gobierno ni a su partido, sino a la oposición. Ha metido en el mismo cóctel los papeles de Bárcenas –el PP purgó esta corrupción saliendo del gobierno, y bien salido–, la actuación de Mazón en la Dana, la foto de Feijóo con el narco, el fraude fiscal del novio de Ayuso «y los presidentes autonómicos inmersos en casos de corrupción».

Hacemos una búsqueda detallada, además de preguntar a la inteligencia artificial, que nos contesta que no hay ningún presidente autonómico del PP implicado en un caso de corrupción.

«No vamos a perseguir denunciantes»

Un saludo, Leire.

«No vamos a perseguir a periodistas que hagan su trabajo»

¿Por qué no enmarcamos en la redacción el burofax que nos envió Santos Cerdán por publicar las primeras informaciones sobre lo que ahora es de dominio público?

«No vamos a ser como el PP»

Llevan toda la democracia, PP y PSOE, empeñándose en ser el uno como el otro.

«No vamos a crear policías patrióticas»

Sigue deslizando el Gobierno el bulo del oficial de la UCO planeando un magnicidio. La policía patriótica del PP está siendo juzgada. Sánchez lleva siete años en el poder. Si hay ahora una policía patriótica, es suya en todo caso.

«En lo personal, estoy sufriendo acusaciones de asociaciones ultraderechistas que no merecen a ninguna verdad»

Con esa frase ha camuflado el caso de su mujer y el de su hermano. Y ha justificado que, al ser él objeto de esa cacería, creyó a Santos cuando éste le dijo que lo suyo era otro maremoto totalitario de la derecha.

«Especialmente las mujeres, que sepan que los audios que hemos conocido nos repugnan»

Como si se hubiera enterado ahora de la vida que llevaban sus mosqueteros de la luna. Ha empezado, por cierto, la comparecencia por aquí, como si esto fuera más grave que la trama de mordidas.

«Estoy tranquilo»

Si esto es verdad, se trata de un verdadero genio.

«No he comido»

Si lo sabía, se lo comió hace ya tiempo. Si no lo sabía, se lo está comiendo ahora aferrándose al cargo. En cualquiera de los escenarios, nos lo estamos comiendo todos.

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