La naturaleza del ser o no ser

Para proseguir ciertas teorías iniciadas a cerca de lo evidente, levanto la tapa del ordenador y entra en pantalla la imagen de la naturaleza de un paisaje; permanezco un minuto deleitándome al ver la grandeza y la belleza de nuestro planeta. No hace falta llegar a la zona de ingravidez para apreciar dónde vivimos (aunque a veces dan ganas de salir fuera de tantos entornos descompuestos por la mano de obra del ser humano). El color del valle y de la montaña posados en la pantalla me llega a crear imágenes y pensamientos de lo que el color crea, pienso en los cambios de estación que suelen traernos evocaciones del pasado, especialmente en primavera y en verano. Estamos en puertas de entrar en el estío debido, como dicen los astrónomos, a la combinación del movimiento de traslación y a la inclinación del eje de nuestro planeta; al acercarse al sol se producen cambios climáticos originando un impacto distintivo en la naturaleza, ejerciendo también un papel fundamental en la vida de los seres vivos; es una evidencia que vemos año tras año cuando el sistema está interconectado e interactúa con los ecosistemas que están en un favorable equilibrio con los seres asentados en ellos. Esta estabilización no se consigue fácilmente debido a que el ser humano tiene voluntades que son incompatibles con una vida de recursos naturales, esenciales para conseguir un hábitat que proporcione una existencia sostenible en la cadena alimentaria. La naturaleza, en este momento del calendario, es ideal para participar con ella y así obtener su influencia positiva en nuestra salud, sobre todo en la psíquica; tenemos que hacernos amigos de ella para que los espacios naturales que nos promueven relajación, reduciendo el estrés y la ansiedad, se conviertan en un eco de libertad, habitabilidad y sabiduría. Estamos viviendo en un momento altamente preocupante –no deseo pormenorizar lo que todos ya sabemos– como es la permanente existencia de la pobreza, la violencia, las beligerancias, la corrupción, añadiendo lo más inconcebible: los gobiernos que se afianzan en la potestad de extralimitarse en sus países al margen del bienestar del pueblo, convirtiéndose en «gobiernos limitados» y no me refiero a las políticas de la Ilustración del constitucionalismo liberal, sino a aquellos que están realmente limitados para cumplir las reglas fundamentales de la Constitución, cimientos democráticos que establecen las normas del engranaje político, restringiendo el poder absoluto para garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos. La concentración del poder en manos de beneficiarios, también llamados socios, como ocurre en nuestro país, lleva a la concesión de intereses espurios, por lo que se origina un monopolio político que va deshaciendo libertades constitucionales. En estas situaciones los países van cayendo al vacío llenándolo de indolencia, favoreciendo el desorden, la corrupción y la violencia.

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