La interconexión eléctrica entre España y Francia es un contencioso que se alarga desde hace años, y que en los últimos meses ha cobrado protagonismo tras el apagón del 28 de abril en la península Ibérica. Ahora, Francia vuelve a poner en duda este acuerdo, afirmando que «no es hostil» a la hora de hablar de una mejora de dichas interconexiones, pero advierte que esto implicaría reforzar sus propias redes internas, con unos costes «muy importantes».
Se trata de un proyecto que continúa estancado y que, desde el lado ibérico, genera presión: Portugal y España exigen a Francia «plazos concretos y compromisos vinculantes». Hace unas semanas, la ministra española para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, y la titular portuguesa de Medio Ambiente y Energía, Marioa de Graça Carvalho, reclamaron a través de una carta escrita compromisos sobre los corredores. En ella, instaron a que los operadores de los tres países «trabajen juntos» para asentar el diagnóstico de lo que ocurrió en abril y evitar incidencias similares en el futuro. Subrayaron, además, la importancia de «compartir los datos con transparencia».
Sin respuesta a la misiva, se espera que este lunes el ministro francés de Energía, Marc Ferracci, aborde el tema en el Consejo de Ministros europeos que tendrá lugar en Luxemburgo, aunque ya ha avanzado de que «no está claro» que la respuesta ante un apagón fuera más eficiente con estas interconexiones eléctricas. Aún así, Francia insiste en que no se opone a este proyecto, y como ejemplo, señala a la construcción de una nueva línea submarina por el golfo de Vizcaya, que este lunes se formalizó con la financiación por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) de 1.600 millones de euros.
Precisamente, la presidenta del BEI, Nadia Calviño, declaró en la ceremonia de firma que el apoyo de la entidad al proyecto «es clave para que la península Ibérica deje de ser una isla energética», muy alejada de los objetivos de interconexión eléctrica con el resto del mercado europeo.
La línea del golfo de Vizcaya es la primera interconexión submarina entre España y Francia, y se espera que entre en funcionamiento en 2028.
Francia insiste en los costes
Para Francia, las nuevas interconexiones en el eje norte-sur no son un tema que deba abordarse de manera autónoma, puesto que para el país galo implicaría reforzar sus redes en esa zona con costes «muy importantes».
Desde París se insiste en que antes de «reclamar de forma mecánica interconexiones» es necesario reflexionar sobre el reparto equitativo de los esfuerzos y las cargas entre los países implicados.
Actualmente, los objetivos europeos aún están lejos de ser una realidad. Las interconexiones entre Francia y la península Ibérica se componen de cuatro líneas que atraviesan los Pirineos y que dan una capacidad de intercambio de hasta 2.800 megavatios (MW), que deberían pasar a 5.000 en 2028, gracias al proyecto del golfo de Vizcaya.
Eso representará apenas un 5% de la capacidad de generación instalada en España, cuando la Unión Europea había fijado un objetivo del 10% para 2020, que debía subir hasta el 15% en 2030.