Están tratando de instrumentalizar la violencia machista para justificar sus ansias racistas

Las calles de Irlanda del Norte han sido escenario en la última semana disturbios callejeros que revivieron capítulos de un pasado de violencia que parecía casi olvidado. La espita que desencadenó las algaradas fue la agresión sexual a una joven, por la que fueron detenidos dos menores de origen rumano. Escudados en su misión autoimpuesta de «proteger a las mujeres y niñas» de la localidad, agitadores enmascarados tomaron las calles en busca de inmigrantes a los que destrozar sus casas y pertenencias. Familias filipinas, ucranianas, búlgaras y de diversas procedencias vieron sus coches calcinados, sus ventanas apedreadas, y sus portales señalados con carteles como «aquí vive un filipino». Muchas de ellas, en aras de evitar ataques, colocaron ‘union flags’ (bandera del Reino Unido) en la entrada de sus hogares.

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