¿Y ahora, qué? El sector del automóvil anda revuelto y ‘tocado’, y mucho más en Europa. No solo por la rápida y vertiginosa transformación que está viviendo tras la pandemia (de eso hace ya 5 años), ni por la apuesta por la electrificación, ni siquiera por los aranceles de Donald Trump. No. La revolución viene del hecho de que los principales gurús de la industria automovilística europea, y mundial, se están desvaneciendo. En menos de seis meses Carlos Tavares, Wayne Griffiths y Luca de Meo han escenificado una ‘tocata y fuga’ que ha dejado a los fabricantes europeos inmersos en un dilema.
La salida anunciada el pasado domingo de Luca de Meo para cambiar las ruedas y los motores por la ropa de alta costura y los bolsos de lujo, ha puesto en evidencia que estamos ante un cambio generacional. Las empresas del automóvil europeo y también mundial andan buscando nuevos perfiles de directivos.
Luca de Meo / Renault
Solo José Muñoz, CEO de Hyundai, parece estar plenamente capacitado y experimentado para hacer frente a todos los cambios que no paran de producirse. Muñoz se atreve hasta con Trump, y es que el directivo español fue reclamado por el propio presidente de Estados Unidos en su primer encuentro con el sector.
Cambio de perfil
No estamos diciendo que la salida de De Meo deje huérfano a Renault, para nada. En el grupo francés hay directivos plenamente capacitados para asumir el testigo del italiano, gente formada junto a él, como Josep María Recasens (aunque no aparece en la quiniela inicial) o el propio Dennis Le Vot (CEO de Dacia). Aunque también suena Maxime Picat (brillante a todas luces y actualmente en Stellantis, pero dentro de la ‘pata francesa’ que no está en boga en el grupo ahora mismo).
Lo que sucede es que nos estamos abriendo a perfiles más técnicos y menos soñadores. Este es el caso de lo acontecido con el relevo de Tavares, un recambio que casi ha tardado más que un embarazo, y que ha culminado con la elección de Antonio Filosa (menos marquetiniano y más de producción). Lo mismo ha sucedido en Seat S.A. de la mano de Markus Haupt, un directivo esencial en temas de producción y electrificación, que ejerce de CEO de la compañía a la espera de que alguien en Wolfsburgo se acuerde de decirlo en la ‘reunión de vecinos’. También lo han hecho en Nissan, donde a la fuerza ahorcan. El hombre que pilotó la era post-Ghosn, Makoto Uchida, ha sido reemplazado por el mexicano Iván Espinosa, que nunca mejor dicho tiene la ‘espinosa’ tarea de reflotar la marca.

Luca de Meo / Renault
Son perfiles que buscan más el equilibrio que la exaltación, y es que con la rápida adaptación de las marcas procedentes de China y las dinámicas aceleradas de cambio que están provocando los movimientos geopolíticos desatados por Trump, lo que se necesitan son líderes con temple y con capacidad de reacción industrial. Esa es la idea. No basta con experiencia técnica, sino que se busca visión estratégica, habilidad para liderar el salto digital y flexibilidad para adaptarse a mercados en plena transformación. Aunque en el adiós de De Meo hay algo más.
La cara B del adiós
Voces autorizadas, como la del periodista italiano Gian Luca Pellegrini, redactor jefe de Quattroruote y miembro del jurado europeo de The Car Of The Year, analizaban ayer que la salida de un De Meo en plena eclosión tras la resurrección de Renault deja entrever otros aspectos. «Quizás la sospecha más fundada sea también la más inquietante: que De Meo se haya convencido de que el sistema automovilístico europeo no se recuperará nunca más. Que el automóvil, como fenómeno social e industrial, ha sido destituido por las élites, humillado por la política y esterilizado por la burocracia. Y que todo esto se ha reflejado en una crisis existencial irreversible de todo el sistema, cuyo punto de partida es la deslegitimación del automóvil como símbolo. Y sin símbolos no hay industria que valga. En este sentido, el paso al mundo del lujo no sería una traición, sino un retorno a la cultura». Una fotografía plenamente acertada.
Esta sospecha de que los directivos están empezando a decir ‘basta ya’ es cada vez más clara. A nivel político se están encontrando con más trabas que ayudas, y la loca carrera por la electrificación a cualquier precio está empezando a pasar factura. Griffiths ya se ‘peleó’ con el Gobierno español por su falta de acción y tachó a Europa de poco coherente con el ‘tema Tavascan’. Y Luca de Meo abandonó la presidencia de la asociación de fabricantes europeos (Acea), además porque tocaba, por una desazón aplastante con las reacciones de la cúpula directiva de la Unión Europea y sus paños calientes a los retos del sector. Ahora lidera el CEO de Mercedes-Benz, el sueco Ola Källenius, dicen que mucho más tibio que el italiano.
De las ruedas a los bolsos
La entrada de Luca de Meo en Kering, la multinacional de marcas de lujo, abre el debate sobre la necesidad del cambio en el mundo del automóvil. La noticia del adiós a Renault y la posible llegada a Kering impactó en bolsa y las acciones de Renault cayeron más de un 6 %, mientras que Kering, su nuevo empleador en el sector de la moda y el lujo, subieron hasta 8 %. ¿Casualidad? Para nada. Kering apuesta por su perfil como experto en reactivación de marcas, aunque su éxito aún no está asegurado, pero la labor llevada a cabo primero en Seat con el perfilado de Cupra, y en Renault con su Renaulution y el trabajo de reflote con Renault y Alpine, revelan que la estrategia del italiano está fundamentada con éxitos.
Por delante tiene un buen reto. Pero no olvidemos que cuando tomó las riendas de Renault (tras la policial salida de Carlos Ghosn), la empresa perdía 8.000 millones de euros. En 2024 el Grupo Renault logró un beneficio operativo récord de 4.263 millones de euros, lo que representa un aumento de 146 millones respecto a 2023. Y eso que el lastre de Nissan casi les cuesta un disgusto.
Hacerse con un nuevo sector no asusta a De Meo, que siempre se ha confesado «amante de las aventuras». Y meterse a lidiar con bolsos, alta costura, relojes, gafas y marcas de alto glamour, sin duda lo es. La moda no es ajena al automóvil. Que se lo pregunten si no al diseñador Walter de Silva, que cambió los lápices para dibujar en el grupo Volkswagen para diseñar zapatos de alta costura. Italiano, también, pasional, para más señas.