El fútbol base vivió uno de sus episodios más lamentables este fin de semana durante el Torneo Ourense Provincia Termal, donde un partido entre los equipos cadetes del Real Madrid y el Celta de Vigo terminó en una violenta pelea entre varios jugadores. Lo que debía ser una jornada de formación y deporte, acabó convertida en un espectáculo bochornoso que fue grabado por asistentes y difundido por medios como AS, generando una ola de críticas en redes sociales.
La trifulca se desató tras una jugada polémica en los últimos minutos del encuentro. Lo que comenzó con empujones y reproches verbales, rápidamente escaló hasta los golpes físicos, con jugadores de ambos equipos involucrados. Las imágenes muestran escenas más propias de un combate que de un partido juvenil, en un contexto donde la rivalidad y la tensión terminaron desbordando a los jóvenes futbolistas.
Como resultado del altercado, tres jugadores fueron expulsados de forma inmediata por el árbitro, quien intentó controlar una situación que se le fue de las manos. Aunque no se han detallado públicamente los nombres ni los equipos a los que pertenecen, se espera que los clubes abran expedientes disciplinarios y que el comité organizador del torneo también actúe en consecuencia.
Este incidente pone en evidencia un problema que va más allá de un partido: la presión, la falta de educación emocional y el mal manejo de la competitividad en categorías formativas. A pesar del talento evidente en estas canteras, es imprescindible reforzar valores como el respeto, la deportividad y la tolerancia al error, para evitar que la rivalidad derive en violencia.
El torneo Ourense Provincia Termal, conocido por reunir a algunas de las mejores canteras del país, ha quedado manchado por este episodio. Más allá de las sanciones inmediatas, el fútbol base español necesita reflexionar a fondo sobre cómo formar no solo grandes jugadores, sino también personas capaces de competir con respeto y madurez. Anecdóticamente, el resultado fue de 2-0 a favor del combinado «merengue».