En este Mundial de Clubes hay que analizar cada día por separado. La inauguración era simplemente la primera etapa y resultaba llana. Porque estrenar con Messi como telonero es un privilegio para el torneo que organiza la FIFA. Se esperaba un pinchazo en asistencia y no lo fue, aunque a media hora para empezar el partido el Hard Rock Stadium estaba solo a medias. Quizás, la concepción del fútbol difiera demasiado de un continente a otro, aunque hay que darle el mérito de superar los 60.000 aficionados oficiales a Al Ahly, que ganó en colorido y energía a los locales de Inter de Miami.
Messi, el gran reclamo de la inauguración
No lo tuvieron fácil los fieles del equipo de Messi. En concreto su ‘barra’, The Siege y otros grupos que nacieron incluso antes de que se fundase el club. Como si de un sentimiento de accionariado popular se tratase. Primero queremos fútbol, porque amamos este deporte, y después ya llegará el equipo. Y efectivamente, David Beckham lo consiguió para un estado, como el de Florida, donde el ‘soccer’ ha tenido arraigo por pura composición demográfica.
No hay un solo taxista con el que no se pueda conversar de Ronaldinho, Zidane y hasta Pelé, uno de los pioneros en el intento de convertir a EEUU en un territorio propicio para una semilla futbolística que no ha terminado por asentarse. Por eso, a los que siempre han estado al lado del Inter de Miami, les dolió quedarse tan lejos del reparto de entradas. Porque entre el público del Rock Stadium había todo tipo de perfiles: desde el que pagó religiosamente su billete, al precio que fuese, hasta el invitado por patrocinios.
En definitiva, como en cualquier otro evento futbolístico de élite, pero que en el caso del partido inaugural se extremó. Porque las entradas con precios estratosféricos las terminaron pagando miembros como los de Vice City 1896, el grupo de animación de Inter de Miami, que en conversación con este diario explicaban lo siguiente. «Ha sido un drama. De los 300 miembros que somos, solo 25 pudieron conseguir boletos para el entrado», denunciaba uno de los portavoces de la organización.
La amenaza de detenciones, en el aire
«No tuvimos espacio en el estadio, ¡como siempre debe tener una hinchada! Lo que pasó es que la FIFA nos dio una sección supuestamente para la hinchada de Miami, pero nos cobraron casi 500 dólares la entrada. ¡Un timo!», añade el miembro de los fieles de Inter Miami, que se quedaron con un sabor agridulce al ver cómo su equipo era incapaz de vencer al Al Ahly. Aunque muchos de ellos tienen otras preocupaciones mayores: «Por razones que habéis visto en los medios y las redes, no vamos a armar una previa como tal».
La amenaza de las detenciones contra inmigrantes está en el aire, más si cabe en un territorio donde hay una amplia comunidad multicultural. Es más, se dio el caso de algún hincha que, a pesar de tener entrada, decidió no ir por el clima de tensión y seguridad que se vive en ciertos puntos de EEUU. Desde las autoridades se afanan en repetir que no se trata de una persecución arbitraria, sino que tiene que ver estrictamente con «perfiles indocumentados», pero las imágenes de disturbios difundidas desde Los Ángeles han hecho mella en este colectivo.
Infantino, fotografías y autógrafos con sus ‘fans’
Lo que sí consiguieron burlar algunos hinchas de Al Ahly es la prohibición de exhibir banderas políticas. O lo que se considera ‘político’ dentro del fútbol, en un sentido muy amplio de la palabra en caso de que los elementos puedan provocar una alteración del orden. Y en esa categoría está la bandera de Palestina que algunos hinchas egipcios llevaron al campo, para apoyar esta causa y, de paso, a su jugador Wessam Abou Ali, internacional con un combinado que hace nada perdía sus opciones de estar, precisamente, en EEUU para el Mundial 2026.
En medio de estas fuerzas encontradas, Gianni Infantino, presidente de la FIFA, que entró en el Hard Rock Stadium firmando autógrafos y posando en fotografías como si él mismo estuviese jugando. Y es cierto que el suizo se la juega, porque este torneo es una apuesta personalísima dentro de un mandato marcado por decisiones que han sido sometidas a debate, como llevar Mundiales a Qatar o Arabia Saudí. E incluso un torneo como el Mundial de Clubes a EEUU. Pero detrás de todos los movimientos está el mismo mensaje: «Defender la pirámide del fútbol». Y para ello es necesario capital contante y sonante. Como el que pagaron los hinchas de Miami.