Esto parece Woodstock… es impresionante». Esa frase de Eva Amaral, que ha visto ya los siete mares en sus conciertos por medio mundo, revela por sí misma el gran ambiente vivido durante la tercera jornada del festival O Son do Camiño, que el pasado año fue el séptimo con más público del ranking de toda España.
A falta de saber si se superarán las 126.000 personas que acudieron al Monte do Gozo en la edición previa, Amaral probaron que su sintonía con el público intergeneracional está al alcance de pocos grupos. En su actuación de Santiago, abierta con puntualidad británica (en ese aspecto, notable para el festival), «Dolce Vita» fue la primera canción, una especie de himno entre festivo y humanista, con tempo vitalista ideal para desplegar su hora y media de repertorio.
Eva Amaral durante su concierto de este sábado en O Son do Camiño / Antonio Hernández
Eva Amaral fue la primera en salir, con traje chaqueta negro y top de lentejuelas subrayado por una amplia solapa blanca. Le bastó sonreír para ganar una ovación gigante a modo de abrazo. Esta mujer, canta e interpreta como pocas, fuerza y sensibilidad, su bandera pop. A su vera, Juan Aguirre al frente de una banda con bajo, más chelo y metal (ambas coristas a ratos), batería, y teclista en respectivas plataformas, dejando el medio para unas escaleras, todo ello con juegos de visuales mimados.
Tras sacar sus dos últimos discos con un intervalo de seis años, tranquilidad ganada tras años de sembrar éxitos, Amaral siguieron con dos temas más del nuevo trabajo, «Eso Que Te Vuela la Cabeza», más «Tal y Como Soy» (con lluvia de confeti colorista y cada integrante poniéndose gafas de sol para dar barniz de chulería), dando paso luego a su primer hit, «Toda la Noche en la Calle», con esa frase que tan bien viste los tiempos actuales «¿Por qué este mundo no lo entiendo?» y que casa de maravilla con esta otra parte de su letra: «Este es el mundo de los dos, sin sentido pero tuyo y mío».
Amor, de ello hay mucho en las canciones de Amaral, y de amor van los puentes de un festival como este. «Moitas grazas…», gritó ovacionada Eva Amaral tras la cálida recepción inicial de un concierto que fue a más al tocar luego «Kamikaze» y, la muy muy coreada, «Moriría por Vos», porque, hasta Nicholas Cage hubiera disfrutado ayer noche.

Concierto de Eva Amaral en O Son do Camiño 2025 / Antonio Hernández
Antes, actuaron La La Love You, grupo madrileño, dio brio punk pop desde las siete y poco de la tarde, abriendo su set con temas como «Sabesquetequiero», «en el maravillosísimo festival O Son do Camiño«, soltó su cantante, David Merino. Y su compañero, Roberto Amor añadió: » Venir a tocar a Galicia son vacaciones», dando paso luego a un tempo medio titulado «La Canción del Verano» y un viaje en «lalatrineo» al tocar «Laponia». El ambiente festivó se elevó con Pócima del Amor, track que aprovecharon para que, tras llamar con un móvil gigante hinchable a un oso pizzero con cresta rosa en moto (mostrado en un vídeo animado), subir a escena a una fan y un fan para lanzar al aire docenas de pizzas de tela, momentazo avivado con la posterior versión de «Tenía Tanto Que Darte», el gran éxito de Nena Daconte (hitazo de 2008).

Actuación de La La Love You el sábado en O Son do Camiño 2025 / Antonio Hernández
El corcho del champán colectivo salió por los aires al interpretar «El Principio De Algo» y la impresionante «El Fin Del Mundo» con baile y cántico a mares. El relevo lo tomó el manchego Dani Fernández, voluntarioso con su pop rock de autor basado en canciones como «Todo Cambia», poniendo mucho para motivar al Monte do Gozo pero con un directo algo insustancial. Eso sí, destacó en su clásico homenaje a Supersubmarina con la tonada así titulada, emotiva y bien fraseada, ejemplo de que hay que seguir la carrera de este ex Auryn, como constató al sonar su exitosa composición, «Dile a Los Demás» (con hermoso parón para dar rienda al coro gigante del «uo… Ooo»).
En el cierre de esta tercera jornada del O Son do Camiño 2025, el protagonismo estaba reservado para Estopa (segunda gira que más público convocó en España durante el pasado año, solo superada por el tour de Melendi), The Prodigy y Steve Aoki, franja noctámbula muy dada a visitar las barras, donde este ano la caña de cerveza, estaba a 3,5 euros, el vaso grande a 10, el agua a 2,5, la copa Red Bull a 8, el vermut a 5 y la copa Johnnie Walker Red a 8 euros, precios a los que sumar 1,5 euros por cada vaso reciclable.
A todo esto, muchas personas llegaron al recinto combinando bus y caminata más larga de lo previsto (hubo quienes subieron desde el centro para ir a Os Tilos y alli, sin bajar, asegurarse hueco en esa línea 6 para ir rumbo hacia San Marcos, donde la parada cercana a O Tangueiro ahorraba distancia respecto al destino de los buses lanzadera gratuitos). Radiotaxi Santiago, donde rara vez respondían y al hacerlo explicaban que «durante los días del festival no se da el servicio de pedir un taxi» para tal hora o lugar.

Público durante la última jornada del festival O Son do Camiño / Antonio hernández
Todo eso tras una jornada previa donde la medianoche tuvo ratos de rave gracias a la festivalera actitud de Sergio Pizzorno, cantante del grupo británico de indie rock Kasabian, que suplieron la ausencia de Kings of Leon (en el Mad Cool de Madrid y en el Alive luso, les sustituyeron por una banda de más fama, Muse). El barbado Pozzorno se bajó a cantar entre el público del foso que representa la zona más cercana al escenario, por donde paseó durante casi cinco minutos y generó catarata de vídeos y fotos.

El cantante de Kasabian, Pozzorno, entre el público del viernes en O Son do Camiño / Jesús Prieto
Despues ellos salió la catalana Bad Gyal, en la única fecha en Galicia de su gira Bikini Badness 2025, con ocho personas como cuerpo de baile (cinco mujeres, tres hombres), interpretó temas como «Guay» (con la voz de Ozuna pregrabada, como casi todo en un show con espíritu de perreo donde el público gritó en escenas como el lametazo de un bailarín a la reinona barcelonesa ante un auditorio que miró más que bailó).