Pedro Sánchez.
Me da mucho asco, me repugna y me avergüenza. Llega un momento en que si no dices lo que piensas es porque aceptas lo que está ocurriendo y yo no puedo más de desprestigio institucional, de corrupción y de falta de principios. Por eso lo denuncio.
No me vale decir que todos son corruptos, siempre he rechazado el “y tú más” o poner el ventilador para repartir la mierda. No me vale. Sé de la Gurtel, la Kitchen, la Policía Patriótica, el Tres por Ciento catalán y los EREs en Andalucía. Y aún más. Nadie está libre de culpa. Todo muy triste e indignante, pero lo de ahora va más allá, no sé si en cantidades porque ahí los EREs deben llevarse la palma, pero sí en gravedad por la gente a la que salpican, que en este caso son los dos últimos secretarios de Organización del PSOE, mientras también hay sospechas graves de comportamientos incorrectos del Fiscal General del Estado y de la mujer y el hermano del mismo presidente del gobierno. ¡Es demasiado! Ya no vale echarle la culpa a “la máquina del fango” o a Ayuso, por criticable que también sea su novio. Ignoro la fuerza de los indicios o pruebas en contra de cada uno de ellos, algo que los jueces deberán decidir, pero el refranero afirma que cuando el río suena, agua lleva, que la avaricia rompe el saco y que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. En una democracia como la nuestra nadie está por encima de la ley por mucho que el hasta ahora presidente de la Diputación de Badajoz, que de Gallardo tiene poco, haya buscado un aforamiento express en un ejemplo de fraude de ley que ningún partido con algo de dignidad debería permitir. Igual que me resulta penosamente sospechosa la débil reacción del PSOE con Leire Díaz, que a lo mejor es una santa, pero que apesta a mafia siciliana porque los últimos informes de la UCO, que esta señora trabajaba para desacreditar, no dejan dudas sobre los obscenos repartos de comisiones entre el tal Koldo, Ábalos y Santos Cerdán.
Si la mujer del César debe parecer y ser honesta, ¿qué decir del mismo César y de quiénes forman parte de su círculo más íntimo? Volviendo al refranero, dime con quién andas y te diré quién eres. Y las compañías de Pedro Sánchez no pueden ser peores… a pesar de que podía elegir entre casi cincuenta millones de españoles decentes. Un presidente no puede escoger a su hermano, que también le da dolores de cabeza, pero se le debe exigir que elija bien a sus colaboradores más estrechos y si no lo hace debe pagar las consecuencias. No basta con poner carita de pena, pedir perdón, decir que lo ignoraba y centrar el problema en el partido (¿hay también financiación irregular?) para tratar de exonerar al gobierno que preside.
Yo no digo que Pedro Sánchez sea corrupto porque lo ignoro, pero en una de las conversaciones desveladas por la UCO Santos Cerdán le pidió a Koldo que metiera irregularmente dos papeletas en la urna de las primarias de 2014 en las que Sánchez fue elegido secretario general. Y algo parecido ha contado también Tomás Gómez, un socialista que estuvo en su Ejecutiva, en una conversación con Susana Griso donde dijo que “yo he visto a Pedro Sánchez dar una orden para meter una urna detrás del biombo para intentar cambiar el sentido de una votación”. Huele muy mal porque denuncia un estilo repugnante de hacer política. Y la verdad es que este PSOE es irreconocible, un ministro de Felipe González me dijo un día que tendrían que crear “las vejentudes del PSOE” para poner un poco de orden. Afortunadamente hay también gente joven como Eduardo Madina, apartado en su día por Sánchez, para regenerar la política y devolver la dignidad al partido.
Aunque solo fuera por estética Pedro Sánchez debe dimitir o al menos convocar una moción de confianza, y aunque solo fuera para la Historia Alberto Núñez Feijoo debe presentar una moción de censura para que se retraten los partidos y también todos los diputados del Congreso. Los españoles tenemos derecho a saber lo que cada uno piensa.
Daron Acemoglu, Nobel de Economía, lleva tiempo estudiando la relación entre la calidad de las instituciones y la riqueza de los países. Seamos dignos y no pongamos en peligro lo que tanto nos ha costado conseguir.