Sánchez, el cuarto pasajero

Ridley Scott no habría encontrado mejor argumento para una película de terror claustrofóbico que las correrías por carreteras de España de cuatro tipos a bordo de un Peugeot, abducidos por el ansia de poder, uno, y por las ganas de trincar pasta a manos llenas de los otros tres con cargo a obras públicas. O de organizar dos de ellos, los más rumbosos, jaranas y orgías en paradores nacionales, ligeros de paños menores.

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