Horas antes de que Donald Trump celebre en Washington el día de su 79 cumpleaños el primer gran desfile militar desde 1991 que ve la capital, cientos de miles de estadounidenses, o millones, se anticipa que van a salir a las calles este sábado en grandes urbes, pequeñas ciudades y pueblos de todo el país para protestar contra la deriva autoritaria del republicano.
De costa a cosa, los grupos organizadores de lo que han bautizado como un “día nacional de desafío” contabilizan ya cerca de 2.000 manifestaciones. Solo en las de Nueva York se espera a entre 50.000 y 100.000 personas. El jefe de policía de Los Ángeles ha anticipado “multitudes quizá sin precedentes” en la urbe, donde Trump ha desplegado a Guardia Nacional y marines . Y todos van a reunirse bajo una idea común: “reyes no”.
Es el lema que ha dado el relevo al “manos fuera” que los mismos grupos lanzaron en abril en manifestaciones que lograron sacar a las calles a más de tres millones de estadounidenses que entonces exhibieron su rechazo a Trump y a quien por entonces era su amigo y aliado y “empleado especial” de su gobierno: Elon Musk.
Interés disparado por Los Ángeles
Esta jornada lleva gestándose desde que el mandatario anunció la celebración en su propia onomástica del desfile militar para marcar el 250 aniversario del nacimiento del Ejército, pero los organizadores han comprobado que el interés en participar se ha disparado en la última semana, después de que Trump, saltándose a las autoridades estatales, autorizara el despliegue militar en Los Ángeles en respuesta a protestas contra sus agresivas operaciones de arresto de inmigrantes. Esa pantalla partida con una imagen de poderío militar en la capital y tropas actuando en una ciudad de EEUU ha multiplicado los escalofríos.
Aunque el jueves un juez declaró ilegal tanto el despliegue y la federalización de los reservistas, un tribunal de apelaciones permitió que siguiera adelante por lo menos hasta una vista el martes. El magistrado, no obstante, dejó una sentencia muy dura con las acciones de Trump y repetidamente enfatizó que ejerce la autoridad de un presidente, no de un rey, y que el papel llega con limitaciones. “Esta es la diferencia entre un gobierno constitucional y el rey George”, escribió el juez Charles Breyer, que recordó que EEUU “se fundó en respuesta a un monarca”.
Los organizadores de las manifestaciones también ven al republicano excediéndose en sus funciones, y las críticas a esos excesos de su Administración se plasman en la web de las protestas, que permite informarse de convocatorias, proponer la organización de otras y prepararse para la participación. “Han desafiado a los tribunales, deportado a estadounidenses, desaparecido gente de las calles, atacado derechos civiles y recortado los servicios”, se lee. “La corrupción ha ido demasiado lejos. Tronos, no. Coronas no. Reyes no”.
Ezra Levin, fundador del grupo Indivisible, uno de los organizadores, usaba hace unos días en ‘The Guardian’ el símil de las manifestaciones con el trabajo de un músculo y en esa comparación este sábado es como una intensa sesión de ejercicio. “Salvamos de repente la democracia este sábado? No. ¿Dimite Trump de repente el sábado? No. No es como funciona”, explicaba. “Es una táctica de una estrategia a largo plazo para salvaguardar la democracia estadounidense”.
Tensión y miedo
El único lugar donde los organizadores de “Reyes no” han evitado tener presencia es, justamente, DC, escenario del desfile militar, aunque sí hay otros grupos que han organizado protestas en la capital, en cuyos cielos habrá aviones, helicópteros, fuegos artificiales y drones de seguridad y cuyas calles recorrerán decenas de tanques, blindados y vehículos de combate así como 6.000 soldados.
Se trata de una ausencia que se había decidido antes de que Trump amenazara esta semana con que cualquier protesta contra el desfile “será replicada con contundencia”.
Aunque los organizadores de las marchas nacionales llaman a la protesta pacífica, las tensiones son palpables, más cuando en la Casa Blanca hay un líder que centra sus advertencias sobre amenazas en lo que llama “enemigo interno” y que trata de exhibir mano dura y poderío militar.
En estados gobernados por republicanos como Florida o Texas (donde el gobernador ha desplegado a la Guardia Nacional como Trump ha hecho en Los Ángeles) se ha prometido una respuesta contundente ante cualquier incidente. Y un sheriff de Florida ha llegado a amenazar con matar a quien sea violento con la policía.