El FC Barcelona fue suspendido durante seis meses por motivos políticos en 1925, después de que en un partido amistoso entre el primer equipo barcelonista y el Júpiter como homenaje al Orfeó Català se abuchease la marcha real, que una orquesta de un barco inglés interpretó además del himno británico, que fue aplaudido. El partido se jugó el 14 de junio de 1925, hace justo un siglo.
El partido llegaba en un contexto políticamente complicado: en España imperaba la dictadura de Primo de Rivera desde 1923, mientras el FC Barcelona ya tenía un vínculo con el catalanismo que su masa social proclamaba y que la junta directiva había asumido desde hacía algunos años, a partir de la presidencia de Ricard Graells. El Barça ya era un símbolo de reivindicación catalanista en 1925, recién celebradas sus Bodas de Plata.
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Así, el homenaje al Orfeó Català, otro símbolo catalanista, con motivo de unas actuaciones brillantes en Roma, tuvo lugar en un momento políticamente tenso en Barcelona, con el catalanismo perseguido por la dictadura. Deportivamente, el Barcelona estaba en el mejor momento de su historia hasta entonces: acababa de celebrar sus primeros veinticinco años y era vigente ganador del Campionat de Catalunya y el Campeonato de España.
Aunque el mismo día la selección española jugaba contra Italia en Valencia y Samitier y Piera, seleccionados, no estaban en Les Corts, el campo barcelonista presentó un gran aspecto para ver el Barcelona-Júpiter. Para dar solemnidad al partido, una banda militar de un barco inglés anclado en el puerto tocó los himnos de España (la marcha real) y el Reino Unido. El público presente en Les Corts (14.000 personas de acuerdo con la comunicación del Gobernador Civil, hecha pública a los periodistas el miércoles, 24 de junio) abucheó la marcha real, pero ovacionó el himno inglés. Este desprecio desembocó en un expediente por parte de Justo Conde, comandante del Cuerpo de Seguridad de Barcelona, y días después, el 24 de junio, en la suspensión por seis meses por parte del gobernador civil, Joaquín Milans del Bosch, de toda actividad del club (no solamente cierre de Les Corts) y la dimisión y destierro de Joan Gamper.
Información de Mundo Deportivo del 16 de junio de 1925 sobre la suspensión de seis meses al FC Barcelona
Pese a que hubo peticiones de reducción de la sanción por parte de la Federació Catalana, el gobernador civil se mantuvo inflexible y el Barcelona no reemprendió la actividad social hasta el 17 de diciembre, cuando se celebró la Asamblea en la que quedó establecida la nueva directiva, presidida por Arcadi Balaguer. Joan Coma había sido el presidente ‘de facto’ durante la suspensión del club.
Aunque el club estaba suspendido, ningún jugador se dio de baja ni fichó por otros clubs, ni hubo que bajar la persiana, porque los socios siguieron pagando sus cuotas, sin más porcentaje de bajas que el habitual, y, además, se emitieron bonos que fueron adquiridos por numerosos aficionados.
También el resto de clubs catalanes y la Federació Catalana mostraron solidaridad con el FC Barcelona, ya que el Campionat de Catalunya no comenzó a jugarse hasta enero de 1926, cuando la suspensión ya había expirado. En la primera mitad de la temporada, se organizó una nueva competición, la Copa Catalunya, con todos los equipos que debían jugar el Campionat de Catalunya excepto el Barça, que ganó el Terrassa.
La sanción puso a prueba la fortaleza del sentir catalanista de la masa social del Barça, que quedó refrendado. Sí se cobró la figura de Joan Gamper, de creencia religiosa protestante, que marchó de Catalunya para regresar más tarde de forma discreta, aunque ya nunca volvió a ser presidente del Barcelona. Es el gran mártir de la sanción de Primo de Rivera y Milans del Bosch, aunque en contrapartida el vínculo de la masa social barcelonista con el catalanismo se hizo más fuerte.