Dicen que Indianápolis es aburrida y nadie daba un duro por los Pacers en estas Finales NBA, favoritísimos los Thunder del MVP Shai Gilgeous-Alexander como nunca lo ha sido un equipo en una serie por el anillo en los últimos 20 años. Apenas tienen estrellas de relumbrón, acaso una en un Tyrese Haliburton despreciado por sus propios compañeros de profesión en la NBA, que lo consideran el jugador más sobrevalorado. Pero, asumido que el mundo está contra ellos, estos Pacers asumen con orgullo y rebeldía el reto. Creen en sus ideas diferentes y su ciudad igual es aburrida pero se mueren por ellos. Quieren contradecir al mundo y ya está más cerca de hacerlo: anoche superaron a Oklahoma con su alud de baloncesto marchoso y coral (116-107) para poner el 2-1 en estas Finales.
Con cambios de líder en el marcador durante todo el partido y los Thunder empezando el último cuarto 84-89 arriba, el portentoso sprint final de los Pacers desarboló a OKC, sin opción de locura final pues el copyright de las remontadas pertenece a Indiana.
Señalado y acusado de ser un tímido líder sin carácter en el segundo partido, Haliburton olvidó el trote con el que empezó los dos primeros encuentros y jugó al galope desde el principio, subiendo los decibelios de la entusiasmada hinchada de Indianápolis. Decidido a meterse con determinación en esa boca del lobo que es la pintura que protege la mejor defensa de la NBA moderna, el base se disparó a los 22 puntos, 11 asistencias y 9 rebotes rozando el triple-doble y fiel a su eficiencia de turno, con un 9/17 en tiros de campo y un 4/8 en triples.
Su sostenida aportación durante el partido contrastó con la manera con la que el MVP Shai Gilgeous-Alexander se diluyó al final, con ‘sólo’ 24 puntos después de los 38 y 34 del Game 1 y 2 y claudicando en el último cuarto ante la presión de Indiana con sólo 3 puntos y el desgaste al que fue sometido en el otro lado de la cancha.
Exigido como nunca hasta ahora en defensa, el base canadiense aún pudo cumplir en cuanto a eficacia en el tiro con un 9/20 en lanzamientos y un 1/3 en triples, pero su impacto creando por los demás se vio ensombrecido por unas 6 pérdidas que superaron sus 4 asistencias. Jalen Williams y Chet Holmgren fueron los fieles escuderos del MVP con 26 y 20 puntos y Luguentz Dort aportó 12, abonado todavía a su anomalía desde el perímetro con un 4/5 en triples.
Pero, para anomalía, lo que se testimonió en el duelo de banquillos.
Por una vez, los Thunder se vieron vencidos en el pulso entre segundas unidad por goleada, sólo 18 puntos de sus suplentes por los 49 de los Pacers. Gran parte de culpa de esta insólita rareza la tiene Bennedict Mathurin, prolífico factor X con 27 puntos desglosados en un casi perfecto 9/12 en tiros de campo.
El pendenciero canadiense, siempre en todos los fregados y cuando no ya se ocupa él de prender la mecha, canalizó toda su energía e ímpetu esta vez de manera correcta, todo potencia y decisión con sus penetraciones. Por su parte, Pascal Siakam firmó su mejor actuación hasta ahora también en estas Finales de la NBA con 21 puntos y un 8/14 en tiros de campo.
Pero, aunque una encomiable esfuerzo colectivo por parte de todo el equipo, la chispa que acabó de encender la enfervorizada y lampante multitud de Indiana ataviada de amarillo fue T.J. McConnell. Porque no se puede llegar a la NBA con un liviano físico de 1,88 y sin ser drafteado más que con descaro, el menudo pero intrépido base de 33 años salió a jugar a tumba abierta, un nervio recorriendo la cancha, valiente para llegar hasta la cocina en la temida pintura de Oklahoma y ejerciendo de agitador de masas con sus robos y su manera de pedir más al público.
Pocas veces una hoja estadística reflejará tan bien ese impagable intangible llamado esfuerzo que le puso McConnell, con 10 puntos, 1 rebote, 5 asistencias y hasta 5 robos en sólo 15 minutos. Con él en la cancha, los Pacers se lo acabaron de creer, poniéndose por delante por primera vez en el partido a falta de 8:27 para el final del segundo cuarto (37-36) y llegando al descanso 64-60 arriba, primera vez en esta serie que Indiana encaraba el asueto en ventaja.
En Indiana se respiraba mucho Indiana, con Reggie Miller sentado en primera fila y la fenomenal Caitlin Clark también entre los espectadores de lujo aunque todos en cualquier caso vestidos con la proclamación de orgullo de Indianápolis: “This is Indiana”, parte del lema de “En 49 estados (de Estados Unidos) es sólo baloncesto, pero esto es Indiana”.
Con tal abundante exhibición de orgullo, los Pacers no podían hacer otra cosa sino que predicar su atractiva marca de vertiginoso y entretenido baloncesto en el parqué, abriendo la veda de la anotación. Rodándola a toda pastilla como Àlex Palou, presente el piloto catalán en el Gainbridge Fieldhouse y talismán de nuevo para los Pacers el que se acaba de convertir en el primer campeón español de la historia de las 500 Millas de Indianápolis.
El equipo de Rick Carlisle jugó con rapidez a la vez que una inteligencia de precisión quirúrgica. Por primera vez en estas Finales, Indiana ha encontrado el equilibrio perfecto entre el ritmo y la pausa para derribar por fin la temida defensa de Oklahoma. Atrapados en la fulgurante marcha a la que juegan estos Pacers, lo del equipo de Mark Daigneault fue un naufragio por completo con el balón, con sólo 16 asistencias por hasta 17 pérdidas.
En medio de ese desgobierno, concedieron hasta 50 puntos en la pintura. En una estadística que lo dice todo, Indiana había anotado tanto en el descanso en la pintura -34-, como en cada uno de los dos partidos enteros anteriores. Tras el 64-60 del descanso, el ritmo se ralentizó en la segunda parte.
Los Pacers avivaron el ritmo minimizando el riesgo de pérdida con varias acciones que aseguraban éxito para finalizar la jugada. Perro viejo Carlisle a sus 65 años, Indiana parece haber encontrado varias puertas de entrada a la pintura de Oklahoma con Shai Gilgeous-Alexander abriéndolas de par en par.
El campeón del Este no dio tregua al MVP y las primeras jugadas fueron ya toda una declaración de intenciones, con Pascal Siakam atacando al base en situaciones de poste, acumulando puntos y forzando la primera falta del canadiense pronto. Jugadas de rápida ejecución al principio de las posesiones pues el paso de los segundos favorece a los Thunder y cuanto antes se cree una ventaja, mejor.
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