del policía facha al becario de vox

Son las seis de la tarde, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está dentro de la sede de Ferraz dando explicaciones sobre el ‘informe Cerdán’. Mientras, medio centenar de periodistas, además de la multitud que está dentro de la sede con el presidente, esperan en la calle. La que suscribe estas líneas se ha ofrecido voluntaria para reforzar a sus compañeros y, mientras habla Sánchez, espera con un café en el bar que hay enfrente junto a otros compañeros. Es en un momento en el que todos los parroquianos atendemos al televisor del local, cuando un Policía Nacional entra en el garito solo, se gira, mira la tele y pregunta: ¿Éste ha dimitido ya?

La cara de pasmo de los periodistas es de órdago pues el señor, ni más ni menos que va con el uniforme de la Unidad de Intervención Policial (UIP). Vamos, los antidisturbios de toda la vida. Es decir, los mismos cuyas lecheras toman Ferraz para evitar que el ‘facherío’ patrio la líe parda. Pero claro, si el señor que tiene que evitar que la extrema derecha nos parta la cara a los periodistas que estamos detrás del cordón, porque no quieran saber ustedes las lindezas que nos dedican los manifestantes, en lugar de estar a lo suyo, está más preocupado de ver si Sánchez dimite o no, pues qué quieren que les diga, me preocupa.

Me preocupa muchísimo que algunos agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado estén pensando que preferirían estar gritando ‘Pedro Sánchez, hijo de puta’, en lugar de estar pendientes de hacer su trabajo, que es defender las libertades de todos y cada uno de los ciudadanos. Hasta de los de extrema izquierda. También he de romper una lanza con otro compañero de este hooligan, pues ni mucho menos todos los policías son así, y menos mal. Un agente se ha ido cara a una mujer que gritaba frases tan sutiles como ‘PSOE corruptos’ o ‘’En esta sede corre la cocaína’, y no ha dudado en echarla. Ella le decía “soy periodista”, y él, muy amablemente pero firme, le respondía: “Pues a ver ese carnet de prensa”.

Y mientras eso pasaba a primera hora, el tiempo ha ido transcurriendo y los manifestantes aumentando. Como en las ya casi olvidadas ‘noches de Ferraz’, los de Vox no han dudado en acudir al evento. Al clásico Ortega Smith, otrora mandamás, y ahora más defenestrado que el propio Santos Cerdán, se ha unido el diputado Figaredo. Tampoco han faltado al evento clásicos del facherío patrio como Alvise Pérez, quien a preguntas de quien les escribe esto ha dicho que venía para protestar contra la prensa subvencionada… no sé, igual es que hoy no ha leído los papeles, o es que el señor se nos ha marcado un Paco Umbral y viene a hablar de su libro.

Mención especial para los colegas de Hazte Oír. Ellos, más forrados que Trump, se han liado la manta a la cabeza y, como siempre, han hecho un despliegue de medios que hace llorar a sus colegas de Vox, que a lo más que llegan es a mandar al diputado con pinta de becario. Hazte Oír lo da todo, se deja la ‘facha alma’ en cada cosa que hace y, así, este jueves nos regalaba el autobús serigrafiado mientras su presidente se daba un baño de multitudes.

Y es que la extrema derecha, la misma que ha copiado los gritos indepes, y se los ha apropiado sin que se les caiga la cara de vergüenza…prometo por mi perra Bandi, y mi gato Rouco, que mi cerebro sigue estallando cada vez que los escucho gritar ‘prensa española manipuladora’, tiene un merchandising que necesitaría diez artículos para explicarlo. Obviamente, la bandera del aguilucho es la ‘special guest star’ de cada acto, pero luego tenemos las pancartas, a Núcleo Nacional y hasta algún requeté despistado, que vamos a ser sinceros, le da color al asunto fachorro.

Esto sería divertido si no fuera porque estamos hablando de una manifestación sin permiso. Un atentado contra la libertad sin precedentes a la que acuden diputados de formaciones con presencia en el Congreso de los Diputados. Poca broma… policías fascistas que no se cortan, fascistas sin uniforme tomando las calles y, mientras, el resto, detrás del cordón policial porque, como se nos ocurra salir, nos revientan la cabeza.

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