La pasión por elaborar siempre un vino mejor

Más de cien años de historia y de actividad ininterrumpida, cinco generaciones de una misma familia y una filosofía que se transmite de padres a hijos:«Hemos hecho de nuestro trabajo nuestra pasión». Pilar Oliver, enóloga de Miquel Oliver Vinyes i Bodegues, hizo suyo el lema de su padre, el mismo que transmite a los jóvenes que se incorporan a la empresa familiar. Hija de Miquel Oliver, lleva una treintena de años como enóloga de las bodegas y ha vivido grandes transformaciones. «En todos estos años Miquel Oliver Vinyes i Bodegues ha pasado por todas las etapas, todas muy enriquecedoras. Los cambios que he visto han sido brutales. De un lado, las inquietudes que ahora tiene el consumidor de vino, y de otro, el bodeguero y el enólogo de hoy, que han entendido que, sin una viña bien trabajada, no se puede hacer un gran vino. Ha habido una evolución espectacular en relativamente poco tiempo».

Miquel Oliver Vinyes i Bodegues no solo ha sido parte activa de este proceso sino que ha ha hecho su porpia revolución:«Mi padre era un visionario, estaba muy avanzado a su tiempo. Puso en el mercado vinos que no existían. Un referente es el Muscat, fue la primera bodega de España en elaborar y comercializar un moscatel seco. Fue elegido el mejor vino blanco de España por la Asociación de Sumilleres en el año 1993, algo impensable para un vino mallorquín y Miquel Oliver lo consiguió». La enóloga cita otros vinos míticos como el Mont Ferrtux creado en la década de los 60, y que fue el primer vino embotellado y etiquetado en Mallorca. «Es el vino de Mallorca para los mallorquines, elaborado con variedades autóctonas y pensado para nuestra gastronomía». 

Para Pilar Aía es una referencia representantiva en la historia familiar: «Lleva el nombre de mi madre, que era maestra. Pensamos hacer la etiqueta simulando la caligrafía infantil». Esta fue otra de las decisiones arriesgadas que tomó la bodega ya que en el año 1999 no eran habituales ni el diseño ni los colores elegidos para etiquetar Aía.

La conexión con el consumidor es de gran importancia para unas bodegas que tiene en la isla su principal mercado. «Trabajamos mucho el enoturismo con tours privados, muy personalizados. Esto nos permite desarrollar una faceta pedagógica para dar a conocer nuestros vinos. Recomendaría a los residentes que dedicaran unos días a conocer las bodegas de la isla».

Asentadas en la tradición, pero sin dejar de avanzar, las nuevas generaciones de la familia Oliver tienen claro que «no puedes vivir de los recuerdos o de lo que hacían tus antepasados. Tú también tienes que crear y aportar algo a la historia de la bodega». Es por esto que las bodegas Miquel Oliver se hallan en estos momentos en un proceso de cambio en sus vinos: «Estamos trabajando con las variedades locales, que son las que mejor se adaptan al cambio climático, para que nuestros vinos sean más frescos. La climatología hoy no es la misma que hace diez años y tenemos que elaborar vinos más acordes con lo que el cliente quiere consumir». Según la enóloga esto son vinos más afrutados y ligeros, no tan estructurados y corpulentos.

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