Fue en 1968 cuando un portentoso y sorprendente Salvador Cañellas, que no arrancaba como favorito del gran premio que se corría en la montaña de Montjuïc, puntuable para el Mundial de 125cc de velocidad, consiguió la primera victoria para España en tan prestigioso campeonato. Y lo hizo a los mandos de una Bultaco TSS 125. Luego, cómo no, Cañellas se convertiría, también en coches, en uno de los pilotos más grandes de la historia del ‘motorsport’ español. Inmenso.
El pasado domingo, en el calurosísimo trazado de Motorland, con la pista a más de 50 grados, un sevillano, aburrido como pocos pero tremendamente cortes, David Muñoz, de 19 años, se convirtió en el español nº 60, cifra redonda, en conseguir, como poco, una victoria en el Mundial de motociclismo.
Es evidente que ‘Davidillo’, como muchos llaman a ese fogoso piloto, ganará muchos más premios. Fijo, es veloz y puede, como él mismo ha reconocido, que este primer triunfo, soñado, peleado, buscado, tal vez, insisto, con demasiado ímpetu y sin medir muchas veces sus adelantamientos, transforme a Muñoz en un David distinto. “Yo también lo espero, sí”.
David Muñoz ducha con Prosecco a todo su equipo desde el podio de Aragón. / ALEJANDRO CERESUELA
Y es que David Muñoz, que milita en el Liqui Moly Dynavolt Intact GP, uno de los equipos punteros de la pequeña categoría, se ha pasado la vida siendo criticado por su irresponsabilidad a la hora de correr y, sobre todo, por no medir sus movimientos en la pista a lo largo de varios, de muchos, de los más de 50 grandes premios que ha ocrrido.
“No siempre ha sido culpa mía aunque, sí, me he merecido varias de las multas que me han impuesto pero, bueno, todo eso es pasado, ahora debo disfrutar de esta primera victoria que, la verdad, me he merecido durante más de un año”, comentó en Motorland, una vez bajado del podio, que compartió con otros dos españoles fogosos, veloces y con enorme futuro como él, el jovencísimo Máximo Quiles, el protegido de Marc Márquez, y Álvaro Carpe, los tres con KTM.
“Cuando he visto en la parrilla que Quiles había montado el mismo neumático trasero que yo, he pensado ‘nos la vamos a jugar los dos en la última vuelta’ y así ha sido”, comenta Muñoz, que reconoce que el precioso y preciso adelantamiento a Quiles en la última curva, en la de entrada a meta, lo tenía preparado “pues ya me salió en el FIM de hace cuatro años y estaba convencido de que si salía bien de la anterior, lo podía pasar”.
Alguien le comentó que el mayor elogio que se le puede hacer a este gran triunfo, bueno, a su primera victoria, es que ha sido limpísima. “Sí, la verdad es que, en ese sentido, me va muy bien haber logrado, no solo mi primera victoria, sino haberla conseguido de una manera que, sin duda, hará olvidar muchas de mis caídas y empujones”.
«¡Ojalá! esta primera victoria en el Mundial haga que cambie mi suerte y se vea un nuevo David Muñoz, lejos de caídas, multas y polémicas. Yo salgo en cada carrera a darlo todo y, hoy, por fin ha salido la carrera perfecta».
Muñoz, tal vez, sin duda, por todos esos percances, pese a ser un piloto que siempre está delante, pese a ser un piloto que no es novato, pese a estar en uno de los equipos punteros del Mundial de Moto3, no está delante, pues ocupa la 10ª posición, a 98 puntos, muchos, sí, casi cuatro victorias, del gran favorito para llevarse el título, un intratable José Antonio Rueda, que, en Aragón, sufrió un despiste y acabó octavo.
“Dicen y ¡ojalá sea así!, que cuando llevas tanto tiempo persiguiendo la victoria y, al final, llega, la vida y las carreras te cambian. Yo lo que sí sé es que las ganas de ganar, la intención de ganar, la he tenido siempre y puede, sí, que este triunfo me otorgue el punto de serenidad y madurez que necesito para aprovechar todo mi potencial en la pista y no precipitarme”, sentenció el ganador español nº 60 de un gran premio.
“Me olvidaba, ha sido precioso, muy precioso, muy emocionante, ganar delante de 50.000 aficionados de casa, que te empujan, bueno, no solo a mí, a todos, hacia la victoria”, sentenció el piloto de Brenes, Sevilla.