-¿Cómo surgió la idea de trasladar sus historias de Suecia a Francia?
-Fue la productora [Potomak Films] la que se me acercó y me dijo: «Nos gustaría contar tus novelas en un paisaje francés». Los libros se han vendido de maravilla en Francia durante muchísimos años; es el segundo país donde tengo más éxito, después de Suecia. Todo parecía indicar que era una buena idea.
-¿Hasta qué punto se involucró en la producción?
-No conozco demasiado bien a las actrices y los actores franceses, pero los productores me involucraron en el proceso enviándome sugerencias para el casting. También leí todas las versiones de los guiones. De hecho, he de resaltar que fueron generosos conmigo y me tuvieron siempre en cuenta para todo. Además, ellos son conscientes de que llevo diez años trabajando mucho en televisión y cine en Suecia.
-¿Contribuyó a la elección de Julie de Bona como nueva Erica [ahora de apellido Faure, que no Falck]?
-En el momento en que la vi, me enamoré de ella. Me encantó ese aire tan calido que tiene, una cualidad básica si quieres interpretar a Erica. Era ideal para el papel. Es curioso porque se parece un poco a Claudia Galli [la actriz que interpretó al personaje en la serie de películas, en su mayoría para televisión, ‘Los crímenes de Fjällbacka’, desplegada entre 2012 y 2013]; puedo ver que comparten ciertos rasgos.
-En sus libros, el paisaje y la naturaleza, esas rocas que rodean el pueblo, se convierten casi en otro personaje. La ficcional Port-Clément [en realidad, el pueblo de postal Soorts-Hossegor, entre el bosque de las Landas y el Océano Atlántico] tiene un aire diferente. ¿Cómo afecta eso al tono de la intriga, en su opinión?
-Soorts-Hossegor es una localidad de ambiente mucho más surfero. Pero desde el principio sabía que íbamos a hacer algo diferente, no una simple copia de lo que se había hecho en Suecia. Ya habíamos visto otras dos series basadas en estos personajes [primero hubo cuatro ‘tv-movies’ estrenadas entre 2007 y 2010]. Esta iba a ser algo distinto, una propuesta específicamente diseñada para el mercado francés.
-Acabamos de ver otra leyenda del ‘scandi-noir’, la saga del Departamento Q de Jussi Adler-Olsen, trasplantada a territorio escocés por el estadounidense Scott Frank. Surgen casos curiosos y, además, atractivos de internacionalismo.
-A mí es una tendencia que me encanta. Como escritora, me resulta muy estimulante observar cómo un universo creado por mí misma se puede expandir en nuevas direcciones. Si una historia es lo bastante sólida, se puede adaptar a diferentes países y tener diferentes expresiones.
-¿Qué le pareció que en esta versión se insistiera en los aspectos más ligeros de su obra, que también los tiene? ‘Erica’ tiene bastante de comedia policial y, más tarde, romántica.
-Es algo que se discutió ya en las primeras conversaciones, cuando me presentaron su visión de cómo querían hacer esto. Me atrajo la idea porque siempre he tenido un elemento humorístico. Mehlberg [el jefe de policía] es, básicamente, un personaje de comedia. Y disfruto mucho escribiéndolo. No me parecía un problema que esta serie se decantara tanto hacia la ligereza. Al final, sea como sea, te acabas preocupando por los personajes. Insistí mucho en ello a la producción: tenemos que ver a [la escritora] Erica y el [capitán de policía] Patrick [en esta serie, Grégory Fitoussi] tanto como sea posible, porque si los libros de Fjällbacka han funcionado tan bien, es gracias a ellos.
-¿Siempre soñó con trabajar para la pantalla, o este giro en su carrera la cogió un poco por sorpresa?
-Siempre me han gustado las series y las películas, y veo muchas, muchas, muchas cosas. Debería pasar más tiempo fuera de casa [ríe]; por eso no estoy nada morena [vuelve a reír]. Cuando empecé en esta industria, lo hice con humildad. Sabía que mi experiencia era limitada. Pero, al final, contar historias es contar historias. Y me gusta poder desarrollar esta habilidad en diferentes formatos.
Como escritora, me resulta muy estimulante observar cómo un universo creado por mí misma se puede expandir en nuevas direcciones
-Imagino que ahora, cuando tiene una idea, la primera pregunta es: ¿debo escribir un libro o sería mejor convertirla en guion [como hizo con la película ‘Glacier’ y la serie de Netflix ‘La cúpula de cristal’]?
-Ciertamente, es la clase de decisión que ahora mismo debo tomar. «¿Esta idea se ajusta mejor a un libro o sería mejor para televisión?». Pero estoy obsesionada con mi trabajo en tele y cine. Lo disfruto muchísimo. Estoy contenta de poder trabajar en mundos paralelos. No tengo por qué elegir, puedo estar en ambos.
-¿Cuánto ha tardado en ajustarse a su segundo mundo? ¿Descubrió que diseñar una trama para un libro no era lo mismo que hacerlo para la pantalla?
-¡Y tanto! Fue todo un choque para mí. La primera serie en la que participé era un culebrón llamado ‘Lucky Bay’. Entré a la sala de guionistas con un montón de grandes ideas bajo el brazo, cosas como, por ejemplo, una persecución de barcos. El productor me miró y me dijo: «Erm, creo que será una persecución de ciclomotores» [ríe]. Cuando escribes para televisión, cada página cuesta un montón de dinero. En mis libros puedo usar bombas y granadas a placer.
-Ahora mismo forma parte de dos productoras, Creative Society y Bad Flamingo Studios. ¿Puede explicarnos la misión de cada una? ¿Por qué dos diferentes?
-Con la primera de ellas hago culebrones y ‘thrillers’ para televisión. La segunda es más una productora de cine ‘indie’ con la que nos la jugamos bastante y tomamos decisiones estúpidas. Podemos empezar proyectos sin haber asegurado el presupuesto. Es todo muy de guerrilla. Empezamos a rodar ‘Glacier’ cuatro semanas después de tener la idea y nos pusimos a rodar con un equipo variopinto en mitad de la pandemia. Queremos romper barreras de género, fichar a los actores sin tener en cuenta su etnicidad o raza… Es la empresa más libre de las dos.
-También le gusta romper sus propias normas: aunque se la conoce como la reina sueca del crimen, ha escrito libros para niños y algún manual de cocina. Creo que ahora prepara una película de época y otra de terror.
-Llevo varios años tratando de levantar esa historia de época, pero es complicado porque, de nuevo, es algo que requiere mucho dinero. El guion es muy bueno. Por otro lado, siempre me ha encantado el cine de terror. Tengo un club de pelis de miedo con mi hija mayor. Desde que tiene siete años, hemos visto juntas todas las que existen. En realidad, no hay tantas buenas, y tengo el sueño personal de hacer una que realmente congele la sangre.