Las imágenes directas de un exoplaneta gigante gaseoso obtenidas por el telescopio Webb han revelado nubes de arena fina a la deriva en su atmósfera, en un avance sin precedentes. Además, observaciones similares de un mundo vecino sugieren que está rodeado por un gran disco giratorio rico en olivino, un mineral que puede formar la piedra preciosa peridoto en nuestro planeta.
El Telescopio Espacial James Webb (JWST) ha captado, por primera vez, nubes compuestas de partículas de arena en la atmósfera de un exoplaneta gigante gaseoso. Gracias a la potencia de su instrumento de espectroscopía en el infrarrojo medio, Webb ha revelado también un disco giratorio de material rico en olivino alrededor de un segundo planeta, un hallazgo que sugiere la formación de satélites de forma similar a las lunas de Júpiter.
Los avances fueron concretados por un equipo internacional de investigadores liderado por científicos del Trinity College Dublin, en Irlanda, y se resumen en un estudio publicado en la revista Nature. La atención de los astrónomos se centró en el sistema estelar joven YSES-1, ubicado a unos 330 años luz de la Tierra y con una edad estimada de 16,7 millones de años.
Nubes y olivino
Al orbitar lejos de su estrella madre, el par de exoplanetas que componen el sistema, bautizados como YSES-1 b y YSES-1 c, se mantiene lo suficientemente caliente por su formación reciente como para emitir en el infrarrojo, permitiendo a Webb capturar espectros detallados en una única exposición con su instrumento NIRSpec, según detalla una nota de prensa.
El planeta más exterior, YSES-1 c, mostró nubes formadas por partículas de arena muy fina, que presentan la señal de silicato más intensa jamás detectada en un exoplaneta. Los modelos atmosféricos desarrollados por el equipo indican que el silicato podría estar compuesto principalmente por olivino, un mineral similar al que en la Tierra origina la gema peridoto.
Al mismo tiempo, YSES-1 b, el cuerpo más cercano a la estrella, sorprendió al revelar un anillo circumplanetario de polvo cuya composición química coincide también con minerales ricos en olivino. Este disco giratorio, captado gracias a la sensibilidad de Webb para distinguir material frío alrededor de planetas jóvenes, se interpreta como un reservorio de materia que podría alimentar tanto el crecimiento del planeta como la futura formación de lunas, de la misma forma que ocurrió en el entorno de Júpiter hace más de 4.500 millones de años.
Revelando los misterios de nuestros gigantes gaseosos
El descubrimiento de ambos fenómenos, las nubes de sílice en YSES-1 c y el disco de polvo en YSES-1 b, aporta claves esenciales para entender las etapas finales de la formación planetaria. Por un lado, las nubes confirman que la meteorología exoplanetaria puede ser más compleja de lo imaginado hasta hoy, con partículas sólidas capaces de condensarse y mantenerse en suspensión.
Referencia
Silicate clouds and a circumplanetary disk in the YSES-1 exoplanet system. K. K. W. Hoch et al. Nature (2025). DOI:https://doi.org/10.1038/s41586-025-09174-w
Por otro lado, los discos circumplanetarios actúan como laboratorios naturales para estudiar la génesis de satélites, un eslabón crucial entre la formación de los propios planetas y la configuración definitiva de sus sistemas de lunas. Más allá de la singularidad del sistema YSES-1, estos hallazgos se enlazan directamente con los orígenes de nuestro propio vecindario cósmico.
Estableciendo comparaciones con los planetas gigantes de nuestro Sistema Solar, los científicos pueden estimar el tiempo y la química necesarios para construir tanto el núcleo de un gigante gaseoso como sus anillos de polvo. En consecuencia, pueden determinar si procesos similares de nubes de arena y discos de olivino fueron también protagonistas de los inicios de la historia de Júpiter y Saturno.