Joan Escolà, de ahora 21 años, fue uno de los primeros niños trasplantados gracias a un donante vivo en España. Le salvó la vida su propio padre al regalarle un trocito de su hígado. Esto ocurrió dos décadas atrás, cuando Joan tenía tan solo ocho meses. Fue en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, el más grande de Catalunya. Este centro sanitario, 100% de titularidad pública, es el primero que realizó un trasplante pediátrico del Estado, en junio de 1985. Hace ahora 40 años.
Joan nació con una atresia de las vías biliares, una enfermedad congénita en la que las vías biliares, que transportan la bilis desde el hígado al intestino, están bloqueadas o no se desarrollan adecuadamente. Los niños que nacen con esta patología, explica el doctor que lo operó, Jesús Quintero, tienen un «hígado cirrótico». «Yo no me acuerdo de nada —precisa Escolà—. Pero, por lo que me han explicado y las fotos que he visto, me hago una idea. Era algo un poco complicado porque entonces no se hacía mucho. Pero los cirujanos lo hacen todo muy bien».
El donante universal
Escolà tiene el grupo sanguíneo cero negativo, conocido como el donante universal: su sangre es compatible con todos los grupos sanguíneos, pero solo pueden recibir sangre del mismo tipo. La única opción era que su padre, con el mismo grupo sanguíneo que él, le diera la mitad de su hígado. «Mi situación era de riesgo y no podía esperar por un donante cadáver. No había más opciones. Era o eso o nada», explica Escolà.
Su padre hace vida totalmente normal y él también. «Hago deporte, he ido al cole igual que mis amigos. Solo tengo que ir cada equis tiempo al hospital para ver que todo está bien y tomar medicamentos», dice. Actualmente este vecino de Sant Pere de Vilamajor (Vallès Oriental), que acaba de terminar el ciclo superior de Márketing y Publicidad, trabaja en Barcelona. Y su cariño hacia Vall d’Hebron es más que manifiesto. «Estoy muy agradecido, porque es el lugar donde me han salvado la vida. Pero no me gusta nada estar en un hospital», reconoce Escolà.
El trasplante ‘split’
Su doctor, Jesús Quintero, que actualmente es el jefe de la Unidad de Hepatología y Trasplante Hepático Pediátrico de Vall d’Hebron, se acuerda del año 2005, cuando lo trasplantó. «Su padre, un donante altruista, le dio un trozo de hígado», cuenta. Aquello fue entonces algo excepcional. «Inicialmente no teníamos disponibilidad de órganos para trasplantar a niños tan pequeñitos. Así que una solución fue empezar a utilizar a los donantes vivos, trocitos del hígado del padre o la madre que quisieran donar».
La situación cambió en 2018, cuando se empezó a hacer el trasplante ‘split’: esta técnica el hígado de una persona adulta se divide en dos partes y irve para trasplantar a dos personas: un adulto y un niño. Gracias a ella, Catalunya ha logrado reducir a cero, en diversas ocasiones, la lista de espera pediátrica para un trasplante de hígado. «Al hacer esto tenemos mucha más disponibilidad de órganos», apunta el doctor Quintero, quien insiste: «No hay trasplantes sin donación».
Vall d’Hebron, puntero
El 7 de junio de 1985, Berta, una niña de dos años que también tenía atresia de las vías biliares, la principal indicación de trasplante hepático en la infancia, inauguraba el programa de trasplante hepático pediátrico de Vall d’Hebron, el primero del Estado. Lideraban el equipo médico Vicenç Martínez Ibáñez (en ese momento adjunto de cirugía infantil) y Carlos Margarit, que había participado poco más de un año antes en el primer trasplante hepático de España a un paciente adulto, realizado en el Hospital de Bellvitge, el 23 de febrero de 1984.
Tanto el doctor Margarit como el doctor Martínez Ibáñez se habían formado en Pittsburgh (Estados Unidos) con el equipo de Thomas E. Starlz, pionero mundial de este procedimiento. En el momento en que los profesionales de Vall d’Hebron llevaron a cabo este procedimiento pionero, solo se realizaban trasplantes hepáticos en 11 países de Europa.
En Vall d’Hebron, ese primer trasplante hepático pediátrico comenzó a las 23 horas de la noche y acabó sobre las 11 horas del día siguiente. En la actualidad el procedimiento dura unas seis horas. Intervino en él un equipo formado por una quincena de profesionales médicos. La paciente, Berta, recibió el alta hospitalaria 56 días después de su intervención, pero murió seis meses después. En los 90 mejoró el manejo de los inmunosupresores, lo que a su vez mejoró la supervivencia de los pacientes.
Desde 1985, Vall d’Hebron ha llevado a cabo 481 trasplantes hepáticos pediátricos, que han pasado algo puntual en la década de los 80 a convertirse en una actividad quirúrgica ordinaria, aunque no programable. De los 11 trasplantes al año que se realizaban en el período comprendido entre 2008 y 2018, el hospital ha pasado a realizar una veintena entre 2019 y 2024.
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