El gobierno de Corea del Sur ha ordenado el cese de las emisiones de propaganda contra Corea del Norte a través de los altavoces situados en la frontera intercoreana.
La medida, anunciada por el Ministerio de Defensa surcoreano este miércoles, constituye el primer gesto tangible de acercamiento por parte de la nueva administración liberal de Seúl, apenas una semana después de asumir el poder, como relata The Boston Globe.
El presidente Lee Jae-myung, que llegó al cargo tras unas elecciones anticipadas que derrocaron al conservador Yoon Suk Yeol, ha prometido cambiar el tono en las relaciones bilaterales con Pyongyang.
El nuevo mandatario se ha comprometido a intentar retomar el diálogo con el régimen norcoreano, que durante el mandato de su predecesor reaccionó con hostilidad a la política de mano dura y canceló prácticamente todo contacto diplomático.
Los altavoces habían sido reactivados en junio del año pasado como respuesta a una singular ofensiva propagandística de Corea del Norte, que desde mayo y hasta noviembre lanzó miles de globos cargados con basura hacia el Sur.
Los globos transportaban desde desperdicios de papel y trapos hasta colillas de cigarrillos e incluso excrementos, en un inusual intento de hostigar psicológicamente a la población surcoreana.
El Norte justificó su campaña alegando que activistas surcoreanos habían cruzado previamente la frontera con globos cargados de panfletos críticos con el régimen de Kim Jong-un, así como dispositivos USB que contenían música pop surcoreana y dramas de televisión, considerados material subversivo en el hermético Estado comunista.
Corea del Norte es especialmente sensible a cualquier crítica externa hacia su sistema autoritario y hacia su líder supremo, quien dirige el país bajo un férreo control desde hace tres generaciones.
En respuesta a la ofensiva norcoreana, Seúl volvió a activar sus sistemas de altavoces en la línea de demarcación, emitiendo tanto mensajes de propaganda como canciones de K-pop dirigidas al Norte.
Estas prácticas de guerra psicológica, propias de la Guerra Fría, se sumaron a un escenario ya de por sí tenso debido al crecimiento del arsenal nuclear norcoreano y a los cada vez más frecuentes ejercicios militares conjuntos entre Corea del Sur, EEUU y Japón.
Las maniobras militares tripartitas y el fortalecimiento de la cooperación en materia de defensa durante el gobierno de Yoon Suk Yeol habían sido percibidos por Pyongyang como una amenaza directa, alimentando el ciclo de provocaciones cruzadas y dificultando cualquier intento de negociación.
El gesto de desactivar los altavoces podría abrir la puerta a un deshielo parcial en las relaciones intercoreanas, aunque el camino hacia una verdadera distensión sigue lleno de obstáculos.
Corea del Norte ha rechazado de manera sistemática los ofrecimientos de diálogo en los últimos años, exigiendo el fin de las sanciones internacionales y el cese de los ejercicios militares en su contra como condiciones previas.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con cautela los primeros pasos de la administración Lee, en un momento en que el panorama de seguridad en Asia Oriental continúa marcado por la rivalidad estratégica entre Washington y Pekín, la incertidumbre en torno a la política norcoreana y el papel creciente de Japón en el marco de las alianzas de defensa regional.
Por ahora, el apagado de los altavoces representa un gesto simbólico de buena voluntad en medio de un largo y complejo proceso de tensión permanente en la península coreana.