Decía el reputado dermatólogo y científico venezolano Jacinto Convit (Caracas 1913-2014), «un hombre que vivió mucho, y que trabajó hasta el final de sus días», que «nadie se jubila de una forma de vivir», y a esta frase recurre el también dermatólogo Eduardo Fonseca Capdevila (Madrid, 1954), referente de su especialidad en Galicia, para iniciar esta conversación. Jefe del Servicio de Dermatología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) durante tres décadas, desde 1995, hasta su jubilación, el pasado 10 de diciembre (el día de su 70 cumpleaños), el doctor Fonseca ha sido designado, recientemente, facultativo emérito del Servizo Galego de Saúde (Sergas). Una distinción «de carácter excepcional», que reconoce «el prestigio y la importancia profesional, literalmente», y que, en la práctica, supone «una vinculación activa a la institución, con fines de consultoría, asesoría y formación, por un periodo de hasta dos años». «Después, ese vínculo permanece, pero ya con carácter honorífico», apunta.
¿Qué supone para usted el haber sido nombrado el primer dermatólogo emérito del Sergas?
Para mí es una satisfacción personal, porque me he dedicado toda la vida a la asistencia, la docencia y la investigación, y siempre dando prioridad a la asistencia sanitaria pública, que creo que es lo que siempre ha caracterizado la Dermatología en sus muchas facetas: las luchas contra las infecciones, las dolencias crónicas, la lepra, las infecciones de transmisión sexual… Muchos campos de gran relevancia social. Creo que esa es la parte importante de la especialidad, aunque ahora haya quien crea que lo más importante son los aspectos estéticos.
Ha estado 30 años al frente del Servicio de Dermatología del Chuac, hasta su jubilación, el pasado diciembre. ¿Cómo recaló en el hospital coruñés?
Me incorporé en 1995, ya como jefe de servicio. Previamente, fui alumno, después residente y, a continuación, adjunto y coordinador y fundador de la Unidad de Dermatología Pediátrica del Hospital La Paz de Madrid. Entre una cosa y otra, he estado yendo todos los días al hospital, durante más de 50 años.
Y después de tanto tiempo en el Chuac, ¿cómo lleva la jubilación?
Bueno, para algunos es una auténtica liberación, o un descanso. También depende de la situación física y mental en que se encuentre cada persona, y de su orientación. No se puede generalizar. No obstante, la profesión de médico es muy vocacional. Al menos, para los de mi generación y los de generaciones pretéritas, pues yo mismo soy hijo de dos médicos por vocación. Por tanto, en mi caso me lo planteo como un cambio de actividad, dentro de la Dermatología, «por imperativo legal».
«Antes, la gente estudiaba Medicina porque le gustaba y porque quería ejercerla. Ahora, hay un cambio de paradigma y se consideran otros factores, como la facilidad para encontrar empleo, para elegir dónde quieres trabajar o para poder trasladarte. En fin… Hay una serie de cuestiones más vinculadas con la rentabilidad económica, que antes no eran lo que primaba en la elección de la profesión»
Es hijo de dos médicos. ¿También dermatólogos?
No, mi padre era médico general y mi madre pediatra. Antes, la gente estudiaba Medicina porque le gustaba y porque quería ejercerla. Ahora, hay un cambio de paradigma y se consideran otros factores, como la facilidad para encontrar empleo, para elegir dónde quieres trabajar o para poder trasladarte. En fin… Hay una serie de cuestiones más vinculadas con la rentabilidad económica, que antes no eran lo que primaba en la elección de la profesión.
¿Usted siempre tuvo claro que quería ser médico?
Sí, sí. Desde pequeño. Por una serie de circunstancias, yo empecé en el colegio tarde, y aprendí a leer con folletos de propaganda de medicina. Aún recuerdo el del ‘Farmapén’, con letras muy grandes, rojas, que fue lo primero que aprendí a leer…
¿Qué le llevó a decantarse por la especialidad de Dermatología?
Bueno, estudié la carrera en la Facultad de Medicina de la Autónoma de Madrid, que entonces era una universidad nueva. Pertenezco a su cuarta promoción. Entonces, se planteaba como un cambio en el sistema de estudios, en el cual primaba la formación práctica. Había muchos laboratorios de microbiología, y muchas prácticas de disección, y todo esto en los primeros años. Después, a partir del tercero, ya íbamos todos los días al hospital. Estábamos, durante toda la mañana, integrados en las actividades del centro, y a clase íbamos a partir del mediodía. También hacíamos guardias, y prácticas de todo. Íbamos al psiquiátrico, al juzgado, con el forense… Nos enseñaban cosas absolutamente prácticas.
Qué diferente a la formación actual.
Entonces, era también un cambio bastante radical sobre lo que había. Las facultades estaban muy masificadas, pero en la Autónoma de Madrid se implantó un numerus clausus, lo que dificultaba mucho entrar allí y permanecer, porque había unas cribas enormes. En otros sitios, y en otras universidades, por ejemplo, en la Autónoma de Barcelona, posteriormente, también se ha mantenido ese sistema. El año pasado, de hecho, fue noticia que, en esa universidad iban a empezar a ir los alumnos al hospital ya en 2º de carrera. Es decir, un año más.
«He luchado mucho por cambiar el modelo de formación práctica de Medicina, y que las prácticas fuesen reales y se hiciesen muchas más, pero esto supondría descentralizar más el tema de la Universidad. Algo se ha avanzado, pero hay que ir mucho más allá en beneficio de todos»
Aquí comienzan más tarde.
Yo he luchado mucho por cambiar ese modelo, y que las prácticas fuesen reales y se hiciesen muchas más, pero esto supondría descentralizar más el tema de la Universidad. Algo se ha avanzado, pero hay que ir mucho más allá en beneficio de todos.
¿Cree que A Coruña debería contar con una facultad de Medicina?
Respecto al tema de las facultades de Medicina, mi opinión es que se deberían optimizar los recursos disponibles para mejorar la formación de los médicos y otros profesionales de la salud. El acuerdo al que se había llegado para que los alumnos hicieran prácticas en 4º, 5º y 6º curso era una buena base de partida, y el no aplicarlo creo que ha repercutido negativamente en los niveles de formación práctica durante una década, y también en adquirir el espíritu de lo que es el ejercicio de la medicina. El limitar la formación práctica a, en realidad, unos meses del 6º curso es muy insuficiente, ya que los alumnos no han adquirido la rutina de ir al hospital todos los días y priorizan la preparación del MIR. Como ya he comentado, en la Universidad Autónoma de Madrid la formación práctica hospitalaria se iniciaba en 3º, ya desde su creación, en los años 70, y en la Autónoma de Barcelona, recientemente, se ha implantado ya desde 2º. Esos modelos pienso que son los que deben seguirse. Y hay que afrontar nuevos retos.
«Se deberían optimizar los recursos disponibles para mejorar la formación de los médicos y otros profesionales de la salud. El acuerdo al que se había llegado para que los alumnos hicieran prácticas en 4º, 5º y 6º curso era una buena base de partida, y el no aplicarlo creo que ha repercutido negativamente en los niveles de formación práctica durante una década, y también en adquirir el espíritu de lo que es el ejercicio de la medicina. El limitar la formación práctica a, en realidad, unos meses del 6º curso es muy insuficiente, ya que los alumnos no han adquirido la rutina de ir al hospital todos los días y priorizan la preparación del MIR»
¿Cuáles?
La formación práctica durante la carrera debería ampliarse mucho en Atención Primaria. Esto es esencial para mejorar este escalón asistencial y atraer a facultativos que elijan la Medicina Familiar y Comunitaria en el MIR. Si no la conocen es probable que no la elijan, a no ser como último recurso, y que muchos renuncien a la plaza.
Volviendo a su elección de la especialidad, ¿qué le llevó hasta Dermatología?
Como le decía, cuando yo estudié Medicina en la Autónoma de Madrid, tenías una visión muy amplia de la profesión, porque ibas rotando por todas partes, y viéndolo todo. Yo me integraba mucho en el departamento de Medicina Interna, con el profesor Julio Ortiz Vázquez, que era su responsable, y él quería que hiciese esa especialidad. Me insistía mucho, para que me quedase en su departamento, pero eso suponía, por ejemplo, tener que renunciar a la Pediatría, o a la asistencia de niños. También me gustaba mucho la Anatomía Patológica, aunque había ciertos temas que no me atraían, como las autopsias. Entonces, la Dermatología surgió como una posibilidad que me permitía mantenerme en relación con todas las demás especialidades. Tiene, digamos, ‘intercambios de conocimientos’ con todas ellas; ves a adultos, a niños… Otra cuestión que a mí me interesaba mucho, es que tiene un aspecto social (que yo viví con el doctor Carlos Arbelo, otra figura emblemática de Madrid), lo cual también te permitía mantenerte en relación con todo, y que implica tener ciertas capacidades.
El doctor Eduardo Fonseca, en su consulta privada de A Coruña. / Carlos Pardellas
¿A qué se refiere?
A que la Dermatología requiere tener una capacidad para reconocer patrones morfológicos o imágenes. Una cierta ‘memoria fotográfica’, por así decirlo. Esto es absolutamente imprescindible, y a mí se me daba bien.
En casi 50 años de ejercicio de esa especialidad, habrá visto de todo. Si tuviese que destacar dos o tres hitos que se hayan producido en todo ese tiempo, ¿con cuáles se quedaría?
Por ejemplo, con los grandes avances que ha habido en el tratamiento de las enfermedades infecciosas, que eran un problema importante cuando yo empecé, sin embargo, hoy hay cosas que ya prácticamente no existen, o que no tienen relevancia.
¿Por ejemplo?
En España, la lepra. Hoy en día, los casos autóctonos de esta enfermedad no existen y, aunque hay algunos importados, son pocos. También la tuberculosis cutánea es, en la actualidad, una rareza absoluta. Y la mayor parte de las infecciones de transmisión sexual (ITS) son también perfectamente tratables. En su momento, yo vi aparecer, y estuve implicado, en el tratamiento del síndrome del aceite tóxico o enfermedad de la colza, que en Madrid fue tal vez una pandemia. En La Paz, llegamos a tener a mil y pico pacientes ingresados con colza, incluyendo a niños. Luego, vi aparecer el VIH, que también fue una epidemia muy devastadora en sus inicios. Había montones de pacientes, incluso todos los hermanos de una misma familia morían por esa infección…
En estas casi cinco décadas de profesión, su especialidad ha incorporado, también, importantes avances técnicos y tecnológicos.
Así es. La Dermatología se ha ido unificando y, en la actualidad, la parte quirúrgica de la especialidad está absolutamente reconocida, y se desarrolla con toda normalidad, al igual que otras técnicas quirúrgicas, como la crioterapia con nitrógeno líquido, los tratamientos con láser… Toda esta serie de variaciones de la cirugía. También se ha adelantado mucho en el diagnóstico precoz, y en el tratamiento de los tumores cutáneos. Antes, el número de casos desastrosos era muy grande, sobre todo en medios laborales, y los afectados acudían muy tarde al médico. No quiere decir que hoy no haya casos de este tipo, pero el diagnóstico precoz está muy adelantado y, en numerosas ocasiones, muchos casos se diagnostican y se tratan precozmente con pocas técnicas.
«Estamos viviendo, otra vez, un resurgir de las infecciones de transmisión sexual que, durante la pandemia de COVID, se retrajeron mucho. Ahora, estamos viendo una vuelta y, además, con una incidencia en población muy joven que es también preocupante»
¿Qué retos destacaría del momento actual?
Estamos viviendo, otra vez, un resurgir de las infecciones de transmisión sexual que, durante la pandemia de COVID, se retrajeron mucho. Ahora, estamos viendo una vuelta y, además, con una incidencia en población muy joven que es también preocupante.
¿Algo más?
También es un gran reto el seguir avanzando en el tratamiento de los tumores malignos, especialmente del melanoma. Se están consiguiendo ya avances que ofrecen alternativas terapéuticas que, al menos, aumentan la supervivencia de forma significativa, y este es un campo de desarrollo muy importante. En el que era mi grupo de investigación en el Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña (Inibic), con la doctora María D. Mayán [actualmente, en el Centro de Investigación en Nanomateriais e Biomedicina, Cinbio, de Vigo], hicimos aportaciones significativas, algunas de las cuales todavía están pendientes de publicar, y hay una enorme cantidad de investigación, a nivel mundial, sobre esta cuestión, y sobre otros temas de Oncología que tienen importancia en Dermatología.
«Dermatología es una especialidad apasionante, amplísima y con infinitas posibilidades de desarrollo, pero yo creo que quien realmente quiera dedicarse a ella, debería ser porque le preocupan todos los aspectos de la actividad asistencial, y porque le interesan la investigación, el desarrollo de la especialidad, la docencia… Todas estas cuestiones que siempre han caracterizado la Dermatología»
Dermatología acostumbra a ser la especialidad que antes agota sus plazas durante el proceso de elección MIR. Esta semana, se han incorporado los nuevos residentes del Sergas. ¿Qué consejo les daría a los futuros dermatólogos?
Les diría que Dermatología es una especialidad apasionante, amplísima y con infinitas posibilidades de desarrollo, pero yo creo que quien realmente quiera dedicarse a ella, debería ser porque le preocupan todos los aspectos de la actividad asistencial, y porque le interesan la investigación, el desarrollo de la especialidad, la docencia… Todas estas cuestiones que siempre han caracterizado la Dermatología. También tiene infinitas posibilidades en el campo de la estética y de la imagen corporal, pero ahí no hay elementos, digamos, competitivos que sean exclusivos.
¿Qué quiere decir?
Me refiero a que, quien desee hacer Dermatología, debe conocer todas sus facetas y procurar desarrollarlas, no limitarse a una cuestión muy parcial dentro de la especialidad.
¿Le molesta que se tienda a vincular la Dermatología, en ciertos casos, más con la estética que con la medicina, obviamente, desde el absoluto desconocimiento?
Sí, uno de los problemas es que, en ocasiones, se asocia la especialidad con un tema menor o banal. En este sentido, fue absolutamente trágica una imagen que se dio de la Dermatología en la famosa serie de televisión House, cuando uno de los personajes va al dermatólogo y entran en un sitio donde hay una serie de señoritas pintándose las uñas. Jamás debería darse esa imagen de nuestra especialidad porque, francamente, no es así. La Dermatología es apasionante, y tiene gran importancia. Tanto, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido que las enfermedades cutáneas son un problema sanitario a nivel mundial, y que suponen un deterioro en la calidad de vida, aunque no sean dolencias infecciosas o tumores que la comprometan. Estamos hablando de la psoriasis, la dermatitis atópica, la hidrosadenitis supurativa, el acné… Todo esto puede producir, digamos, infelicidad o problemas de muy diverso tipo, más allá de su gravedad intrínseca como enfermedad. Y los dermatólogos tenemos que estar ahí, para identificar manifestaciones de patologías sistémicas, y para hacer diagnósticos precoces de tumores y todas estas dolencias.