Rusia anuncia ganancias territoriales en Dnipropetrovsk, un ‘oblast’ (región) del este de Ucrania que, pese a su cercanía a las líneas de frente, fue pisado por militares rusos por última vez en los compases iniciales de la guerra, concretamente en mayo de 2022. La noticia tiene un gran valor simbólico para Moscú, aunque en opinión del Instituto de Estudios sobre la Guerra (ISW), el ‘think tank’ más seguido sobre el desarrollo de las hostilidades, se circunscribe al actual empeño de obtener ventajas tácticas en operaciones militares ya en curso en el este ucraniano, y no constituyen ninguna tentativa de avanzar en profundidad en esta división administrativa ucraniana, cuya capital es la localidad de Dnipro, una próspera ciudad industrial de un millón de habitantes, y sede de importantes empresas militares.
De acuerdo con fuentes rusas, los avances se habrían concentrado en las proximidades de Horikhove, aún en el óblast vecino de Donetsk, y estarían siendo protagonizados por la 90ª División de Tanques. Por el momento, las fuentes ucranianas han desmentido semejante extremo, mientras la plataforma analítica DeepState se ha limitado a reconocer que se estaban produciendo combates a uno o dos kilómetros del linde administrativo, cerca de la aldea de Troitske, informa Efe. «Es la continuación de la ofensiva rusa actual y no el inicio de ninguna gran ofensiva para controlar territorio operacionalmente significativo en Dnipropetrovsk», sentencia, por su parte, el ISW.
La llegada de las tropas rusas a este límite administrativo tendrá, eso sí el efecto colateral de ampliar las exigencias territoriales de Rusia sobre Ucrania, ya de por sí inasumibles para el Gobierno de Kiev, y que incluyen la retirada delas tropas ucranianas de territorios aún no ocupados por sus fuerzas en las regiones de Donetsk, Lugansk, Khersón y Zaporiyia. Mientras que el portavoz Dmitri Peskov hablaba de establecer una ‘zona tampón’ entre la Ucrania bajo control ruso y el resto del país, otras voces menos decisivas en Moscú daban rienda suelta a la euforia y hablaban de ocupar en su totalidad la región, habitada fundamentalmente por ucranianos de habla rusa.
Mientras Alekséi Zhuravlev, miembro del comité de Defensa en la Duma Estatal, la Cámara baja del Parlamento, sostuvo que el ‘oblast’ ucraniano ya era considerado en Moscú como parte de la «esfera de intereses» del Ejército ruso, su superior en la misma comisión, Dmitri Sablin, advirtió que si Kiev no accedía a negociar la paz en los términos en que deseaba Moscú, las fuerzas de su país acabarían entrando en Dnipró. Todo ello permite al ISW llegar a la conclusión de que Moscú alberga ambiciones territoriales más allá de las cuatro regiones que ha declarado como anexionadas, y que mientras las tropas rusas materialicen avances, por mínimos que estos sean, Moscú no participará de buena fe en ningunas conversaciones de paz, y solo planteará exigencias de máximos.
Ataques en Sumi
El este de Ucrania no fue el único sector donde los militares rusos han venido ejerciendo presión en estos últimos días. También en el norte, no lejos de la localidad rusa de Sumi, se están produciendo en estos momentos intensos combates entre ambos bandos, aunque de momento nada hace temer a los mandos ucranianos que la misma localidad de Sumi esté bajo amenaza militar de ninguna clase. Los combates se están produciendo a una veintena de kilómetros de distancia de la capital regional, lo que, eso sí, la pone al alcance de los drones rusos, el arma que está revolucionando la técnica militar en este conflicto armado.
A todo ello hay que añadir los masivos bombardeos aéreos que están sufriendo las ciudades ucranianas como represalia por los audaces ataques contra objetivos militares en el interior de la Federación Rusa y llevados a cabo recientemente mediante drones, y que han destruido parte de la aviación estratégica de Rusia. Después de los bombardeos contra objetivos civiles en Kiev y Járkov, le ha tocado el turno a la ciudad de Odesa, habitada fundamentalmente por gentes de habla rusa, una localidad que fuerzas ultranacionalistas en el Kremlin consideran como el inicio territorial del Imperio ruso. Al menos tres personas han perdido la vida en esta última oleada de ataques, que han provocado nuevas peticiones de parte del presidente Volodímir Zelenski dirigidas a los líderes occidentales para que impongan represalias y sanciones.
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