Gervasio Posadas, un «escritor de clase media» frente al «monstruo de los likes»

Gervasio Posadas (Montevideo, Uruguay, 1962) vuelve a las librerías con ‘El fracaso de mi éxito’ (Espasa), un relato protagonizado por un escritor cincuentón divorciado, con una hija adolescente, que se ve obligado a escribir la autobiografía del futbolista más famoso del momento para poder pagar las facturas. La novela es una sátira mordaz y divertida de la sociedad del siglo XXI, atrapada en la realidad paralela que las redes sociales imponen a través de las pantallas.

“Hay que estar dando de comer al monstruo de las redes sociales constantemente”, nos cuenta el autor en una entrevista sobre este fenómeno que afecta, sobre todo, a las generaciones más jóvenes, pendientes constantemente de los likes y la aceptación digital. “Ahora mismo los jóvenes de 18 años tienen unos ídolos que no conoce nadie más que ellos”, comenta, aludiendo a la brecha generacional y el auge de nuevos referentes.

El protagonista de su novela, Gonzalo Montenegro, es un escritor frustrado que, en vez de contar ovejitas para conciliar el sueño, finge ser un francotirador. Así arranca la novela, con una matanza en plena Feria del Libro de Madrid. ¿Es algo con lo que alguna vez ha soñado Gervasio Posadas? No exactamente, pero sí ha encontrado a mucha gente que le confiesa situaciones similares.

Gervasio Posadas asegura sentirse en algunos aspectos identificado con su personaje principal. «Los escritores tenemos una parte de gruñones«, reconoce y pone como ejemplo a otro de los protagonistas que sólo acepta la alta literatura. «Le sale la vena talibán de que solo se deberían publicar libros de calidad. Pero el mundo no es así ni todos los lectores son así», reconoce.

¿Qué preferiría Gervasio Posadas: escribir una obra de culto que nadie leyera ser un superventas? «Quedaría muy bien decir que me encantaría escribir una novela fenomenal que no lea nadie, pero si lo que te gusta es escribir, no deja de ser triste no tener lectores», afirma con seguridad. En este contexto, confiesa que le gustaría ser Megan Maxwell, una de las autoras que más libros vende en nuestro país, para poder tener lectores tan comprometidos con su obra como los suyos.

De momento, se considera un «escritor de clase media«, que tiene que compaginar esta afición con otra profesión para poder sobrevivir. «En España son muy pocos los elegidos», asegura, en referencia a aquellos que pueden vivir exclusivamente de sus libros. En cualquier caso, se siente un «privilegiado» porque su otro trabajo, como gestor cultural y director de Ámbito Cultural de El Corte Inglés, le satisface enormemente.

Gervasio Posadas: «Hay que estar dando de comer al monstruo de las redes sociales constantemente»

PREGUNTA.- ‘El fracaso de mi éxito’ es una novela divertida, muy entretenida y, al mismo tiempo, de esas que te hace pensar. ¿Cómo lo ves tú?

RESPUESTA.- La sátira hace un retrato distorsionado de la sociedad para invitarnos a preguntarnos cosas importantes que no tienen una respuesta clara. La obsesión por el éxito es ahora más fuerte que nunca. En la sociedad en la que vivimos basta un teléfono móvil, empezar a grabarte contando chistes, y eso se puede convertir en tu medio de vida si consigues 200.000 seguidores. Las redes sociales ofrecen un mundo paralelo, con gente disfrutando, que no es la vida real.

P.- Eso es un espejismo en realidad. Son muy pocos los que llegan a la cima y hay, digamos, muchos cadáveres por el camino.

R.- Sí, no es fácil, desde luego. No solo hay que conseguir un contenido viral, sino mantener esos seguidores y esos likes. Hay que estar dando de comer al monstruo de las redes sociales constantemente, con tonterías que enganchan a una parte de la población que ha dejado de lado los medios tradicionales. Me resulta curioso: antes los famosos eran famosos para toda la sociedad. Ahora mismo, los jóvenes de 18 años tienen unos ídolos que no conoce nadie más que ellos y son exclusivos para ese segmento de la población.

P.- Uno de los temas que aborda la novela es la difícil relación entre un padre divorciado y su hija adolescente. ¿La brecha generacional es ahora más complicada?

R.- La brecha generacional es inevitable y no es muy distinta de lo que era antes: padres e hijos viven normalmente en galaxias distintas. Pero ahora entran en juego las redes sociales, y te crees que tu hijo está a salvo en su cuarto, pero puede que esté haciendo unas barbaridades tremendas con el teléfono sin que lo sepas, como relata la serie ‘Adolescencia’. Puede que vivan en una realidad paralela que tú ni imaginas ni eres capaz siquiera de entender, porque tienen sus propios códigos de lenguaje, con emoticonos que significan otras cosas.

Hay youtubers que tienen más credibilidad que los medios tradicionales, aunque se inventen cosas

P.- Los sociólogos alertan de que los jóvenes se están radicalizando cada vez más.

R.- Sí, muchos creadores de contenido se hacen famosos hablando de videojuegos o cómics, y luego opinan de política sin filtro ni contraste de fuentes. Y lo peor es que tienen más credibilidad que los medios tradicionales, aunque se inventen cosas. Ha pasado, por ejemplo, con la DANA de Valencia, que se llenó de youtubers para contar una historia que nada tenía que ver con la realidad, sin ser periodistas y sin tener que rendir cuentas ante nadie.

P.- Tu protagonista, Gonzalo Montenegro, es también escritor. ¿Compartes algo con él?

R.- Comparte una frustración común a muchos autores que no tienen un éxito que les permita vivir de la escritura. Lo bonito y lo justo a la vez de la literatura es que la fórmula del éxito es desconocida y muy relativa. Hay escritores estupendos que no venden más que 200 libros, y hay otros que son muy malos y venden millones. Esto quema mucho: no puedes evitar pensar que otros, con menos talento, están llevando la vida que debería ser para ti.

Es un milagro poder sobresalir entre tanta oferta. A veces ocurre, como ha pasado con David Uclés, autor de ‘El origen de La península’

P.- ¿Es difícil triunfar en España?

R.- Se publican 45.000 novelas al año. Es un milagro poder sobresalir entre tanta oferta, salvo que ya tengas notoriedad por otro tipo de cosas. A veces ocurre, como ha pasado con David Uclés, autor de ‘El origen de La península’, que ha salido de la nada con un género como el realismo mágico, que supuestamente no es lo que se lleva.

Me encantaría tener un público como las lectoras de Megan Maxwell, que se conocen sus libros mejor que ella misma

P.- En tu caso, ¿qué prefieres: vender ejemplares con independencia de la calidad o escribir una novela de culto que solo lean 200?

R.- ¿Y que luego se ponga de moda cuando te has muerto? Quedaría muy bien decir que me encantaría escribir una novela fenomenal que no lea nadie, pero si lo que te gusta es escribir, no deja de ser triste no tener lectores. Lo pasas muy bien durante el proceso, pero quieres que te lean y que la gente comparta tu historia. Me encantaría tener un público como las lectoras de Megan Maxwell, que se conocen sus libros mejor que ella misma.

P.- ¿Te gustaría ser Maxwell?

R.- Sí, me parece increíble que haya gente que se meta tanto dentro del mundo que has ideado. No me gustaría ser famoso, que me reconocieran por la calle me horrorizaría. Lo que me gusta es el modelo Elena Ferrante: sacar un libro con un nombre ficticio, con mucho éxito, pero tú en casa escribiendo lo que te apetece. Prefiero esa libertad a llenar un estadio.

P.- Tener esa proyección pública también lleva su penitencia.

R.- La mayoría de los escritores tendemos a ser bastante introvertidos y donde estamos a gusto es en nuestra casa, con nuestros libros.

Soy autor de clase media: más o menos me mantengo, pero no vivo de esto

P.- A ti se te puede considerar un autor de cierto éxito.

R.- Soy autor de clase media: más o menos me mantengo, pero no vivo de esto. Tengo que compaginarlo con otras cosas que también me gustan mucho. Soy un privilegiado en eso.

P.- ¿Es difícil vivir de la literatura?

R.- Sí, son muy pocos los elegidos. Pero en paralelo ha surgido una categoría de escritor que vive de esto y está fuera del circuito de las librerías. Es gente que se autopublica en determinadas redes como ‘Wattpad’ o ‘Amazon’. Ahí hay una puerta que funciona para determinada gente, y muy bien. Hay más salidas de las que había antes, cuando, si no te publicaba una editorial grande, se cerraban las puertas.

El libro es una parodia de distintas cosas

P.- El libro arranca con una matanza en la Feria del Libro de Madrid, en realidad una ensoñación del protagonista, quien para dormir imagina ser un francotirador. ¿Es algo que practicas habitualmente?

R.- El libro es una parodia de distintas cosas. La novela negra ahora mismo tiene que arrancar con un terremoto en las primeras páginas para enganchar al lector, con mucha sangre y asesinatos brutales. Es curioso porque hay bastante gente que me ha dicho: ‘¡Ah! Tú también haces eso, imaginarte que eres un francotirador en un tejado’. En algún momento, durante mi adolescencia, lo hice, pero hace muchos años, por suerte, que no. Lo que sí me he encontrado es que hay muchos adultos que piensan en cosas similares.

Los escritores tenemos una parte de gruñones, como su amigo Jacinto, a quien a veces le sale la vena talibán de que solo se deberían publicar libros de calidad

P.- ¿Con qué personaje te identificas más?

R.- Con el escritor, por las circunstancias de las que te hablaba antes. Los escritores tenemos una parte de gruñones, como su amigo Jacinto, a quien a veces le sale la vena talibán de que solo se deberían publicar libros de calidad. Pero el mundo no es así ni todos los lectores son así. Aunque una persona tenga gustos más sofisticados o literarios, también lee otro tipo de cosas por placer. Del personaje del futbolista, por desgracia, tengo muy poco: ni los millones, ni sé jugar al fútbol ni nada.

El éxito más razonable es estar a gusto con tu familia, con tu trabajo, con tus amigos, con tu entorno social

P.- La línea entre el éxito y el fracaso es muy delgada y puede incluso llegar a confundirse, como refleja el título de la novela ‘El fracaso de mi éxito’. ¿Para ti qué es el éxito?

R.- El éxito más razonable es estar a gusto con tu familia, con tu trabajo, con tus amigos, con tu entorno social. Para mí es lo básico a lo que deberíamos aspirar todos. Mucha gente se olvida de esto para apostar por un triunfo basado en el reconocimiento social, pero esto es efímero y resulta vacío. En la oficina teníamos a un señor que llevaba toda la vida limpiándola. El día en que se jubiló, vino a despedirse y dijo que para él era un orgullo muy grande haber trabajado 40 años en esa empresa. Otra persona quizá lo vería como un fracaso, pero para él era un éxito y me parece una postura muy inteligente.

Las redes sociales son un escaparate perfecto para que te compares con las vidas ficticias de otras personas. Eso te convierte en alguien muy infeliz

P.- En este contexto, las redes sociales potencian justamente lo contrario.

R.- Las redes sociales son un escaparate perfecto para que te compares con las vidas ficticias de otras personas. Eso te convierte en alguien muy infeliz. Tengo la esperanza de que en algún momento todo esto se corregirá. No puedes pasarte todo el día sacando fotos o grabando vídeos para compartirlos en redes sociales, o hablando por el ‘chat GPT’ como si fuera tu mejor amigo. Deberíamos mantener una distancia prudencial con el móvil.

La lectura es imprescindible para desarrollar un pensamiento crítico

P.- ChatGPT es lo siguiente; corremos el riesgo de dejar de pensar.

R.- Ahora mismo está en pañales. Tengo una hija de tres años y, cuando esté desarrollado, no voy a entender nada. Las aplicaciones y sus utilidades van a tener un impacto en nuestra vida muy, muy real. Es uno de los temas que toco en la novela: estamos acostumbrados a un estímulo constante, ver un reel, tras otro, por ejemplo. Es demoníaco; tu cerebro se habitúa a eso y después leer un libro te cuesta mucho. La lectura es imprescindible para desarrollar un pensamiento crítico. Al final te quedas en un tuit, en un titular básico de una noticia, sin profundizar.

P.- Hay gente que no ha leído un libro en su vida, pero quizá sea porque no han encontrado el libro adecuado a sus intereses.

R.- Probablemente sí. Yo lo que veo en este país es el orgullo de no leer, que es distinto, y creo que, a veces, esconde el miedo a leer, a enfrentarse a un libro.

P.- ¿Para ti sería un fracaso que tu hija no leyera?

R.- Sí, un fracaso como padre, para el que me voy preparando. Es curioso la cantidad de escritores y editores que me cuentan que sus hijos no leen y se los llevan los demonios.

P.- A pesar de ‘El fracaso de mi éxito’, ¿vas a seguir escribiendo?

R.- Este libro está hecho muy para mí. Fui padre con casi 60 años y tenía muy poco tiempo disponible. Quería divertirme escribiendo y lo hice con cosas que me inquietan de la sociedad. Resulta muy difícil renunciar a una actividad tan placentera.

P.- ¿Dónde escribes? ¿Tienes alguna manía al respecto?

R.- He roto todos los esquemas que tenía previamente. Siempre pensaba que tenía que estar en un sitio tranquilo, aislado durante un par de horas para empezar a producir algo que realmente me interesara. En este caso no he tenido ni de lejos ese tiempo, y he acabado escribiendo en el tren, en el autobús, en el metro, en cualquier sitio. Eso sí, luego he tenido que dedicar mucho tiempo al repaso.

P.- ¿El humor y la ironía son clave en tu literatura?

R.- Oscar Wilde decía que, para hablar de cosas serias, a veces hay que hacerlo en broma. De lo contrario, se puede hacer muy pesado y corres el riesgo de estar aleccionando. Si lo haces en tono de broma, creo que, de entrada, la pregunta entra mejor. Es importante, por otro lado, aprender a reírnos de nosotros mismos. Cervantes y ‘El Quijote’ marcaron el camino, pero nos hemos vuelto más serios últimamente. Tenemos a Mendoza o Luis Landero, pero no es un género tan habitual como en Inglaterra o en la propia Francia, que siempre asumimos que es un país con una literatura muy seria.

P.- ¿Quiénes son tus referentes literarios?

R.- Tengo referentes muy diversos, pero por la época en la que nací, siempre guardaré conmigo a los escritores del ‘boom’, el mundo de Gabriel García Márquez, de Mario Vargas Llosa, de Augusto Monterroso, que también tiene ese punto de humor del que hablaba. En general, me gustan mucho los escritores concisos y precisos en lo que te tienen que contar. Hay un defecto en la literatura moderna, que es decirte cómo tienes que sentirte, y, sin embargo, la magia de la literatura es que un escritor te haga sentir eso sin decírtelo. Para mí el maestro en eso es Miguel Delibes, un escritor importantísimo en la literatura española, y tengo la sensación de que se está perdiendo un poco su influencia, cosa que me da mucha pena.

Tengo millones de lecturas inconfesables

P.- ¿Alguna lectura inconfesable?

R.- Tengo millones de lecturas inconfesables. De adolescente me hinché a libros sobre el Triángulo de las Bermudas, OVNIs y ese tipo de cosas. Ahora me cuesta más tener lecturas inconfesables, pero leo ‘Marca’ y ‘As’, que es una buena forma de relajarse.

Fuente