«Yo juegue dentro de las líneas que marca la constitución», dijo el expresidente Jair Bolsonaro y negó ante el Tribunal Supremo Federal (TSF) cualquier responsabilidad con el ataque a la sede de los tres poderes de Brasil que apuntaron al derrocamiento de Luiz Inacio Lula da Silva, el 8 de enero de 2023. «Yo estaba fuera de Brasil», dijo Bolsonaro, uno de los ocho acusados de intentar la ruptura institucional, al ser consultado sobre los hechos de aquel domingo. Aquel día, sostuvo, contra la opinión de la fiscalía, no tuvo lugar una tentativa «golpe» de Estado porque los protagonistas de los actos de vandalismo en Brasil «no tenían armas» ni existía un «núcleo financiero» respaldando a los conspiradores.
Bolsonaro repitió la misma tónica autoindulgente de otros imputados por los delitos de organización criminal armada, tentativa de abolición violenta del Estado democrático de Derecho, golpe de Estado, daños calificados por violencia y amenaza grave contra el patrimonio público y deterioro del patrimonio catalogado. Las penas máximas podrían superar los 40 años de prisión. El exmandatario aseguró que las Fuerzas Armadas no se involucraron en política durante su mandato y que no conversó con su cúpula sobre una conjura contra Lula. «No fue ni siquiera considerada esa hipótesis», dijo, contra las documentaciones y testimonios en manos de la fiscalía.
«Siempre transmití la verdad por encima de todo», dijo. Se olvidó decir que tuvo en sus manos la minuta que planificaba las acciones que están siendo juzgadas. Bolsonaro negó haber recibido o modificado el documento, como ha alegado el teniente coronel Mauro Cid, su ex ayudante personal. «Rechazo cualquier posibilidad de hablar de un borrador golpista que no se ajuste a la Constitución brasileña. Cuando se habla de borrador, se da a entender que es algo malo».
El excapitán del Ejército y líder de la ultraderecha admitió no obstante haber discutido con comandantes alternativas para cuestionar el resultado electoral de octubre de 2022, que consideró injusto. Según Bolsonaro, «no había clima» ni un «margen mínimamente sólido» para emprender una asonada. Negó cualquier relación con los campamentos frente a distintos cuarteles del Ejército que reclamaban su intervención. «Fue un movimiento voluntario que sorprendió a todo el mundo. No había ahí una sola arma de fuego».
Además de Bolsonaro, el grupo de acusados por el fiscal general Paulo Gonet incluye a los exministros de Defensa, Paulo Sérgio Nogueira y Walter Braga Netto, el exjefe de la agencia nacional de inteligencia, Alexandre Ramagem, el almirante Garnier, el entonces ministro de Justicia Anderson Torres, el general Augusto Heleno y Mauro Cid, el exayudante de campo de Bolsonaro cuyas declaraciones ante la PF fueron vitales para el avance de las investigaciones.
Encuentro con De Moraes
Alexandre de Moraes, el juez del STF, se vio cara a cara con el hombre que lo elevó a la categoría de demonio. «Su Excelencia y el ministro (Luiz) Fux no me han visto actuar en contra de la Constitución. Lo he hecho dentro de la legalidad en todo momento. A veces me rebelaba, decía palabrotas, pero hacía lo que había que hacer», dijo. En un momento que sorprendió a la prensa, Bolsonaro pidió disculpas a De Moraes por las críticas que le dirigió junto con otros integrantes del STF en una reunión ministerial en julio de 2022. «Lo siento, no era mi intención acusar a ustedes tres de ninguna conducta indebida- Mi retórica me llevó a hablar de esa manera. Esa reunión no debía grabarse, era privada. Alguien la grabó de mala fe, si no, no estaría aquí explicándome ahora». Reconoció no tener «ninguna prueba» para poner en duda la probidad de los jueces en el marco de su estrategia para restarle legitimidad a las elecciones generales. Seguidamente, y en tono de bromista, «invitó» a De Moraes a compartir la fórmula electoral en 2026. Bolsonaro es ilegible hasta 2030 por un dictamen precedente. «Declino», le respondió el juez con una sonrisa.
Defensa de su Gobierno
El expresidente dedicó parte de su exposición a defender su Gobierno. «Di lo mejor de mí en la presidencia, trabajé de domingo a domingo, mi familia ha sufrido, no he perseguido a nadie». Reivindicó su idea de que las urnas electrónicas, que le dieron la victoria en los comicios de 2018, eran vulnerables y daban la posibilidad de un fraude electoral. «La cuestión de la desconfianza, la sospecha no era exclusivamente mía».
Sobre su decisión de abandonar Brasil días antes de la toma de posesión de Lula, una ausencia que abonó parte de las sospechas sobre sus vínculos a la distancia con los conjurados, Bolsonaro dijo: «no me iba a someterme al mayor abucheo de la historia de Brasil».
El tono evasivo de Bolsonaro fue común a los que lo precedieron en los interrogatorios, el exministro Anderson Torres y el almirante Almir Garnier Santos. Según Míriam Leitão, columnista del diario ´O Globo`, las declaraciones no tuvieron éxito en destruir las pruebas que los vinculan con el intento de golpe.