P. Dice en su libro que los hombres se quejan de que la conversación principal gira en torno a las mujeres, con lo que usted está de acuerdo, pero desde hace mucho tiempo existe una sobrerrepresentación masculina en todas las esferas de la vida pública. Pero, aunque los hombres tuvieran razón, ya era hora, ¿no?
R. Los hombres todavía son dueños de la mayoría del territorio, del dinero, de las empresas más grandes del mundo y son la mayoría de los líderes mundiales, pero se están quedando atrás en el terreno académico, su salud mental está en declive y lo que nunca han podido hacer es hablar sobre qué significa ser un hombre. Nosotras hablamos sobre lo que significa ser una mujer todo el tiempo, casi parece una pregunta común. ¿Cómo es una mujer? ¿Cómo debería ser? ¿Cuáles son las mejores mujeres? ¿Cuáles son las malas? Nunca hablamos de los hombres en esos términos. Ellos no saben porque no tienen nada como el feminismo y nunca ha habido una conversación que aborde cuáles son los problemas de los hombres, con qué herramientas cuentan para resolver los problemas que tienen ahora mismo. Creo que dan por sentado que la solución para todos ellos es ponerse muy en forma en el gimnasio, tener mucho dinero o novias mucho más jóvenes y atractivas. Y podemos ver claramente que eso no resuelve sus problemas. A las chicas se les dice que pueden hacer todo, que tienen el poder, pero lo único que han escuchado los chicos es que esto es típico de un hombre o esto es típico de la masculinidad tóxica de un chico heterosexual blanco. No decimos que lo pueden lograr todo. Y las madres que van a estos eventos me dicen, ¡oh Dios, joder!, a pesar de que solo estaba bromeando sobre el hecho de que los hombres son un poco inútiles, esto es lo que han escuchado mis hijos. Por eso están en la manosfera o escuchan a Jordan B. Peterson, tienen problemas de salud mental y creen que la única solución para sus problemas es volverse ricos y ponerse en forma.
P. Creo que históricamente, a los chicos se les ha dicho que podrían lograr lo que quisieran y se les ha educado para triunfar, al contrario que a las mujeres, que además, apenas han tenido referentes femeninos de éxito en los espacios de poder o en la cultura…
R. Yo, por supuesto, soy del equipo de las tetas, que quede claro, y creo que mi próximo libro será sobre las mujeres. Pero, para empezar, el 50% de los problemas de las mujeres son de los hombres. Tienen que ver con el abuso sexual, con los problemas en el entorno laboral, pero no se puede resolver el problema de las mujeres hasta que no se resuelvan los problemas de los hombres. La mitad de nuestros problemas provienen de los problemas que tienen estos hombres y eso está en el libro: los hombres reciben casi toda la medicación (para TDAH) cuando tienen problemas en el colegio, tienen más posibilidades de ser excluidos, no pueden seguir con los estudios superiores, suelen tener más problemas de abuso y de consumo de sustancias estupefacientes, de alcoholismo, son la mayoría de la población de las prisiones y, sobre todo, la mayor causa de muerte de los hombres tiene que ver con el suicidio. Y los chicos lo saben, por eso están enfadados, por eso tienen miedo. Y si nosotras, como progresistas, no les damos soluciones y no les decimos cuáles son las herramientas que utilizamos para empoderarnos a nosotras mismas, para encontrar confianza, para educarnos, para tener amistades, para no matarnos, para resolver nuestros problemas… Nosotras no nos hacemos un servicio como mujeres si no escuchamos a estos hombres que están enfadados porque tienen miedo. Lo mejor que podemos hacer es describir esta situación y decirles lo que nos funciona porque creo que las víctimas de estos hombres que se están haciendo cada vez más conservadores y extremistas somos nosotras.
P. Habla de Andrew Tate, de Jordan B. Peterson o de Neil Strauss y de ese modelo de masculinidad tan nociva que promueven, pero son la derecha y la ultraderecha las que han generado el caldo de cultivo para que esos jóvenes sientan el feminismo como una amenaza y los elijan como referentes.
R. Las respuestas que les da la extrema derecha son las de ir hacia atrás, cuando los hombres ganaban el dinero y las mujeres se quedaban en casa y eran esposas. Pero nosotros no les estamos dando otra versión del futuro y creo que esa es nuestra labor como progresistas, desde la izquierda, porque las mujeres sí pensamos que podemos llegar a cualquier lugar y queremos que las vidas de nuestras hijas sean mejores que las nuestras, pero no hemos comenzado a hablar de cómo los hombres pueden cambiar. No podemos expandir el vocabulario si no les damos las herramientas para que resuelvan sus problemas. Entiendo el enfado y entiendo a las mujeres que dicen a mí esto me da igual y no les voy a ayudar porque nosotras ni siquiera tenemos los recursos y todavía somos víctimas de violencia sexual, pero tampoco vale la pena que nos crucemos de brazos porque son nuestras hijas las que están saliendo con estos hombres.
«La política provoca cambios lentos, pero es la cultura lo que provoca cambios más rápidos»
P. Sería deseable que no recayera únicamente en el feminismo ese esfuerzo pedagógico, que ya se hace, y que hubiera un mayor acompañamiento y apoyo político y social a iniciativas promovidas por hombres, ¿no cree?
R. La política provoca cambios lentos, pero es la cultura lo que provoca cambios más rápidos. Si mostramos nuevos modelos de hombres y mujeres, las personas los copian. Antes las mujeres salían, veían a sus amigas y tenían conversaciones normales, pero después de Sex and the City (Sexo en Nueva York), en Reino Unido, las mujeres empezaron a ponerse esos vestidos, esos zapatos de tacón, y a hablar sobre la masturbación, porque vieron eso en la televisión. Replicamos modelos que vemos, pero el problema con los hombres es de software. Cuando hablo con los profesores que han observado a los niños a lo largo de décadas, dicen siempre lo mismo: los niños y las niñas son iguales hasta los seis años, lloran, se abrazan, se besan, van de la mano, pero cuando cumplen esa edad hay alguien en la clase que dice que los hombres no lloran, que no se dan besos y que no tienen miedo. Su visión del mundo se hace cada vez más pequeña y, veinte años más tarde, esos chicos a los que se les ha dicho que no pueden llorar tienen que encontrar soluciones para su soledad y para el suicidio, pero no las tienen. Nosotras tenemos esas habilidades, pero los hombres no. Cuando se divorcian, los hombres no tienen amigos, no tienen con quién hablar de los problemas en su matrimonio. No ven lo que vemos nosotras. Y yo, como periodista y escritora, me dije: voy a describir el problema, voy a entrevistar a estas personas, voy a ver cómo funciona la cultura, voy a observar las estadísticas, voy a echar luz sobre estos problemas y voy a preguntarme por qué suceden. Nosotras somos las que hablamos sobre los problemas humanos. A esto nos dedicamos.
P. ¿Está haciendo womansplanning?
R. ¡Sí, claro! Soy una madre. Soy la mayor de ocho hermanos. Estoy en el puesto cuarenta entre las mujeres más poderosas de Reino Unido en 2012. Soy una mujer de mediana edad, ocupada, que tiene montones de opiniones y, obviamente, puedo mejorar las cosas. Yo puedo dar algunas ideas porque he visto lo que funciona para las mujeres y puede que funcione para los hombres. Porque, ¿quién más va a ayudar a los hombres con estos problemas? Nadie más está dando el paso. Solo Andrew Tate o Jordan B. Peterson y sus ideas son una mierda. Es una economía de mercado y yo tengo una idea que creo que es más valiosa que la suya. Además, tengo muchos amigos, no estoy en prisión y no soy adicta.
P. ¿No cree, por un momento, que parte de esa angustia y ese enfado de algunos hombres tiene que ver con la pérdida de sus privilegios?
R. Sí, probablemente. Pero si eliminamos los privilegios y no se les da una alternativa mejor, solo tenemos a un grupo de personas enfadadas. Los hombres y las mujeres son iguales, ese es el final de la conversación, pero estamos hablando de las mujeres todo el tiempo. No hablamos sobre cómo los hombres pueden ser mejores padres porque damos por sentado que van a estar todo el día en el trabajo, que no se van a ocupar de sus hijos, y luego se van a separar, se van a volver a casar y dirán, porque estos hombres lo dicen todo el tiempo, que esta vez sí que están disfrutando la paternidad y que les gustaría haberlo hecho con su primer matrimonio pero no pudieron. ¿Por qué no estamos hablando de eso? Por supuesto que hay hombres que nunca han querido ser buenos padres, pero podemos ayudar a aquellos que sí quieren serlo, hay que dar espacio a esos hombres que disfrutan de su paternidad para que lo hablen y lo comuniquen. Creo que hay que ayudar a las personas que quieren ser mejores y ellos harán luego un trabajo como de marketing frente a los otros.
Caitlin Moran, en su última visita a Madrid en junio de 2025 / Alba Vigaray
P. ¿Cuál es realmente el ‘privilegio femenino’ que dice haber descubierto con la escritura de este libro, además de saber hablar de nuestras emociones, crear redes de apoyo con otras mujeres, no tener erecciones, poder parir y usar la menstruación como excusa infalible para casi todo, como enumera en su libro?
R. Algunas obviamente son referencias graciosas porque yo me dedico al humor. Pero mi marido, que es un hombre maravilloso y no es un pedófilo, nunca se iría con un niño a un campo de juegos y le preguntaría si le puede ayudar porque sabe que los niños les tienen miedo (a los hombres) y que las mujeres tenemos miedo. Pero me he dado cuenta de que si veo a un niño que está en dificultades, me puedo acercar y sé que no va a reaccionar mal. ¿Alguna vez has estado con un animal que está herido y tratas de ayudarlo y entra en pánico? Tenemos a niños y adolescentes que se sienten así. Creo que están aterrorizados. Pero no te equivoques, me encanta el privilegio masculino de poder ganar fortunas, pero no es un juego de suma cero. Ese es uno de los privilegios femeninos, que no asustamos a la gente, y eso es bastante grande. Pero todavía estamos perdiendo, y este no es un libro que diga que las mujeres no tienen ningún problema. ¿Dónde he dicho que los problemas de las mujeres se han acabado? Mi gran misión es la de las mujeres. Tengo dos hijas, cinco hermanas, soy feminista y el 85% de mis libros están dedicados a las mujeres. Ese es mi equipo. Pero hay que tener una visión un poco más amplia de la situación porque los hombres son nuestra amenaza número uno. En una investigación reciente en Australia se preguntó a los hombres, de manera anónima: si pudieras tener sexo con una mujer inconsciente y salirte con la tuya, ¿lo harías? El 20% dijo que sí. Uno de cada cinco hombres es horrible. Yo no puedo detener a uno de cada cinco, pero sí puedo hablar a los otros cuatro y decirles: si conoces a alguien que podría ser un violador tienes que conversar con él, tienes que dejarle claro que esa actitud es absolutamente inadmisible y va a destruir a otras personas.
P. ¿Por qué no habla en su libro de la violencia que los hombres blancos heterosexuales ejercen sobre las mujeres?
R. Hay muchas cosas que no he abordado en el libro. Es una pregunta que solo se formula a las feministas. ¿Por qué no has hablado de todo el mundo? ¿Por qué no has resuelto todos los problemas? ¿Por qué no hay un capítulo sobre la diferencia entre los hombres negros y blancos? ¿Por qué no le dedicas uno a los hombres homosexuales? ¿Por qué no has hablado de la diferencia entre el sur global y el norte global? Yo no soy académica y tan solo puedo hablar sobre mi verdad y mi experiencia, abordo los temas que puedo abordar y me remito a lo que conozco. También creo que los hombres son violentos porque eso tiene que ver, una vez más, con el hecho de que buscan el poder, porque se sienten emocionalmente disminuidos, porque están emocionalmente reprimidos, dañados. Son como vampiros, no pueden sentir sus propias emociones y quieren despertar el miedo en otras personas porque es la única manera que pueden experimentar una emoción.
P. ¿Qué sabe ahora de los hombres que no supiera antes?
R. Su incapacidad de hablar sobre sí mismos. Cuando se les plantea la pregunta acerca de cómo es ser un hombre, dicen una y otra vez que es aburrido hablar de eso, que su vida es aburrida. No tienen capacidad de introspección y en los relatos con los que han crecido los hombres son superhéroes, están en la mafia o son policías que resuelven crímenes. Los hombres se definen a través de lo que hacen y cuando se quedan sin trabajo, están jodidos. Cuando se jubilan, están jodidos. Y eso es muy distinto para nosotras, que hacemos un millón de cosas, pero los hombres se van cuesta abajo. No piensan en construirse a sí mismos como hacemos nosotras, solo tienen una visión un poco más simple y más triste de la vida que pasa por tener dinero, un trabajo, ir al gimnasio, hablar sobre la Segunda Guerra Mundial, estar obsesionados con el Imperio Romano y hablar sobre sus coches y los deportes.
«Estoy obsesionada con el medievo europeo, sobre todo con los roles de las mujeres en aquel entonces»
P. ¿Cuál es su imperio romano?
R. Ay, a mí me aburren los romanos, pero estoy obsesionada con el medievo europeo, sobre todo con los roles de las mujeres en aquel entonces. Mi imperio romano es el imperio de las mujeres y cada vez que voy más hacia el pasado más me sorprende todo lo que hemos hecho. Eso es lo que me da esperanza.
P. Hace unos días, Paul Mescal, ídolo de la Generación Z, dijo en la presentación de su nueva película que la ternura y la amabilidad deberían ser el punto de partida de toda relación romántica. Eso también es esperanzador, ¿no?
R. Él sabe lo que dice, claro. Soy súper optimista, sí. En esa generación veo que los hombres se abrazan más y se les da mejor tener conversaciones y eso coincide con el declive de la homofobia. Tenemos a chicos de la Generación Z que ya no son homófobos y sus vidas están mejorando porque una de las grandes amenazas de la felicidad de los hombres es la homofobia. Necesitamos motivar a los hombres jóvenes a amar indiscriminadamente, a amar a otros hombres de la misma manera que las mujeres amamos a otras mujeres.