Una investigación en la que han participado el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea, CSIC-UIB) y el Centro de Investigación Interdisciplinar en Tecnologías Ambientales (Cretus, Universidad de Santiago de Compostela) ha planteado la posibilidad de establecer límites a la captura de tiburones en la UE basados en la evidencia científica.
El comercio global de productos de tiburón, como la carne y las aletas, es una industria de gran valor económico que en las últimas décadas ha contribuido a «una importante disminución de las poblaciones de tiburones«, según ha explicado el Imedea en un comunicado.
Un nuevo estudio publicado en la revista ‘Marine Policy’ examina cómo se estructura esta red comercial de tiburones y qué rol puede desempeñar la Unión Europea para hacerla «más sostenible, ética y trazable y ser líder en sostenibilidad global de estas especies«.
El trabajo está liderado por Andrés Ospina-Álvarez y Silvia de Juan Mohan (Imedea, CSIC-UIB) y Sebastián Villasante (Cretus, Universidad de Santiago de Compostela) en colaboración con expertos internacionales de Canadá, Australia, Estados Unidos y organizaciones como WWF y TRAFFIC.
Comercio de aletas de tiburón
A partir del análisis de más de dos décadas de datos del comercio global de productos de tiburón mediante técnicas de análisis de redes, el equipo de investigación ha identificado una serie de patrones clave.
Uno de ellos es que el comercio de aletas está fuertemente concentrado en los mercados asiáticos, especialmente en Hong Kong y Singapur. En este mercado, España es el segundo exportador mundial de aletas y Singapur es su comprador principal.
No obstante, el comercio de carne de tiburón presenta una red más distribuida, con la Unión Europea –especialmente España, Portugal y Francia– y Sudamérica –Uruguay y Brasil– como nodos relevantes en la redistribución global.
Así, España importa carne de tiburón desde América Latina, África y Asia, y exporta principalmente a Italia y Brasil. Por su parte, Francia importa carne de tiburón desde Estados Unidos para luego exportarla a Italia.
«Fallos estructurales»
Los tiburones siguen avanzando hacia la extinción / maralliance
Aunque la UE cuenta con normativas avanzadas en materia de pesca sostenible y herramientas como Traces –sistema digital para el seguimiento de productos pesqueros–, el estudio alerta de «fallos estructurales en los mecanismos de control».
«En los puertos europeos, solo se inspecciona una pequeña fracción de los cargamentos de tiburón y es raro que se verifique el cumplimiento de la norma que obliga a desembarcar los tiburones con las aletas adheridas al cuerpo, una medida clave contra el ‘finning‘ –mutilación de aletas–«, han señalado.
De este modo, los autores proponen distintas medidas concretas para fortalecer el papel de la UE como agente transformador, entre las que figura la mejora de la trazabilidad con tecnologías como la cadena de bloques –‘blockchain’–.
También se podrían ofrecer incentivos y asistencia técnica a países exportadores o condicionar el acceso al mercado europeo a prácticas sostenibles y verificables.
«La protección de los tiburones no se logra con medidas aisladas. Dado que la cadena de suministro atraviesa múltiples países –desde la pesca en alta mar hasta el procesamiento y venta en mercados internacionales–, se requiere un enfoque sistémico, coordinado y multilateral», han reivindicado los investigadores.
Para ellos, la «falta de trazabilidad y regulación en muchas etapas del proceso» hace que el comercio de tiburones tenga «impactos que van mucho más allá de las poblaciones locales«, puesto que «afecta a los ecosistemas marinos y a comunidades costeras de todo el mundo».
El estudio trata de aportar herramientas para repensar y rediseñar esta red comercial al aplicar «criterios de equidad, sostenibilidad y transparencia», con el fin de «mitigar sus impactos negativos y favorecer la conservación de los tiburones a escala mundial».