Los tres alimentos que tienes en tu despensa que te pueden ayudar a cuidar tu piel y conseguir un bronceado más duradero este verano

Con la llegada del verano y el buen tiempo, vuelven el sol, las terrazas, las escapadas y, por supuesto, los días de playa y piscina. Sin embargo, con el verano también comienza uno de los hábitos más característicos y más arriesgados: la exposición al sol.

El cuerpo agradece el calor después de meses de frío, pero la piel no olvida. Los dermatólogos recuerdan cada año que los rayos ultravioleta no descansan y la protección solar no es opcional, especialmente durante las horas centrales del día

Tomar el sol tiene múltiples beneficios como la obtención de vitamina D o la mejora del estado de ánimo, sin embargo, la sobreexposición puede tener consecuencias graves, desde quemaduras hasta un mayor riesgo de cáncer de piel.

¿Qué protección necesito?

Antes de extender la toalla en la playa o la piscina, conviene recordar que una buena exposición al sol comienza con una protección solar adecuada. Si utilizamos el protector solar adecuado evitaremos quemarnos o desarrollar enfermedades graves.

La clave está en el FPS, también conocido como factor de protección solar. Este número indica cuánto tiempo puedes estar al sol sin quemarte en comparación con no haberte echado nada. Por ejemplo, un FPS 30 permite estar 30 veces más tiempo al sol que si no llevaras nada

Para la mayoría de las personas, un FPS de 30 o superior es lo mínimo recomendable. Sin embargo, no todos necesitamos el mismo nivel de protección y esto depende de factores como el tipo de piel, la hora del día a la que nos exponemos, la duración al sol o la zona del cuerpo.

Alimentos que pueden ayudar con el sol

Cuando pensamos en protegernos del sol, lo primero que nos viene a la cabeza es el protector solar. Pero lo que no muchos saben es que la alimentación juega un papel fundamental a la hora de preparar la piel para la exposición solar.

Verduras

Algunos alimentos contienen nutrientes que ayudan a reforzar las defensas naturales de la piel frente a los rayos ultravioletas. Así mismo, también ayudan a prevenir el envejecimiento prematuro y a mejorar el bronceado de forma saludable. Algunos son:

  • Zanahoria, calabaza y el mango: son ricos en betacarotenos, pigmentos naturales que favorecen la producción de melanina y ayudan a conseguir un bronceado más uniforme y duradero. Además, tienen un efecto antioxidante que protege las células del daño solar.
  • Tomate: tienen licopeno, un potente antioxidante, que ayuda a reducir los efectos negativos de los rayos UV. Cocinado potencia aún más sus beneficios.
  • Espinacas y vegetales de hojas verdes:  son fuente de luteína y zeaxantina, que no solo cuidan la piel, sino también la salud ocular, especialmente sensible a la luz solar intensa.  
  • Frutas ricas en vitamina C: la naranja, el kiwi, las fresas o la papaya ayudan a la producción de colágeno, mantienen la piel firme e hidratada y refuerzan el sistema inmunológico frente al daño solar.
  • Pescado azul y frutos secos: ricos en omega-3, combaten la inflamación celular causada por el sol y ayudan a mantener la piel flexible y protegida.
Alimentos de la dieta mediterránea, imagen de archivo

Alamy Stock Photo

Alimentos de la dieta mediterránea

aceite de oliva

Uno de los alimentos más desconocidos que ayuda a proteger la piel desde dentro, es el aceite de oliva virgen extra. Es un potente escudo natural para la piel contra los efectos del sol. Sin embargo, su consumo, al igual que el del resto de alimentos, no sustituye al protector solar. 

Imagen de recurso

Alamy Stock Photo

Aceite de oliva virgen extra

Consumir aceite de oliva virgen extra, de forma habitual, fortalece la respuesta antioxidante del cuerpo y ayuda a defender la piel frente a los daños que pueden ocasionar los rayos ultravioleta. Su eficacia se debe a una combinación de distintos compuestos bioactivos.

Además, su alto contenido en ácidos grasos saludables, especialmente ácido oleico, mejora la elasticidad y la hidratación de la piel, y reduce la sequedad, las rojeces y la descamación que pueden aparecer tras una exposición prolongada al sol.

Fuente